El futbol, la guerra y la vida

El futbol, la guerra y la vida

Vivimos en una historia universal que gira alrededor del deporte más popular del planeta: el fútbol. Por el fútbol, se emprenden caminos distintos con diferentes visiones de la vida. La emigración a un lugar mejor sigue alimentada por el sueño de conquistar la fama y el poder. Y cada día, la desilusión es más patente. El fútbol: una pasión, la guerra: una lucha disfrazada, la vida: más que una elección.

Reconozco que la pasión que despierta este deporte no existe en ningún otro y que los soñadores que han logrado estar en la cancha han aprovechado de su esfuerzo. Sin embargo, es una lástima que en nuestros días se confunda la guerra con el juego, y el juego con la guerra, y sea esto lo que vemos todos los días. Cuando los hermanos deciden que el juego vuelve a ser guerra, entonces desaparecen las pelotas y regresan las cabezas degolladas para sacar la rabia y el rencor acumulados.

Asimismo, existen varias situaciones en el fútbol. Por un lado está la alegría del que se va a jugar al extranjero, y por el otro, la tristeza del pobre que no consigue salir del club donde empezó o el que calienta su lugar en la banca. La lucha que se emprende por ser el mejor, por ser recordado o adorado, por ser un crack y por tener talento. Es así como llegamos a preguntarnos si es prudente que muera la humildad por alcanzar la gloria y si un pedazo de nuestra alma se debe comprometer por perder la moral.

Al finalizar qué se puede hacer, la cuenta más extensa viene con los años, esos mismos que como visten de renombre, castigan al que falla. Cómo se abandona entonces esa lucha. Es duro aprender a perder y saber que la vida pende de un hilo cuando se toman malas decisiones, o cuando son incluso las correctas pero no las suficientes. Es ahí cuando nos damos cuenta de que el guión no está tan equivocado: “el juego de la vida, que es el más grande le ganó al juego del fútbol que es el más bello”.

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