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Estructura Del Discursp


Enviado por   •  20 de Enero de 2013  •  691 Palabras (3 Páginas)  •  239 Visitas

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Elemento Contenido Observaciones

Epígrafe Carece de epígrafe

Saludo Señor Presidente del Gobierno, Autoridades, miembros del jurado, Familia de Don Nicanor Parra, Cristóbal, Señoras y Señores. Saluda a los asistentes de una manera atenta, respetuosa y seria.

Introducción Cuando, decidido a hacer el Viaje del Parnaso, Miguel de Cervantes llega a la vista de Mercurio, tiene que soportar un primer reproche: “Oh Adán de los poetas, oh Cervantes, ¿qué alforjas y qué traje es

este, amigo?”. A lo que él responde: “Señor, voy al Parnaso y, como pobre, Con este aliño mi jornada sigo”. Del reproche pasa el mensajero de los dioses al reconocimiento y el elogio: “Pasa, raro inventor,

pasa adelante con tu sutil designio y presta ayuda a Apolo, que la tuya es importante”

Cuando en el Quijote, tras los primeros descalabros del caballero, el ama ve al pobre hidalgo decidido a emprender nuevas aventuras, exclama alarmada: “se sale; sálese sin duda por la puerta de la

locura”. En efecto, Alonso Quijano estaba rompiendo las casillas de la realidad particular cotidiana, para inaugurar la tesis fundamental de la modernidad: “yo es el otro”. Se salía él y con él se salía la realidad. Pero no se alejaba del espacio de la humanidad. Blas de Otero lo resumió muy bien:

“Cervantes escribe como los ángeles y responde como los hombres”. Comienza su discurso introduciendo a los ahí presentes en aquel viaje que Cervantes Saavedra hiciera al Parnaso, el premio que se otorga es el premio Cervantes, de ahí que el príncipe haga alusión a los relatos de éste histórico poeta, considerado una gran figura de la literatura Española.

Tesis Hace poco más de un siglo, entre los últimos suspiros del modernismo literario, pronunció Ramón Gómez de la Serna “Siete palabras” que anunciaban la revolución del vanguardismo. Eran estas: “¡Oh, si llegara la imposibilidad de destruir!” La literatura realista burguesa nos ofrecía una realidad convencionalmente ordenada y, reproduciéndola, el poeta se consideraba un dios creador. A partir de Gómez de la Serna se multiplicaron los movimientos de vanguardia rupturista, deslumbrados todos

ellos por el señuelo de “lo nuevo”.

Cuando en 1969 le concedieron en Chile a Nicanor Parra el “Premio Nacional de Literatura” lo aceptó “porque —dijo irónico— mi modestia no tiene límites y sería petulante rechazarlo”. Parra, que venía de la calle, del barro, con las canciones del pueblo en la boca —“los chilenos hablan en octosílabos, decía, y la clase media en endecasílabos”—, él, digo, pasó por grandes poetas como Huidobro, García Lorca y Neruda, contraleyéndolos, y fue a emparentar con François Villon, con el Arcipreste de Hita, con Rabelais, quienes,

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