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El valor de la escritura


Enviado por   •  19 de Agosto de 2011  •  Ensayos  •  421 Palabras (2 Páginas)  •  1.733 Visitas

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Cuando el hombre descubrió la palabra escrita, reconoció la extraordinaria capacidad de comunicar los contenidos culturales y sobre todo incidir en las formas de pensar, entendió la trascendencia en el espacio y en el tiempo, es decir, dejaría su huella, un camino allanado para ir más allá del presente, de la propia experiencia, de los sentimientos y unir, comparar, discrepar con el pasado y enlazarlo con el futuro. Esa magia, desde hace varios siglos, la conocen las culturas que poseen escritura.

Esas mismas marcas alfabéticas que los jóvenes aprendices observan con absoluta fascinación, al constatar la posibilidad cierta de dejar un recuerdo de su existencia, una marca tal vez leída por otro, o la infinita posibilidad de múltiples lecturas.

Nuestras escuelas tienen el privilegio de coparticipar en el proceso de apropiación del código lingüístico y formar personas críticas, que lean y produzcan escritura propia. Los programas de educación desde la Educación Inicial hasta la culminación de la Escuela Básica, pretenden consolidar progresivamente las bases para convertir al estudiante en usuario competente de su lengua materna. De ahí la legítima preocupación de quien enseña, porque estos procesos de apropiación de los saberes producidos socialmente, se lleven a cabo de manera eficaz. Para ello existen dentro de los currículos educativos nacionales objetivos claros y bien intencionados, los cuales son cumplidos en su casi totalidad por las escuelas del país. Sin embargo, algo está fallando en el proceso, porque un alto porcentaje de jóvenes latinoamericanos están excluidos del uso escrito de su propia lengua.

La práctica pedagógica tradicionalmente les ha enseñado a los docentes que deben ante todo controlar el conocimiento y limitar la participación libre. Visto lo anterior desde la dinámica de una clase de lengua, los maestros enseñan las recetas gramaticales con absoluta devoción, esperando que los alumnos adquieran las herramientas necesarias para acceder al siguiente nivel educativo, sin preguntarse o preguntarle al interlocutor, si lo comunicado por el lenguaje tiene sentido. Probablemente el mundo palpitante fuera de la escuela, cuya dinámica cotidiana exige prácticas sociales de escritura, tampoco sea invitado a la clase de lengua.

Los maestros están convencidos de que los alumnos ya lo conocen y éstos, por su parte, dan por un hecho el desinterés del maestro por el mundo de vida extraescolar no mencionado por los programas de estudio.

Por lo tanto, todos terminan pensando que el mundo exterior no guarda ninguna relación con el restringido ámbito de la escuela.

En una ocasión un alumno me mostró un cuento escrito en una precaria máquina de escribir, con tachones, errores de ortografía y de puntuación.

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