El blog del mes

6 de octubre

“Y lo rompió”, tenía en sus manos mi corazón destrozado, todo aquello que habíamos vivido se desvaneció. Tiempo antes todo era normal una relación sin tabús y de lo más agradable que podía existir, el vestía siempre muy pulcro y perfumado, yo con jeans y sudadera, era una combinación extraña pero que al fin de cuentas combinaba a la perfección.

Todos los sábados por la tarde permanecíamos en las bancas de un centro comercial, bebiendo café, su preferido era el cappuccino moka, el mío solo un chocolate caliente. Juntos compartíamos una rebanada de pastel, por cierto este era delicioso, con una cereza decorándolo, el tiempo ahí transcurría más rápido que nunca, todo el entorno se detallaba y dejaba ver el amor que aún quedaba entre nosotros.

7 de octubre

Nos distanciamos más que en otras peleas, parecía definitivo todo se iba a acabar, antes de que comenzara a hablar se deslizaron unas cuantas lagrimas por mi mejilla derecha, siempre sucedía eso, el derecho era el primero en empezar con el mar de lágrimas que después de rato se tornaba infinito. Se puso serio, y yo como siempre entre en un estado de preocupación y lleno de curiosidad por las palabras que estaban a punto de salir de su boca; --Ya nada volverá a ser igual--me dijo, levante la mirada hacia su rostro, en eso me tomo de las manos y me abrazó.

10 de octubre

Transcurrieron ya dos días sin velo, me preocupaba, no sabía nada de él, de repente tocaron el timbre, era el venía a visitarme, apresure mi paso por el corredor y baje las escaleras a prisa, casi tropezaba con unas pelotas, abrí la puerta y me encontré con unas maletas.

11 de octubre

Amanecí en absoluta depresión no quería hacer nada, ya nada valía la pena para mí, el amor se había desvanecido se esfumo de la noche a la mañana, pase horas pensando en ir a buscarlo a aquel lugar donde se había ido con su familia o dejar que el tiempo me ayudara a olvidarlo. El consuelo y aquel cuadernillo de pasta gruesa que se encontraba arrumbado dentro de las cosas viejas de mi cuarto era lo único que tenía, para poder así contar mis penas sin que nadie más se diera cuenta por lo que estaba pasando.

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