El libro de Marco Polo anotado por Cristóbal Colón
TECOLOTE715 de Enero de 2013
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El libro de Marco Polo anotado por Cristóbal Colón
Prólogo
En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo y verdadero
amén. Comienza el prólogo al libro de micer Marco Polo de Venecia sobre
las costumbres y cualidades de las regiones de Oriente, traducido del vulgar
al latín por fray Francisco de Pepuris de Bolonia.
Yo, fray Francisco de Pepuris de Bolonia, de los frailes predicadores, me
veo forzado por muchos padres y señores míos a trasladar de lengua vulgar
al latín en verídica y fiel traducción el libro del prudente, honorable y muy
fiel micer Marco Polo de Venecia sobre las costumbres y cualidades de las
regiones de Oriente, publicado y escrito por él en nuestro vulgar, a fin de
que tanto los que gustan más del latín que del romance como los que no
pueden entender en absoluto o difícilmente la propiedad de otra lengua, por
la total diferencia del idioma o por la diversidad de giros, lo lean ahora con
mayor deleite o lo comprendan con más presteza. Además, los que me obligaron
a tomar este trabajo no podían hacerlo del todo por sí mismos, ya
que, entregados a más alta contemplación y prefiriendo lo sublime a lo ínfimo,
rehusaban tanto entender como escribir de cosas terrenas. En consecuencia,
por acatar sus mandados, vertí el contenido de esa obra fiel e
íntegramente en un latín llano y paladino, pues ese estilo requería la materia
del presente libro. Y para que no parezca tal labor huera e inútil, pensé
que de la lectura de este volumen los hombres fieles podrían obtener de
Dios el merecimiento de muchas gracias, ya que, al contemplar las obras
del Señor, maravillosas por la variedad, hermosura y grandeza de sus criaEl
libro de Marco Polo
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turas, admirarán con devoción su poder y su sabiduría; o al ver a los pueblos
gentiles envueltos en tan densas sombras de ceguera y en tan grandes
indecencias darán gracias a Dios, que, alumbrando a sus fieles con el
resplandor de la verdad, se dignó llamarlos de tan peligrosas tinieblas a su
admirable luz; o condoliéndose de su ignorancia rogarán al Señor por la
iluminación de sus corazones; o se confundirá la desidia de los cristianos
no devotos, ya que los pueblos infieles están más dispuestos a venerar a sus
ídolos que muchos de los que han sido sellados con el hierro de Cristo a
honrar el verdadero culto de Dios; también podrán ser incitados los corazones
de algunos religiosos al acrecentamiento de la fe cristiana, y llevarán
con la ayuda propicia de Dios el nombre de nuestro Señor Jesucristo, entregado
al olvido en tan grande multitud de pueblos, a las naciones ciegas de
los infieles, donde la mies es mucha y pocos los obreros. Por otra parte,
para que muchas cosas nunca oídas e insólitas Para nosotros, que se cuentan
en este libro en multitud de pasajes, no parezcan increíbles a un lector
poco avisado, han de saber cuantos lo leyeren que micer Marco, el que las
relata, es un hombre discreto, fiel y devoto y adornado de honestas costumbres
y que goza de buen crédito ante todos sus amigos, de modo que su
relación, por el refrendo de tantas virtudes, es digna de fe. Su padre, micer
Nicolás, varón de prudencia suma, refería igualmente punto por punto las
mismas cosas; también su tío micer Mateo, del que hace mención este libro,
hombre maduro, devoto y sabio, hallándose en trance de muerte aseguró
con firmeza constante a su confesor, en una conversación íntima, que
este libro contenía en todo la verdad. Por esta razón tomé el trabajo de traducirlo
con la conciencia
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