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El Romance Sagrado


Enviado por   •  19 de Octubre de 2013  •  Informes  •  1.035 Palabras (5 Páginas)  •  223 Visitas

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2. El Romance Sagrado

Al comenzar este capítulo, pare y pida al Espíritu Santo escudriñar en su mente y corazón para que le ayude a entender su corazón y el de Dios.

Queremos ver, de forma resumida, la vida interior perdida, el romance desconocido, el mensaje de las flechas y el descubrimiento o redescubrimiento del romance sagrado.

La vida perdida del corazón

¿Cuál es el estado de su corazón, hoy? Que pregunta más difícil e incómoda. Si no paramos para reflexionar sobre esto a tiempo, podemos sentirnos extraños o nerviosos.

En medio del activismo de los años de servicio, un voz grita dentro de nosotros: “en medio de todo esto alguna cosa esta faltando… existe algo mas…”. ¿Usted tiene sed? ¡Escuche a su corazón! Óigame: realmente falta alguna cosa en medio de nuestra carrera frenética. Usted desea experimentar un amor maravilloso, una gran aventura. Usted fue creado para algo más. ¡Y lo sabe!

Acallamos esa voz de diferentes maneras: el servicio, el trabajo, el trajín, el miedo, lo racional controlándonos, los afanes de esta vida y otras. Acallando la voz de nuestro corazón divorciamos nuestra vida interior de la exterior. Nos protegemos manteniendo cierta distancia de las personas, incluso de nosotros mismos y de nuestro corazón, escondiendo el agnosticismo práctico que vivimos ya que separamos nuestra vida interior de la exterior. Esta separación es el camino a la muerte.

“Sobre toda cosa que guardes, guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Prov. 4:23). Perder nuestro corazón es perder todo. Y esta pérdida describe a la mayoría de hombres y mujeres de nuestros días. ¡No son únicamente los vicios, los problemas, la depresión, y el sufrimiento emocional, que nos llevan a esta pérdida! El ajetreo de todos los días, el activismo y la compulsión que no nos dejan parar, dictan una triste realidad para la mayoría de nosotros: estamos viviendo apenas para sobrevivir. Debajo de todo esto nos sentimos inquietos, cansados y vulnerables.

Desde temprano, la vida nos enseña que debemos ignorar nuestro corazón y no creer en él. Ignorando a nuestros corazones, comenzamos una vida doble. En la externa, creamos una identidad que la mayoría de las personas conoce, sin saber quién somos de verdad. Sobre esta apariencia vivimos de la fuente de la responsabilidad y obligaciones, respondiendo a las expectativas de las personas a nuestro alrededor - yo necesito hacerlo - en vez de vivir de la fuente del deseo - yo quiero hacerlo-. La administración de nuestro tiempo toma el lugar de probar el misterio de la vida. Somos entrenados para creer que existen tres pasos para un matrimonio feliz, cinco formas de cómo obtener mejores ganancias de sus inversiones y los siete hábitos para el éxito.

La comunión con Dios es sustituida con actividades para él. Si volviéramos a oír con sensibilidad, estaríamos más atentos al romance sagrado que nos llama a través de nuestro corazón a cada momento. Nos susurra a través del viento, invitándonos por medio de la sonrisa de los buenos amigos, extendiéndose a nosotros a través del toque de alguien que nos ama.

El romance está presente hasta en los momentos de mayor sufrimiento: la enfermedad de un niño, la muerte de un cónyuge, la pérdida de un amigo. Tenemos nostalgia de la intimidad, hermosura y aventura. Este profundo deseo es la parte más poderosa de cualquier personalidad humana, el combustible de la búsqueda del significado de ser saludables. El sentido de estar verdaderamente vivo. No importa cómo describimos este profundo deseo, él es la cosa más importante dentro de nosotros, el centro de nuestro corazón, la pasión de nuestra vida.

La voz que nos llama en este lugar no es ninguna otra, sino la voz de Dios. Perdemos la habilidad de oír la voz de Dios cuando perdemos contacto con nuestros corazones. La verdadera historia de cada uno de nosotros no es la historia que usted ve, la externa. Es la jornada de su corazón. Es trágico para cualquier persona perder contacto con la vida de su corazón, la vida interior. Esto se vuelve más triste aún cuando pasa con nosotros que conocemos la voz del Buen Pastor, Jesús de Nazaret.

Muchos de nosotros perdemos el fuego del primer amor en el torbellino del servicio cristiano, y las muchas actividades que nos devoran. De esta forma pasamos a perder el romance. Comenzamos a sentir que nuestra fe es parecida a una serie de problemas que tienen que ser resueltos, o principios que deben ser dominados antes que podamos vivir la vida abundante que Jesús nos prometió. Cambiamos nuestras vidas espirituales por el mundo externo de actividades, y en nuestro interior nos quedamos sin dirección, llevados por las ondas pasajeras.

A pesar de todo, la vida cristiana, es un romance del corazón. No puede ser administrada con pasos y programas. No puede ser vivida exclusivamente como un código moral que lleva a la justicia. Respondiendo a un especialista en cosas religiosas que le preguntó cómo obtener una vida real, Jesús le hizo una pregunta:

“¿Que está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?

Como respuesta el hombre citó: - “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu ser, con todas tus fuerzas y toda tu mente”, y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”

“Bien contestado,” le dijo Jesús “Haz eso y vivirás.

Lo que le interesa a Dios es nuestra vida interior. Nuestro corazón es la llave para la vida cristiana. En una de las mayores invitaciones jamás ofrecidas al hombre, Jesús se colocó de pie, en medio de la multitud de Jerusalén, y exclamó: “¡Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba! De aquel que cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva” (Jn 7:37-38).

Si no prestamos atención a la sed de nuestra alma, su invitación no significará nada. Con el pasar de los años, creemos que él no nos llama más a través de la sed del corazón. Pablo reprendió os Gálatas por pensar que podrían llegar a Jesús a través de fuerzas humanas. De forma parecida, descubrimos que alguna cosa o persona nos sedujo para volvernos a la vida externa, el enfoque en nuestras actividades, como el camino de la salvación.

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