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Elogios Para Una Madre


Enviado por   •  1 de Junio de 2015  •  2.353 Palabras (10 Páginas)  •  904 Visitas

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ELOGIOS PARA UNA MADRE

(Prov. 31:29-31)

Introducción:Una madre es como la pradera verde en el desierto de esta vida, donde los hijos, cual ovejas cansadas y extraviadas, abrevan en medio de aguas mansas y cristalinas rodeados de pastos verdes y delicados. Es la roca frente a la tormenta de este mundo, donde los hijos, cuales naúfragos abatidos por las fuertes olas, acuden como su lugar seguro y como refugio de protección. Es la entrenadora del equipo, donde los hijos, cuales jugadores inexpertos, los prepara para que ganen el juego de la vida. Allí ella no es la estrella, pero se goza cuando escucha los aplausos que salen de las gradas de este mundo para reconocer la victoria de sus hijos. Ella es la directora de la orquesta, donde sus hijos, cuales instrumentos musicales, los afina para que ejecuten sus diferentes sonidos hasta sacar de ellos la armonía que adornará la música de la familia. Ella es la consejera de sus vidas con la palabra sabia y oportuna, para ayudar al pequeño o al grande que requieren de veletas que orienten sus caminos y de luces que aclaren sus decisiones. Ella es fuerte cuando sus hijos caen. Su fe aumenta, cuando aumentan las tormentas que pretenden destruir la paz y la confianza de sus hijos. Ella se agiganta en su amor cuando sus hijos han perdido una ilusión. Sus brazos están abiertos cuando otros les han abandonado y sus hombros serán apoyo para el hijo que está cansado. A las madres debemos amarlas sin ninguna limitación, debemos honrarlas con una gran devoción, debemos ayudarlas sin ninguna condición y debemos protegerlas con esmero y con tesón. Que en este día, sus hijos y sus esposos, se levanten ante ella, convencidos de su ejemplo y de su entrega, y todos a una voz proclamen que debajo de este sol, no hay una mujer más bella. Que le digamos a coro: tú eres bienaventurada frente a todas las demás. No confías en tu gracia ni es arma tu hermosura, es el temor por tu Dios lo que te hace ser alabada.

ORACION DE TRANSICION: ¿Por qué se elogia a una madre?

I. PORQUE UN HIJO ES UN AMOR INOLVIDABLE. Isaías 49:15

Hay “amores que se olvidan”, dice una canción romántica. Pero me temo que son aquellas ilusiones pasajeras, aquellos sentimientos que gobiernan el corazón temporalmente o aquellos que se construyeron sobre las bases del egoismo y de una satisfacción personal. Sin embargo, sí hay amores que no se olvidan y los tales permanecen para siempre según nos recuerda 1 Corintios 13. Cuando el profeta Isaías quizo ilustrar a ese amor que no olvida, puso a Dios y a la madre como obligadas referencias. De esta manera preguntó: “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti” (Isa. 49:15). Es cierto que algunas madres que han traido hijos al mundo no debieran llevar ese nombre porque, o se han olvidado de ellos o los han matado antes que nazcan. Pero la verdad universal es que el amor de madre es tan inolvidable como el amor de Dios para con nosotros. Y es que no se puede olvidar lo que se formó en el vientre. Cómo puede olvidarse aquella célula que se convirtió en embrión y que de una manera milagrosa y misteriosa dio origen a un ser humano de acuerdo a la “ imagen y semejanza” divina. Cómo puede olvidarse aquella criatura que tuvo vida por su vida; alimento de su alimento; aliento por su respiración. Aquello que fue hueso de sus huesos y carne de su carne. Como puede olvidarse aquello que por nueve meses (aunque algunos se adelantan) estuvo en su “propia habitación”; en lo interno de su cuerpo, de donde sintió sus latidos y sus movimientos. Cómo olvidar aquella carita inocente, aquella risa infantil y el lenguaje de su lloro a través del cual manifestaba su hambre o cualquier enfermedad. Cómo olvidar al niño, al adolescente, al joven o al adulto, pues a pesar de los años el sigue siendo el fruto de su vientre. !No, ese amor no puede olvidarse! Sólo hay una cosa donde la madre se olvida: el dolor de parto por el gozo de su nuevo hijo . Cuando Federico II de Prusia subió al trono, la reina madre, al dirigirse a él le dijo: “Vuestra majestad...”. Y el futuro Federico el grande se apresuró a contestar: “Llamadme siempre vuestro hijo; ese título es más preciado para mí que la dignidad real”. Esto es un verdadero elogio para ese ser a quien llamamos madre. No olvidemos que aunque seamos algo en esta vida, primero hemos sido hijos.

II. PORQUE UN HIJO ES UN RIESGO INEVITABLE (Ex. 2:3 )

La orden del Faraón había sido clara y perentoria, en los tiempos cuando Israel había crecido tanto y estaba bajo una gran opresión. El había dicho: “Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es hija, entonces viva” (Ex. 1:18). Las parteras desobedecieron esa orden y finalmente el Faraón siendo “engañado” por ellas, dio otra orden que todos los niños varones fueran echados al río. Pero hubo una madre que corrió un riesgo, no sólo por no hacer lo que aquel malvado hombre pedía, sino porque colocó a su recién nacido en una arquilla donde otros riesgos no era menos que el anterior toda vez que el mismo río tenía sus peligros naturales. En la historia bíblica se conocerá como Jocabed, quien llegó a ser la madre del gran caudillo del pueblo de Israel, el “niño sacado de las aguas”, que es la traducción exacta del nombre Moisés. Esa mujer nos enseña la gran lección del riesgo que vale la pena correr cuando se trata de salvar a un hijo. Nos habla del gran don de la fe que vive en el corazón de tantas madres.Nadie se ha arriesgado tanto por nosotros en este mundo, después del sacrificio divino, como lo que han hecho nuestras madres. Por un hijo, una madre se arriesga a una noche de desvelo. Por un hijo, una madre se arriesga a cruzar montañas donde hay peligros de las fieras; se arriesga a caminar sobre la nieve, aunque lo único que haga sea cubrir a su pequeño; se arriesga a sufrir hambre o enfermedad con tal que su hijo coma o esté bien. Un hijo es un riesgo que vale la pena correr pero nadie lo hace mejor que el amor de una madre. Lo que hizo Jocabed fue premiado por Dios doblemente. Aquella arquilla donde yacía llorando un hermoso bebé judío fue reconocido por la misma hija de Faraón, y ante el asombro del hallazgo pidió que se le llevara al palacio real y allí fuera educado como parte de la realeza. Y al buscar a alguien para

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