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El daño de los plaguicidas


Enviado por   •  6 de Julio de 2013  •  Tutoriales  •  1.717 Palabras (7 Páginas)  •  212 Visitas

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Es el caso del agente naranja utilizado en tierras del sur del Tolima, en donde la flora y fauna han sido exterminadas, mientras la salud de los habitantes se ve sumamente perjudicada: malformaciones, daños congénitos, abortos y múltiples enfermedades se manifiestan merced a los efectos secundarios que genera el plaguicida. Estados Unidos fabricó el agente naranja para utilizarlo en los campos de Vietnam, en la época de la Guerra Fría. Estudios científicos revelaron que el plaguicida resultaba perjudicial para la salud del ser humano, por lo que su uso fue suspendido. Lo que sobró, Estados Unidos lo regaló a varios países, pues su destrucción resultaba costosa. Entre esos países, Colombia aceptó el regalo, con las nefastas consecuencias que acarreó para la gente de Tolima.

La Bahía Moñitos en el Atlántico, antaño tierra rica, con aguas de igual esplendor, en donde abundaban diversos peces como el sábalo y la anchoa, se convirtió en una zona destruida, debido a la ambición de las multinacionales pesqueras que robaron las riquezas existentes con métodos de pesca dinamiteros, brutales con la vida marina. De paso, estas industrias extranjeras explotaron sin clemencia a los pescadores nativos, vendiéndoles el pescado sobrante y pequeño a sumas muy elevadas. Por otra parte, compañías madereras de Alemania exterminaron la selva abundante de la región. Los extranjeros se han llevado los recursos y el Estado colombiano sólo ha dejado promesas jamás materializadas.

Por supuesto, la naturaleza no se conforma con lo que los hombres han hecho de ella y suele desquitarse de maneras muy fuertes. Un caso bastante difícil se evidencia en épocas de invierno, cuando el río grande del Magdalena se desborda y azota con graves inundaciones pueblos enteros del Atlántico, en especial en los 230 kilómetros que van desde Magangue hasta Barranquilla. La gente impotente nada puede hacer ante un evento de esta magnitud, que suele dejar cientos de casas inmersas en el agua, la pérdida total de cosechas, la proliferación de enfermedades transmitidas por insectos y complejas crisis sanitarias. Poco hace el Estado para contribuir a una solución seria a este gigantesco drama.

Abandono y profundo desprecio por la vida

La vida en un país como Colombia –se ha visto- parece no tener mucho valor. Las personas tienen poco respeto e interés por sus semejantes. Por ejemplo, en los Llanos Orientales, patrones de haciendas y dueños de enormes cantidades de cabezas de ganado, explotan a pobres vaqueros, quienes cuidan y lidian con vacas y toros, expuestos a las inclemencias de la región, sin garantías para sobrevivir con éxito.

Allí, en esos mismos Llanos, otras personas intentan intercambiar y vender sus productos en lugares apartados de sus residencias. Para ello, toman aviones incómodos e inseguros; los pilotos se limitan a arrumar cuanta cosa quepa en sus naves y llevar la carga, sin reparar en que hay hombres dentro. La zona es conocida por la gran cantidad de accidentes aéreos y, la gente, con algún halo de humor, responde cuando se le pregunta para dónde va: ¡Pues para donde caiga! Sí, es un riesgo que toman los lugareños, con tal de conseguir algo de dinero y poder alimentar a sus familias.

Otro caso de abandono es evidente en Pisba, Boyacá, “(…) un Departamento que se traga el 85 por ciento de su presupuesto en burocracia, malos manejos fiscales estimulados por los políticos de todos los bandos, e inauguración de monumentos al pasado.” El Estado no se acuerda de esta región, convirtiéndose en una carroña de lo que se vivió hace ya más de 190 años. Quizá Bolivar y sus tropas pasaron por el lugar dando libertad a la Nación, pero de nada sirvió, pues continúa en la esclavitud del olvido.

Más abandono: el “pueblo de hombres ranas”, en el corazón de la ciénaga del Magdalena, donde una comunidad vive en casas que se levantan dentro del agua del lago más grande de Colombia. Los pescadores del lugar se encuentran aislados del resto del país, sin agua potable, sin escuelas, incomunicados, dedicados de por vida a la pesca, sin otro proyecto de vida.

El hampa en las ciudades colombianas

Bogotá es una ciudad peligrosa, con graves problemas como el desempleo y el hampa; una lugar donde las grandes cantidades de raponeros, el hurto de bienes privados y públicos es un hecho frecuente. En el corazón de Bogotá transitan muchas personas de todos los rincones de Colombia, de suerte que se amplíen las implicaciones de delincuencia, mendicidad, calles atascadas por automotores, personas apresuradas, prostitutas callejeras, bares y hoteluchos de mala muerte, gamines, vagos diurnos, etcétera. Como siempre las autoridades prometen liberar el lugar del hampa, pero al capturar en fragancia a los infractores de la ley ¿qué hacen con ellos? Casi nada, pues después de algunos días de encierro volverán a las calles a seguir delinquiendo.

Las administraciones distritales se han despreocupado y desentendido de la situación. Y si para esa época de 1970, existía un fracaso contundente frente a la problemática de la delincuencia y las drogas, estamos hoy día, 2009, igual o peor. Castro Caycedo tiene datos acerca del tema. Desde 1957, la limpieza de la delincuencia en el centro de Bogotá ha sido promesa de campañas políticas. Todo lo que se dice es a futuro:

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