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El Huesped De Dracula


Enviado por   •  12 de Febrero de 2014  •  2.292 Palabras (10 Páginas)  •  333 Visitas

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El huésped de Drácula, Bram Stoker

Bram Stoker - Imagen obtenida en Internet

Título: El huésped de Drácula

Autor: Bram Stoker (Abraham Stoker)

Género: Relato breve

Sub-género: Terror

Año de edición: 1914

Este mal denominado relato, es una rama desgajada de la novela “Drácula” del autor irlandés Bram Stoker. Se convirtió en lo que es ahora primero, por obra y gracia de los editores de la novela, ellos decidieron que desapareciese este primer capítulo; luego, la viuda de Stoker, decidió convertirlo en un relato póstumo, aislado… De hecho tiene todas las características para ello:

- comienzo

- nudo

- desenlace (con un final abierto que, en muchos otros relatos encontramos los lectores y que, los autores, nos brindan para que cada uno de nosotros añadamos a sus historias el final que más nos agrade o mejor nos parezca. Es una forma de interactuar autor-lector).

Siguiendo un poco los pasos del comentario de Susana Simón que dice: “A raíz de esto se me ocurre pensar, que no sé lo que le pudo parecer a Bram Stoker la decisión de los editores, al fin y al cabo era su novela y quitarle el primer capítulo, así de un plumazo, a ningún autor le haría gracia. Menos mal que la viuda autorizó la publicación de ese capítulo y no se perdió en el limbo literario”. Al igual que ella, y como autora, pienso que debió de sentarle muy mal ese desmembramiento de su escritura, de su trabajo aunque, por otro lado, opino que si los editores le dieron las explicaciones que, poco más o menos yo encuentro para este acto, Bram Stoker debió de quedar, si no satisfecho, sí conforme… Y así debió de ser: la novela se publicó en 1897 tal y como ha llegado hasta nuestros días.

La pregunta que tal vez más de uno se hace: ¿por qué extirpar ese primer capítulo de la novela? Es decir, ¿por qué desechar de la novela el relato que ahora nos ocupa? Estimo que:

1º - Es un capítulo muy intenso. Si se le compara con un cantante de ópera es como si estuviera dando un do de pecho sostenido, de esos que rompen los vidrios más finos. El capítulo es igual. Va in crescendo, digamos, de cero a cien en segundos.

2º - Esta intensidad, esta cota tan elevada con la que pretendió comenzar la novela, era imposible de mantener (sigo con el símil del cantante de ópera: es como si a este se le hace que conserve ese tono elevado: terminaría por ahogarse y morir). En literatura ocurre lo mismo, si se comienza una obra con esa altura de miras, es imposible continuar así durante toda ella por lo que decae, se “desinfla” como un globo y con ello se consigue que, al final, la historia pierda interés.

3º - Por todo lo expuesto en los puntos 1 y 2, tengo para mí que los editores creyeron más oportuno quitar ese primer capítulo, comenzar con un tono más sereno y no de este modo tan arrebatado que nos presenta el relato. Para ello tenía tiempo en las páginas interiores de la novela donde todo discurre, por momentos, con un ritmo algo más lento pero siempre in crescendo. Además, no es bueno desvelar lo que nos espera “en el interior” en las 10 o 15 primeras páginas.

Dicho esto añadir que, “El huésped de Drácula”, es un relato escrito en primera persona. Regreso de nuevo a la novela: “Drácula” es una suerte de mosaico, de puzzle, en la que los capítulos (las teselas de ese mosaico, las piezas de ese puzzle) están formados por: diarios, cartas, telegramas, incluso “diarios sonoros” que redactan, en primera persona, los personajes que integran el universo de la novela. Por esto no es de extrañar que este relato póstumo aparezca escrito en primera persona, como el resto de la obra, ya que se trata del primer escrito de Jonathan Harker, el viajero inglés del que se desconoce el nombre en “El huésped de Drácula”.

El relato narra la historia de ese viajero inglés, que hace un alto en su camino, en Munich, cuando va a visitar a Drácula a su castillo de los Cárpatos en Transilvania.

En Munich, ya instalado, decide salir de paseo en un carruaje con la única compañía del cochero y los caballos. En esta salida, a la que el posadero no le pone pegas, pero sí advierte: “No olvide estar de regreso antes de la puesta del sol. […]Pero estoy seguro de que no se retrasará -sonrió-, pues ya sabe qué noche es”. En esta salida, digo, con los dos hombres frente a frente, Stoker “no pierde el tiempo” en describir o definir a los personajes paso a paso, sino que, por la manera de expresarse cada uno de ellos durante el breve diálogo que mantienen, podemos advertir que:

- el viajero inglés parece joven: por su larga caminata de más de dos horas, por su incansable deseo de ir siempre más allá, de ver más, de conocer más,

- es testarudo

- curioso

- un lechuguino con bastón

- se cree intrépido

- piensa que, ciertas supersticiones, por el hecho de ser inglés, no le atañen (la “Noche de Walpurgis”)

- también su flema inglesa le hace creer que es el más valiente aunque, a la primera de cambio, se desmaya a causa del miedo que le provoca:

a) - ver a la muerta viviente quien, a mi modo de ver, es la causante del bocado que recibe en el cuello

b) - sentir y ver sobre su cuerpo el cuerpo del enorme lobo que le da calor y le lame la herida, tras lo cual, se desmaya de nuevo (una forma poética de decirnos el autor que el viajero se hizo “sus necesidades mayores” de puro espanto)

- el cochero: quizás se trate de un hombre de mediana edad o ya mayor

- atado a las tradiciones, a las supersticiones (se persigna constantemente con el ánimo de estar en gracia de Dios y apartar de este modo a los malos espíritus)

- es como su reloj (imagen hiperbólica, a mi entender, de cómo veía Stoker a los alemanes): “Y sacó su reloj, un grande y viejo instrumento alemán de plata, tan grande como un nabo”

- conoce lo que sucede en el entorno, las historias que se cuentan…, por lo tanto prefiere poner tierra de por medio: ni es valiente, ni presume de ello, ni pretende

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