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El Hombre Ligth


Enviado por   •  16 de Octubre de 2013  •  34.448 Palabras (138 Páginas)  •  297 Visitas

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ENRIQUE ROJAS

EL HOMBRE LIGHT

UNA VIDA SIN VALORES

Planeta

El contenido de este libro no podrá ser reproducido,

total ni parcialmente, sin el previo permiso escrito

del editor. Todos los derechos reservados

© 1992, Enrique Rojas

© 1992, Ediciones Temas de Hoy, S.A. (TH)

Paseo de la Castellana, 93, 28046 Madrid ISBN 84-7880-194-4

Diseño de cubierta: Peter Tjebbes

© 1992, 2000, Editorial Planeta Argentina SAI.C.

Independencia 1668, 1100 Buenos Aires

Grupo Planeta

Primera edición en Planeta Bolsillo: octubre de 2000

ISBN 95049-0576-5

Hecho el depósito que prevé la ley 11.723

Impreso en la Argentina

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta,

puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna

ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico,

de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor.

Para Isabel, Marian, Cristina,

Quique, Isabel y Almudena:

mi ilusión con argumento.

ÍNDICE

PROLOGO

Éste es un libro de denuncia. Desde hace ya unos años me preocupan los derroteros por los que se diri¬ge la sociedad opulenta del bienestar en Occidente, y también porque su influencia en el resto de los conti¬nentes abre camino, crea opinión y propone argumen¬tos. Es una sociedad, en cierta medida, que está en-ferma, de la cual emerge el hombre light, un sujeto que lleva por bandera una tetralogía nihilista: hedonismo-consumismo-permisividad-relatividad. Todos ellos enhebrados por el materialismo. Un individuo así se parece mucho a los denominados productos light de nuestros días: comidas sin calorías y sin gra¬sas, cerveza sin alcohol, azúcar sin glucosa, tabaco sin nicotina, Coca-Cola sin cafeína y sin azúcar, man¬tequilla sin grasa... y un hombre sin sustancia, sin contenido, entregado al dinero, al poder, al éxito y al gozo ilimitado y sin restricciones.

El hombre light carece de referentes, tiene un gran vacío moral y no es feliz, aun teniendo mate¬rialmente casi todo. Esto es lo grave. Éste es mi diagnóstico, y a lo largo de estas páginas describo sus principales características, a la vez que hago su¬gerencias de cómo escapar y salirse de ese camino errado que tiene un final triste y pesimista.

Frente a la cultura del instante está la solidez de un pensamiento humanista; frente a la ausencia de vínculos, el compromiso con los ideales. Es necesa¬rio superar el pensamiento débil con argumentos e ilusiones lo suficientemente atractivos para el hom¬bre como para que eleven su dignidad y sus preten¬siones. Se atraviesa así el itinerario que va de la inutilidad de la existencia a la búsqueda de un sen¬tido a través de la coherencia y del compromiso con los demás, escapando así de la grave sentencia de Thomas Hobbes: «El hombre es un lobo para el hombre.»

Hay que conseguir un ser humano que quiere sa¬ber lo que es bueno y lo que es malo; que se apoya en el progreso humano y científico, pero que no se entrega a la cultura de la vida fácil, en la que cual¬quier motivación tiene como fin el bienestar, un de¬terminado nivel de vida o placer sin más. Sabiendo que no hay verdadero progreso humano si éste no se desarrolla con un fondo moral.

I. EL HOMBRE LIGHT

Perfil psicológico

Estamos asistiendo al final de una civilización, y podemos decir que ésta se cierra con la caída en bloque de los sistemas totalitarios en los países del Este de Europa. Aún quedan reductos sin desman¬telar, en esa misma línea política e ideológica, aun¬que por otra parte se anuncian nuevas prisiones para el hombre, con otro ropaje y semblantes bien diversos.

Así como en los últimos años se han puesto de moda ciertos productos light -el tabaco, algunas be¬bidas o ciertos alimentos-, también se ha ido ges¬tando un tipo de hombre que podría ser calificado como el hombre light.

¿Cuál es su perfil psicológico? ¿Cómo podría quedar definido? Se trata de un hombre relativamen¬te bien informado, pero con escasa educación huma¬na, muy entregado al pragmatismo, por una parte, y a bastantes tópicos, por otra. Todo le interesa, pero a nivel superficial; no es capaz de hacer la síntesis de aquello que percibe, y, en consecuencia, se ha ido convirtiendo en un sujeto trivial, ligero, frívolo, que lo acepta todo, pero que carece de unos criterios só¬lidos en su conducta. Todo se torna en él etéreo, leve, volátil, banal, permisivo. Ha visto tantos cambios, tan rápidos y en un tiempo tan corto, que empieza a no saber a qué atenerse o, lo que es lo mismo, hace su¬yas las afirmaciones como «Todo vale», «Qué más da» o «Las cosas han cambiado». Y así, nos encon¬tramos con un buen profesional en su tema, que co¬noce bien la tarea que tiene entre manos, pero que fuera de ese contexto va a la deriva, sin ideas claras, atrapado -como está- en un mundo lleno de informa¬ción, que le distrae, pero que poco a poco le convier¬te en un hombre superficial, indiferente, permisivo, en el que anida un gran vacío moral.

Las conquistas técnicas y científicas - impensables hace tan sólo unos años- nos han traído unos logros evidentes: la revolución informática, los

avances de la ciencia en sus diversos aspectos, un orden social más justo y perfecto, la preocupación operativa sobre los derechos humanos, la democratización

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