Enseñanza Aprendizaje
guadaperez25 de Junio de 2012
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ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE
Los cambios en la personalidad, en las estructuras cognitivas, los códigos morales, etc. Que afectan a los niños y las niñas de 6 a 16 años hacen indispensable que el docente conozca en profundidad como pueden afectar al proceso de enseñanza y de aprendizaje y de qué manera se pueden manejar estos cambios para que en la edad adulta sean personas totalmente integradas en la sociedad en la que viven, tanto desde el punto de vista conceptual como procedimental y actitudinal.
El desarrollo cognitivo del niño o la niña, o lo que Piaget (1979) denominó “desarrollo espontáneo” del pensamiento, depende de factores internos individuales (sistema organizativo del pensamiento y personalidad), del desarrollo orgánico y del contexto situacional; la suma de estos factores nos induce a pensar que a partir de una misma realidad pueden existir pensamientos completamente distintos.
El modelo organizativo del pensamiento es la consecuencia de la selección de aquellos aspectos que son más llamativos, importantes, interesantes,… para cada individuo ante una situación u objeto. Como factor determinante a la hora de construir la realidad social interior o seleccionar determinados aspectos externos encontramos la personalidad, que tiene una doble dirección, al mismo tiempo que condiciona la percepción del entorno, también es condicionada por el ambiente, hasta el punto de no poderse desarrollar de forma plena en un ambiente coercitivo y sin tolerancia.
Piaget (1979) nos presenta el proceso madurativo humano mediante una serie de periodos o estadios (sensorio motriz – preoperatorio – operatorio – formal) con unas características y posibilidades metales específicas. El desarrollo y la maduración se producen de la siguiente manera: un aprendizaje práctico e intuitivo basado en la información sensorial, que tras un tiempo de práctica y reflexión se convierte en un pensamiento simbólico donde se maneja lo aprendido de forma abstracta y puede ser aplicado a una situación real.
De los trabajos de Piaget podemos extraer la idea de que este proceso no es progresivo, sino de características no monótonas, donde todas las reconstrucciones y superaciones de conflictos cognitivos (desequilibrios) tienen como objeto último el equilibrio perfecto, existiendo periodos donde parece producirse un retroceso, debido a que habilidades superadas en etapas anteriores parecen haber decaído.
Piaget defiende la idea de la adquisición de “esquemas mentales”, que en edades tempranas son básicamente reflejos, para más adelante convertirse en voluntarios y formar las “estructuras mentales”. Estas estructuras mentales se reorganizan y se adaptan para dar respuesta a acontecimientos externos, similares a los ya adquiridos pero desconocidos para el aprendiz.
En los últimos años de la etapa preoperacional (2-7 años), que nos propone Piaget, el pensamiento del niño es principalmente egocéntrico y con grandes rasgos de fantasía, aunque es capaz de representar la acción mediante el lenguaje y de imitar conductas. La etapa de operaciones concretas (7-11 años) se caracteriza por un pensamiento más literal y concreto, con un elevado desarrollo del ordenamiento y clasificación de conceptos, tales como casualidad, espacio, tiempo, velocidad,…que son los inicios para la formulación abstracta, que aún está fuera de las posibilidades de estas edades. En este momento podemos considerar al niño como un verdadero ser social.
Inmersos en la etapa de las operaciones formales (Piaget), los niños y las niñas son totalmente capaces de comprender conceptos abstractos cada vez más complejos. Se desarrollan sentimientos idealistas y hay un mayor desarrollo de los conceptos morales. Existe cierta capacidad de realizar razonamientos sobre el conjunto de posibles (14-17 años).
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