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Evolucion De Democracia


Enviado por   •  9 de Enero de 2012  •  2.532 Palabras (11 Páginas)  •  1.475 Visitas

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Evolucion de la democracia en la época actual

EVOLUCION HISTORICA

Nadie pone en duda hoy que la democracia constituye el tipo de régimen político deseable. Pero ese no ha sido siempre el caso. A la derecha, predominó por mucho tiempo la desconfianza hacia la soberanía del pueblo. A la izquierda, fue el término "socialismo" el que designó el verdadero ideal. Para muchos republicanos clásicos, por otra parte, la República personificaba la forma política del progreso, y era superior incluso al sufragio universal. El itinerario del triunfo del ideal democrático estuvo mucho tiempo, por tanto, rodeado de fuertes resistencias y sometido a una dura competencia por símbolos del bien, juzgados más elevados y más reales. Pero es otro hecho, de carácter semántico, el que debe atraer la atención: el carácter relativamente tardío del uso de la palabra "democracia" para designar el régimen de la soberanía del pueblo; incluso -y es este el hecho interesante-, entre sus partidarios más declarados. Fue necesario esperar hasta 1848 para que en Francia la palabra democracia se impusiera realmente en el lenguaje político. Ahora bien, el principio de la soberanía del pueblo fue formulado y reconocido mucho antes. ¿Cómo explicar este desfase entre la afirmación de la necesaria autoinstitución de lo social, que fundamenta a partir del siglo XVII las distintas teorías del contrato social, y el uso de la palabra democracia, cuando estos dos términos son hoy para nosotros sinónimos? La historia de la palabra democracia oculta allí un enigma que merece ser explorado.

Durante mucho tiempo la palabra democracia sólo designó una forma política obsoleta. En el siglo XVIII, sólo se emplea referida al mundo antiguo. El Dictionnaire universel de Furetière indica: "clase de gobierno donde el pueblo tiene toda la autoridad. La democracia sólo floreció en las repúblicas de Roma y Atenas". La definición política -que no se aleja de la asignada en el siglo XIV por Oresme en su Motz estranges 1- sólo tiene sentido en relación con los ejemplos griego y romano. El Dictionnaire de Trévoux y el Dictionnaire de l’Académie française van en la misma dirección. En estos diccionarios la definición política de la democracia es más breve en cuanto la palabra tiene una dimensión arcaica (Atenas y Roma) o exótica (el Dictionnaire de l’Académie indica que "algunos cantones suizos son verdaderas democracias"). Si Trévoux parece distinguir autoridad y soberanía en la democracia, al precisar que el pueblo debe ejercer la primera y poseer la segunda, sólo el viejo Dictionnaire français de Pierre Richelet (1680) había sido más detallado, especificando: "forma de gobierno donde los cargos se dan al azar". Es necesario abrir El espíritu de las leyes y El contrato social para ir más allá de estas generalidades.

1. Montesquieu y Rousseau

Montesquieu y Rousseau no divergen casi en su valoración de la democracia antigua. Si el concepto de soberanía del pueblo es central para ellos,2 no se limitan, a la manera de los escolásticos, a darle un sentido general de potencia última de legitimación. En su Lettre à d’Alembert sur les spectacles, Rousseau hace hincapié en el hecho de que, en una democracia, "las personas y los soberanos no son más que los mismos hombres considerados bajo distintos puntos de vista".3 Para los dos autores, el concepto de democracia, aprehendido a partir de la idea de soberanía, implica que el propio pueblo sea legislador y magistrado, que él ejerza, pues, a la vez el poder ejecutivo y el poder legislativo.4 La democracia se basa así en los dos principios de autogobierno y legislación directa del pueblo. "Es una ley fundamental de la democracia que sólo el pueblo haga las leyes", subraya Montesquieu5 en una fórmula que no rechazaría Jean-Jacques. Uno y otro están de acuerdo sobre esta producción directa de la ley por el pueblo, que conduce hasta a rechazar el principio de representación, pese a que apenas precisan la cuestión de la iniciativa de las leyes. Están también al unísono en considerar que la democracia significa que el propio pueblo es magistrado. En Emilio, Rousseau llega incluso a escribir: "El soberano puede confiar el gobierno a todo el pueblo o a la mayor parte del pueblo, de modo que haya más ciudadanos magistrados que ciudadanos simples particulares. Se da el nombre de democracia a esta forma de gobierno".6 "La democracia puede abarcar a todo el pueblo o reducirse hasta la mitad", precisa él mismo,7 asimilando entonces la democracia a la forma más absoluta del gobierno directo.8 ¿Pero, cómo proceder entonces en el nombramiento de los gobernantes? Montesquieu es el primero en recordar con fuerza que lo propio de la democracia es designar a los gobernantes por sorteo y no por elección. "El sufragio al azar [escribe] pertenece a la naturaleza de la democracia; el sufragio por elección pertenece a aquella de la aristocracia. El azar es una manera de elegir que no aflige a nadie; él deja a cada ciudadano una esperanza razonable de servir a su patria".9 Rousseau reanuda casi literalmente estas formulaciones en El contrato social para destacar que sólo el sorteo no lastima la igualdad.

Así definida, la democracia de Montesquieu y Rousseau es a la vez tanto un tipo ideal que puede entrar, a la manera de Aristóteles, en una tipología de los regímenes políticos, como un modelo histórico aplicado en raras repúblicas antiguas de costumbres severas. Pero ninguno de los dos autores imagina que la democracia pueda convenir al mundo moderno. Rousseau lo subrayó con fuerza: "Tomando el término en el rigor de la acepción, nunca ha existido verdadera democracia, y no existirá jamás".11 Recordamos también la desilusionada máxima: "Si hubo un pueblo de dioses, él se gobernó democráticamente. Un gobierno tan perfecto no conviene a los hombres".12 Pero en Rousseau -no lo hemos resaltado suficientemente- el concepto de "democracia" cede el paso ante el de "soberanía del pueblo". Es la soberanía popular la que designa, según él, la cualidad esencial del régimen de sus preferencias. La democracia, para Rousseau, define una forma de gobierno, una técnica de decisión, pero ella no es suficiente para calificar lo esencial: el fundamento mismo del vínculo social y la organización política. Lo que Rousseau pretende explorar sobre todo son las implicaciones radicales de una sociedad que se debe autoinstituir sin que, de ninguna manera, se pueda basar en un orden dado. Es en el programa de esta autoinstitución que reside, para él, la gran revolución de los tiempos modernos.

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