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FALACIA ECONOMICA


Enviado por   •  9 de Febrero de 2013  •  1.564 Palabras (7 Páginas)  •  904 Visitas

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os esfuerzos para llegar a una visión más real del problema general planteado a nuestra generación por el sustento del hombre, se encuentran desde el principio frente a un tremendo obstáculo: un arraigado hábito de pensamiento propio de las condiciones de vida de ese tipo de economía que creó el siglo diecinueve en todas las sociedades industrializadas, personificado en la mentalidad de mercado.

Nuestra tarea en este capítulo es indicar, de manera preliminar, las falacias a las que ha dado lugar dicha mentalidad de mercado y, de paso, exponer algunas de las razones por las que estas falacias han influido de manera tan perjudicial en el pensamiento de la gente.

En primer lugar definiremos la naturaleza de este anacronismo conceptual; luego describiremos el desarrollo institucional a partir del cual se originó y extendió su influencia a nuestra visión moral y filosófica. Seguiremos la influencia de esta actitud mental en los campos organizados del conocimiento, tales como la teoría económica, la historia económica, la antropología, la sociología, la psicología y la epistemología, que forman el conjunto de las ciencias sociales.

Dicho estudio no debe dejar lugar a dudas sobre el impacto del pensamiento económico en casi todos los aspectos de los problemas que afrontamos, especialmente en cuanto al carácter de las instituciones económicas, su política y principios, tal y como éstos se revelan en las formas de organización de los medios de subsistencia en el pasado.

Casi nunca es pertinente resumir la ilusión general de una época en términos de error lógico; aunque, conceptualmente, la falacia económica, no puede describirse de otra manera. El error lógico fue algo común e inofensivo: un fenómeno específico se consideró idéntico a otro ya familiar. Es decir, el error estuvo en igualar la economía humana general con su forma de mercado (un error que puede haber sido facilitado por la ambigüedad básica del término económico, al que volveremos después). La falacia es evidente en sí misma: el aspecto físico de las necesidades del hombre forma parte de la condición humana; ninguna sociedad puede existir si no posee algún tipo sustantivo de economía. Por otra parte, el mecanismo oferta-demanda-precio (al que popularmente se denomina mercado), es una institución relativamente moderna con una estructura específica, que no resulta fácil de establecer ni de mantener. Reducir la esfera del género económico, específicamente, a los fenómenos del mercado es borrar de la escena la mayor parte de la historia del hombre. Por otro lado, ampliar el concepto de mercado a todos los fenómenos económicos es atribuir artificialmente a todas las cuestiones económicas las características peculiares que acompañan al fenómeno del mercado. Inevitablemente, esto perjudica la claridad de ideas.

Los pensadores realistas definieron en vano la diferencia entre economía general y sus formas de mercado; el Zeitgeist económico no tuvo en cuenta ni el tiempo ni las diferencias. Estos pensadores subrayaron el significado sustantivo del término económico. Identificaron la economía con la industria más que con los negocios; con la tecnología más que con el ceremonialismo; con los medios de producción más que con los títulos de propiedad; con el capital productivo más que con las finanzas; con los bienes de equipo más que con el capital; en resumen, con la sustancia económica más que con la terminología y la forma de mercado. Pero las circunstancias pesaban más que la lógica, y la poderosa. fuerza de la historia actuó para fundir dos conceptos dispares en uno solo.

I. La economía y el mercado

El concepto de economía nació con los fisiócratas franceses simultáneamente a la institución del mercado como mecanismo de oferta-demanda-precio. El fenómeno, desconocido hasta entonces, de una interdependencia de precios fluctuantes afectó a multitud de hombres. El naciente mundo de los precios fue resultado de la expansión del comercio -una institución mucho más antigua e independiente de los mercados- dentro de la articulación de la vida diaria.

Los precios existían antes, desde luego, pero de ningún modo constituían un sistema propio, dado que su esfera estaba restringida al comercio y las finanzas, ya que sólo los banqueros y comerciantes utilizaban el dinero regularmente, al ser la mayor parte de la economía, rural y prácticamente sin ningún tipo de comercio, una diminuta cadena de bienes dentro de la vasta e inerte masa de la vida vecinal en el señorío o en las casas. Cierto que los mercados urbanos conocían el dinero y los precios, pero la base para controlar estos precios era mantenerlos estables. No fue su ocasional fluctuación, sino su predominante estabilidad lo que les convirtió en un factor cada vez más importante a la hora de determinar los beneficios del comerciante, ya que estos

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