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Esta polilla

BenitocamellaaApuntes14 de Abril de 2018

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Esperanza:         Éstas no son horas de llegar.  No se supone que regresaras tan temprano.  Hoy es un día especial. Y yo no estoy vestida; no tengo la mesa lista y se supone que esto es una sorpresa para ti.

Félix:          (Disculpándose).  Perdona, mi amor, debí adivinar que me preparabas algo.

Esperanza:        Sí, la comida que tu esposa te ofrece todos los años, en compañía de tus mejores amigos, para celebrar tu cumpleaños.

Félix:                         No me dijiste nada…

Esperanza:                 Entonces no hubiera sido una sorpresa, tonto.

Félix:                         Lo siento, mi amor.  (Se sienta en el sillón).

Esperanza:        (Acariciándose el cabello).  Y no te vayas a poner nostálgico. Pero yo me alegro de que te hayan pensionado, ahora tendremos más tiempo junto.

Félix:                  Tengo muchos planes.

Esperanza:        Más yo también, por lo pronto, quisiera liberarme un poco de las obligaciones domésticas, pero he pensado que me podrás ayudar un poco.  Empezando desde ahora, ya que llegaste temprano.

Félix:                         Sí.  Pero déjame prepararme un trago.

Esperanza:        Con el champagne es suficientemente. Alcánzame las copas de tallo alto.

Félix:                        No se dice así, son copas de pie alto.

Esperanza:        Y prepara cuatro para el vino tinto, cuatro para el blanco y aquellas pequeñas para el licor dulce.

Félix:                        ¿Para qué me estás entrenando?, ¿Para camarero?

Esperanza:                Ayúdame.     Hoy no… No vas a comeras en chaqueta y pantuflas.

Félix:                         Te he traído un regalo.  (Dándole una caja).

Esperanza:        (Agradablemente sorprendida).  ¿Por qué?  Es tu cumpleaños, no el mío.

Félix:        Sigo enamorado de ti, después de tantos años pero no lo abras todavía.

Esperanza:        (Intrigada).  No sé si podré contenerme… soy curiosa.  Gracias, mi amor.  ¿Sabes?  El otro día me contaron un el chisme sobre nosotros,

Félix:                        ¿Qué pudo ser?

Esperanza:        Que la recepcionista estaba segura de que nosotros todavía nos hacíamos el amor, por la manera en que tú y yo nos tratamos por teléfono

Félix:                         Nunca pensé que diera informes sobre mi erotismo telefónico.

Esperanza:                (Con malicia).  ¿Y qué crees que respondí cuando me lo preguntaron…?

Félix:                        (Alarmado).  Cualquier cosa menos la verdad.

Esperanza:        Pues no pude mentir.  Dije que lo hacíamos si no con la misma frecuencia, sí, con el mismo encanto.

Félix:                        A nuestra edad la gente lo ve ridículo.

Esperanza:        Es envidia, no es común.  Dora y Rodrigo dejaron de hacerse el amor mucho tiempo atrás y son más jóvenes.

Félix:        Menos ancianos querrás decir.  Bueno, son nuestros amigos, pero admitamos que nunca tuvieron mucha imaginación.

Esperanza:        (Abriendo el regalo).  ¡NO PUEDO CREERLO…! (Saca de la caja un negligée negro).

Félix:                        (Complacido).  ¿Te la pondrás esta noche?

Esperanza:         Me la pondré ahora mismo.  Está preciosa.  (Se la prueba encima del vestido). Quiero que Dora me vea con ella puesta; se va a morir de envidia.  Me la pondré para la cena.

Félix:                        Pensé que te iba a gustar, pero no a arrebatarte de esa manera.

Esperanza:                ¿No crees que ya es hora de hacer lo que una quiere?

Félix                        ¿Y cuándo no lo has hecho?

Esperanza:                No siempre, Ah, estoy tan contenta de que te hayan pensionado.

Félix:                        Si es para lo que estoy pensando, debería darte vergüenza.

Esperanza:                Podría tomar algunos cursos en la Universidad.

Félix:        No pasarías el examen de admisión. Y aunque lo pasaras, ¿no crees que te equivocaste un poquito de época…?  ¿A tu edad…?

Esperanza:        Es cuestión de querer entender la juventud.  Piensa en lo maravilloso que ha de ser estar rodeado de gente joven.

Félix:                        Y cuando te vean a ti, ¿qué pensarán ellos…?

Esperanza:        Les interesará saber que hay gente mayor que está dispuesta a entenderlos.  Uno representa la experiencia y ellos el impulso dinámico.

Félix:                        No me gusta.

Esperanza:                ¿Qué?

Félix:                        Ese impulso dinámico del que piensas rodearte.

Esperanza:        No seas tonto, será maravilloso.  (Comienza a tararear el himno de la universidad).

Félix:                        vas a lanzarme a la más humillante experiencia: los celos.

Esperanza:        Soy la mujer más afortunada si es que aún te los puedo provocar.  (Suena el timbre).  Deben ser ellos.  (Esperanza se dirige hacia el circuito cerrado de televisión, cuyo monitor se encuentra cerca de la entrada.  Al advertir que son sus amigos, habla a través del intercomunicador).  Pasen, pasen.

Félix:                        Bienvenidos. (Les toma los abrigos y los guarda en el closet).

Dora:         Besándolo).  Querido Félix… ¡ah…!  ¡Pero, no se supone que te bese todavía, no deberías estar en la casa!

Rodrigo                 Sí, ¿qué estás haciendo tú en casa…? 

                                                                

Félix:        

Ya sé. debería haber llegado más tarde, encontrar todo apagado y al encender la luz, descubrirlos a ustedes cantando “Cumpleaños feliz”.

Rodrigo         —¿Y cómo te sientes ahora que llegas a la venerable edad de los setenta? 

Félix:                         —Igual que tú cuando cumpliste sesenta y ocho el año pasado. 

Rodrigo                 —No soporta que sea menor que él. ¿

Dora:                        —¡Ah…! Parecen dos adolescentes. 

Rodrigo                  No, ya no. De hecho tendré que tratarlo con más respeto. 

Félix:        

Tengo planeadas muchas actividades que me mantendrán ocupado. No tienes por qué preocuparte. 

Rodrigo                  —no te vayas a caer. Una quebradura a tu edad puede ser fatal. 

Félix:                        

¡Vamos a ver quién puede más! (Comienzan a pelear en broma ante las protestas de Dora. Al cabo de un rato ambos están sin aliento, pero han disfrutado)

Dora:                        —¡Basta! Van a romper un adorno. 

Rodrigo:

(Sentándose). Te mantienes ágil… eres un milagro del paleolítico inferior. 

Félix:        

Eres más joven que yo, pero respiras como un fuelle descompuesto. Estás muy cerca de un infarto. 

Rodrigo                  —(Riéndose). Lo admito. Te mantienes fuerte. 

Félix:                         —Pregúntale a Esperanza si estoy o no en forma. 

...

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