El Tin Tin
gualeadri6 de Agosto de 2013
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El Tin Tin es un mito de amplia distribuciòn territorial a nivel nacional e incluso con matices panandinos; ya que es el mismo chusa-longo de los Andes; incluso en Chile, hay una figura similar que lleva el nombre de Trauko. Pero bajo la denominaciòn de Tin Tin es practicamente parte del legado Guancavilca-Pache o Manteño-Guancavilca.
El Tin Tin también recorre todo el litoral ecuatoriano; en Vinces tiene sombrero tipo mariachi, garras y dientes; en Quevedo es alto gordito pero se encoge y prende jotes como linterna fosforescente para enamorar en luna llena.
En una antiquisima tradición oral de la punta de Santa Elena se decia que el personaje en cuestión era el "Dios de Dioses", argumentando que existian dos personajes, uno era el tin y otro el tintin, ambos con sus contrapartidas femeninas. En el sur de Manabí esta asociado a un ave conocida como el "Pedrote" o Mot Mot, incluso la facultad de transformarse en ave, incluso en aire o viento esta asociada al Tintin en algunas tradiciones orales de los valles y cerros de la Chongon Colonche. Arqueològicamente hablando, existen algunas figurillas en la cultura Guancavilca que lo representan.
El tintín es el birí (duende). Ya que la sexualidad era abierta y sin reservas, debía haber un margen entre el acto material (coito) y el acto divino (fecundación) lo cual era provocado por el Birí. Es la "catolicización" quien le otroga un caràcter maléfico, como el caso del Chuzalongo en La Sierra. La figura retorcida del Tintín tenía como propósito el "enseñar" lo catastrófico que podría ser la endogamia. Recuerdo óírle relatar a "mamá Clota" en el Barrio Bazán, que el tintín se formaba de los legrados enterrados en el patio de la casa de las "jovencitas". menciona el experto en el tema Manuel Palacios.
En la Isla Corazón de la provincia de Manabí se lo conoce con el nombre de Felipe o Felipe el Tintín, y se cree que vive en los mangles, usa un sombrero enorme y toca melodías que enamoran a las mujeres con su guitarra, además de tener los pies volteados para desviar su rastro en las huellas del fango. En diversas partes de Manabí se lo conoce con el poder de convertirse en ave, específicamente en Pedrote o Motmot. Este ser tiene como objetivo lo material (coito) y lo divino (fecundación) sea cual fuera el lugar de donde se hable de él.
Sobre el Tintin hay un estudio de Miguel Wagner que esta publicado en el Simposio de Correlaciones Andinomesoamericanos publicados por la ESPOL y la tesis de Nicholas Fintzelberg "The form, meaning and function of a Duende legend in the Santa Elena Peninsula, Ecuador" de la Universidad de California que data de 1975. Otras fuentes de informaciòn relevante sobre el tema son Vladimir Propp, "Raices Históricas del Cuento Mágico" y "Morfología del Cuento"
Fuentes: Patricia Leòn, Manuel Palacios, Erick Lòpez, Wikipedia
ETIQUETAS: MITOS Y LEYENDAS DE ECUADOR, MITOS Y LEYENDAS DE SUMPA, MITOS Y LEYENDAS DE SUMPA., TIN TIN, TIN-TIN
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Posted on enero 23, 2010
LA VIUDA DEL TAMARINDO
Cuentan nuestros abuelos, que de los frondosos arboles de tamarindo que existian en esa parroquia por donde se encuentra la cienega de El Morro; salia, despues de medianoche, una viuda con su enlutado traje, bailando con rapidos pasos, persiguiendo a los caminantes de aquelllos lares, los que, al querer cogerla , ella se les desaparecia como por arte de magia a una velocidad impresionante.
Era algo increible, pues nunca se dejaba ver la cara, estaba como loca por haber perdido a su marido.
Hasta que alguien superando el miedo, se le acerco sin que ella se percatara y le saco el velo, pero !oh sorpresa!, su cara era una calavera. Desde aquella vez, al verse descubierta nunca mas aparecio por esos lares.
http://consumeresponsablemente.wordpress.com/2010/01/23/mitos-y-leyendas-de-la-peninsula-de-santa-elena/
/category/mitos-y-leyendas-de-sumpa/&ei=ZQuxUN2HF4jq8wSM-IDoCw&usg=AFQjCNGeRb3-EPtw9om3AqXy9cwqLQN5Gg
Mito de Santa Elena
LOS GIGANTES DE SUMPA
Versión de Rafael Díaz Icaza
En tiempos muy lejanos, tan distantes que ni el más viejo de los narradores de cuentos y leyendas podría precisar, había en la población de Sumpa (lo que hoy es el cantón de Santa Elena) una especie de rey o cacique, muy admirado y respetado por su valentía y talento, a quien llamaban TUMBE.
Dicen las leyendas, que inmediatamente acabado el Diluvio Universal, llegaron a Sumpa algunos de los primeros hombres que repoblaron la Tierra. Y como la encontraron buena para la vida humana y pródiga para la agricultura y pesca, se establecieron desde la orilla del mar, hasta bien avanzado el interior.
Tumbe tenía dos hijos, Quitumbe y Otoya. Como era un gobernante emprendedor y ambicioso, envió en expedición a Quitumbe, con el encargo de descubrir nuevas tierras y añadirlas a su reino. Y Quitumbe las descubrió, tanto al norte, como al sur. Fundó el pueblo de Tumbes y puso los cimientos de algunas ciudades importantes como la que después sería la bella Quito.
Catari, un antiguo narrador de historias, de esos que antes de la llegada de los españoles eran llamados quipucamayos, afirmaba que Quitumbe dejó un descendiente llamado Guayanay, padre de Atau, quien a su vez engendró a Manco Capac, primer monarca del Perú.
A la muerte de Tumbe, le sucedió en el mando su hijo segundo: Otoya, valiente y esforzado, pero cruel, además de aficionado a las bebidas alcohólicas y otros vicios. Fueron tantos sus abusos y maldades, que un grupo de sumpeños descontentos se unieron secretamente para darle muerte y así librar a Sumpa del tirano. Mas, Otoya fue alertado a tiempo y tomó venganza de sus enemigos, quitándoles la vida.
Un día sorprendió a Otoya un grupo de aborígenes con noticias inquietantes, habían divisado en el mar, cerca de las costas, una inmensa balsa. La tripulaban sujetos de tamaño descomunal; tan grande como dioses o demonios. El más corpulento de los sumpeños apenas alcanzaría a llegar a sus rodillas. Sus cabezas eran de tamaño de hombres pequeños. Sus bocas parecían aberturas de toneles. Tupidas selvas de cabello colgaban a sus espaldas. Cada brazo parecía un largo arbusto o una boa. Los ojos eran saltones y rojizos. En sus orejas podían caber pequeños gatos.
Vinieron de muy lejos. Y al llegar a la playa, se tendieron cuan largos eran a descansar. Sus poderosos ronquidos, ladrantes, pitantes, raspantes y rugientes, parecían una tempestad marina.
Tras descansar algunas horas, acarrearon leña arrancando de raíz arbustos y matorrales. De dos zancadas cazaron decenas de llamas, las asaron al fuego y las engulleron hasta quedar satisfechos. A prudente distancia y ocultos, temblando de terror, seguían sus movimientos los sumpeños.
En un pequeño cerro de amplia plataforma, ubicado cerca de lo que hoy es el balneario de Salinas, establecieron los gigantes su residencia, en una especie de fortaleza hecha con piedra de la zona. Desde allí partían en periódicas excursiones que arrasaban cuanto hallaban al paso: hombres, rebaños, sembríos, viviendas, todo desaparecía bajo sus plantas. Un día invadieron la residencia del cruel Otoya y le quitaron la vida.
Vista de playa Los frailes, Machalilla Ecuador
Varias veces hicieron frente los valerosos sumpeños a los gigantes. Pero fue vano sacrificio; equivalía a pelear armado con una aguja frente a alguien que llevaba una espada o una lanza.
Esos actos valientes terminaron siempre en desbandada despavorida de los naturales. En respuesta aquella resistencia, los gigantes aumentaron su crueldad. Disgregaron a los sumpeños, obligándolos a esconderse en la montaña o en cuevas conocidas únicamente por ellos.
Y fueron tantos los crímenes de los gigantes llegados a Sumpa de quien sabe que remotas tierras. Y fueron tantos los clamores de los sumpeños, que Pachacámac, el dios a quien veneraban, amaban y temían, envió a un emisario con el encargo de salvarlos.
Vino éste armado de una flecha incandescente, con la que liquidó a los invasores. De los gigantes grandes como casas y crueles como fieras, quedaron únicamente huesos calcinados, que fueron cubiertos por la tierra. Osamentas que en diversas oportunidades han sido descubiertas por arqueólogos y atribuidas a animales que habitaron el planeta antes del Diluvio.
Con aquel acto de justicia de Pachacámac, los sumpeños recobraron su tierra y la felicidad.
Publicado por GAIA en 19:04
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Etiquetas: MITOS
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