El Principe
dianamichell1328 de Febrero de 2014
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CAPITULO 1
DE LAS DISTINTAS CLASES DE PRINCIPADOS Y LA FORMA EN QUE SE ADQUIEREN
Todos los Estados, que han ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres, han sido y son repúblicas o principados. Los principados son, o hereditarios, cuando una misma familia ha reinado en ellos largo tiempo, o nuevos. Los nuevos, o lo son del todo o son como miembros agregados al Estado hereditario del príncipe que los adquiere. Los dominios así adquiridos están acostumbrados a vivir bajo un príncipe o a ser libres; Se adquieren por las amas o por las ajenas, por la suerte o por la virtud.
CAPITULO II
DE LOS PRINCIPADOS HEREDITARIOS
Es más fácil conservar un Estado hereditario, acostumbrado a una dinastía, que uno nuevo, ya que basta con no alterar el orden establecido por los príncipes anteriores, y contemporizar después con los cambios que puedan producirse.
El príncipe natural tiene menos razones y menor necesidad de ofender: de donde es lógico que sea más amado; y a menos que vicios excesivos le atraigan el odio, es razonable que le quieran con naturalidad los suyos.
CAPÍTULO III
DE LOS PRINCIPADOS MIXTOS
Si un Principiado nuevo se suma a uno hereditario, se denomina mixto. Tiene más dificultades como que los súbditos desean cambiar de Señor creyendo mejorar y se ponen contra él.
El príncipe se veía obligado a ofender a sus nuevos súbditos, con tropas o con mil vejaciones. De modo que se tiene por enemigos a todos los que habían ofendido al ocupar el principado, y no podía conservar como amigos a los que te habían ayudado a conquistarlo, porque no podía satisfacerlos como ellos esperaban.
Los estados que al adquirirse se agregan a uno más antiguo o son de la misma provincia, es muy fácil conservarlos, sobre todo cuando no están acostumbrados a vivir libres, y para afianzarse en el poder, basta con haber borrado de la línea del príncipe que los gobernaba porque siempre que se respeten sus costumbres y las ventajas de que gozaban permanecen sosegados.
CAPITULO IV
POR QUE LE REINO DE DARÍO OCUPADO POR ALEJANDRO NO SE SUBLEVÓ CONTRA LOS SUCESORES DE ÉSTE DESPUÉS DE SU MUERTE.
Todos los principados sido gobernados de dos modos distintos: o por un príncipe que elige de entre sus siervos, que lo son todos, los ministros que lo ayudarán a gobernar, o por un príncipe asistido por nobles que, no a la gracia del señor, sino a la antigüedad de su linaje, deben la posición que ocupan. Estos nobles tienen Estados y súbditos propios, que los reconocen por señores y les tienen natural afección en los Estados gobernados por un príncipe asistido por siervos, el príncipe goza de mayor autoridad: porque en toda la provincia no se reconoce soberano sine a él, y si se obedece a otro, a quien además no se tienen particular amor, sólo se lo hace por tratarse de un ministro y magistrado del príncipe.
El primero resulta más difícil de conquistar ya que no se contará con el apoyo de los ministros que son ciervos y de poder sobornarlos, nadie los querrá obedecer por respeto al Príncipe original. Pero una vez conseguida la victoria, eliminando al príncipe y su linaje, no se pueden rehacer los ejércitos ya que nadie goza de poder en el pueblo. Por el contrario, los nobles pueden facilitar la conquista pero será muy difícil mantenerla, se deberá luchar contra los que te han ayudado y contra los que has oprimido. No basta con eliminar al Príncipe y su linaje, sino también con la nobleza, lo que resulta imposible. La única forma es lograr la extinción de los miembros originales de la nobleza a través del tiempo.
CAPITULO V
DE QUÉ MODO HAY QUE GOBERNAR LAS CIUDADES O PRINCIPADOS QUE, ANTES DE SER OCUPADOS, SE REGÍAN POR SUS PROPIAS LEYES
Hay tres modos de conservar un Estado que, antes de ser adquirido, estaba acostumbrado a regirse por sus propias leyes y a vivir en libertad: primero, destruirlo., después, radicarse en él; por último, dejarlo regir por sus leyes, obligarlo a pagar un tributo y establecer un gobierno compuesto por un corto número de personas, para que se encargue de velar por la conquista.
Porque nada hay mejor para conservar -si se la quiere conservar- una ciudad acostumbrada a vivir libre que hacerla gobernar por sus mismos ciudadanos.
el único medio seguro de dominar una ciudad acostumbrada a vivir libre es destruirla. Quien se haga dueño de una ciudad así y no la aplaste, espere a ser aplastado por ella. Cuando las ciudades o provincias están acostumbradas a vivir bajo un príncipe, y por la extinción de éste y su linaje queda vacante el gobierno, como por un lado los habitantes están habituados a obedecer y por otro no tienen a quién
CAPÍTULO VI
DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON LAS ARMAS PROPIAS Y EL TALENTO PERSONAL
Los principados de nueva creación, donde hay un príncipe nuevo, son más o menos difíciles de conservar según que sea más o menos hábil el príncipe que los adquiere. Y dado que el hecho de que un hombre se convierta de la nada en príncipe presupone necesariamente talento o suerte, es de creer que una u otra de estas dos cosas allana, en parte, muchas dificultades. El que menos ha confiado en el azar es siempre el que más tiempo se ha conservado en su conquista. También facilita enormemente las cosas el que un príncipe, al no poseer otros Estados, se vea obligado a establecerse en el que ha adquirido.
Las dificultades nacen en parte de las nuevas leyes y costumbres que se ven obligados a implantar para fundar el Estado y proveer a su seguridad. Pues debe considerarse que no hay nada más difícil de emprender, ni mis dudoso de hacer. Triunfar, ni más peligroso de manejar, que el introducir nuevas leyes.
el innovador se transforma en enemigo de todos los que se beneficiaban con las leyes antiguas, y no se granjea sino la amistad tibia de los que se beneficiarán con las nuevas
CAPÍTULO VII
DE LOS PRINCIPADOS NUEVOS QUE SE ADQUIEREN CON ARMAS Y FORTUNA DE OTROS
Los que sólo por la suerte se convierten en príncipes poco esfuerzo necesitan para llegar a serlo, pero no se mantienen sino con muchísimo. Las dificultades no surgen en su camino, porque tales hombres vuelan, pero se presentan una vez instalados. . Estos príncipes no se sostienen sino por la voluntad y la fortuna de quienes los elevaron; y no saben ni pueden conservar aquella dignidad. No saben porque, si no son hombres de talento y virtudes superiores, no es presumible que conozcan el arte del mando, ya que han vivido siempre como simples ciudadanos; no pueden porque carecen de fuerzas que puedan serles adictas y fieles.
los Estados que nacen de pronto, como todas las cosas de la naturaleza que brotan y crecen precozmente, no pueden tener raíces ni sostenes que los defiendan del tiempo adverso; salvo que quienes se han convertido en forma tan súbita en príncipes se pongan a la altura de lo que la fortuna ha depositado en sus manos, y sepan prepararse inmediatamente para conservarlo, y echen los cimientos que cualquier otro echa antes de llegar al principado.
CAPITULO VIII
DE LOS QUE LLEGARON AL PRINCIPADO MEDIANTE CRÍMENES
Hay otros dos modos de llegar a príncipe que no se pueden atribuir enteramente a la fortuna o a la virtud. Primero, al caso en que se asciende al principado por un camino de perversidades y delitos; y después, al caso en que se llega a ser príncipe por el favor de los conciudadanos.
CAPITULO IX
EL PRINCIPADO CIVIL
Aquel ciudadano que no por crímenes ni violencia., sino gracias al favor de sus compatriotas, se convierte en príncipe. El Estado así constituido puede llamarse principado civil. El llegar a él no depende por completo de los méritos o de la suerte; depende, más bien, de una cierta habilidad propiciada por la fortuna, y que necesita, o bien del apoyo del pueblo, o bien del de los nobles.
También la nobleza lo puede colocar en su posición, cuando ven que no pueden resistir al pueblo y lo hacen príncipe. Mediante los nobles, es más difícil conservar el puesto ya que los que se unan por conveniencia, no dudaran en oponérsele cuando se presente una adversidad y se debe ganar al pueblo, conquistarlo dándole protección.
El pueblo debe sentir que depende del estado.
CAPITULO X
COMO DEBEN MEDIRSE LAS FUERZAS DE TODOS LOS PRINCIPADOS
Cuando se miden las fuerzas de un principiado se observan dos tipos, los que por abundancia de hombres y dinero pueden armar un ejército contra un atacante o los que necesitan la ayuda de otros. En este caso es recomendable que como en Alemania fortifiquen su ciudad y tengan muros, fosos, artillería y almacenes con comida y bebida para un año, asi como trabajo para sus obreros. De esta forma si una fuerza busca ocupar el principado, no podrá y si sitian la ciudad tendrá recursos para un tiempo mayor al que cualquiera pudiese permanecer esperando que ellos se den por vencidos. El rey mantendrá al pueblo unido dando esperanzas de que durara poco y generando temor con los destrozos que realizara el enemigo si llega a entrar.
CAPÍTULO XI
DE LOS PRINCIPADOS ECLESIASTICOS
Los principados eclesiásticos son aquellos que todas las dificultades existen antes de poseerlos, pues se adquieren o por valor o por suerte, y se conservan sin el uno ni la otra dado que se apoyan en antiguas instituciones religiosas que son tan potentes y de tal calidad, que mantiene a sus príncipes en el poder sea cual sea fuere el modo en que éstos procedan y vivan, estos son los únicos que tienen estados y no los defienden; súbditos y no los gobiernan, son los únicos
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