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Futurismo

krhis5 de Noviembre de 2012

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EL FUTURISMO

-1-Futurismo.

Movimiento literario y artístico surgido en Italia en el primer decenio del siglo XX. Nació con un manifiesto, y varió y fijó sus propios enunciados en una serie de manifiestos. El 20 de febrero de 1909 F.T. Marinetti publicó en «Le Figaro» de París un primer Manifiesto en el que proclamó como formas de expresión del futurismo la agresividad, la temeridad, el salto mortal, la bofetada, el puñetazo.

En 1912, el mismo Marinetti, con el Manifiesto técnico de la literatura futurista, apuntó como medio específico de expresión literaria las «palabras en libertad», que eran capaces de traducir, por analogía y sugestión, los mecanismos psíquicos y el frenesí de la vida moderna. Esto comportaba la abolición de la sintaxis, de la puntuación, de las partes calificativas del discurso (adjetivos, adverbios). Las nuevas teorías se aplicaron también a la pintura (1910: Primer y segundo manifiesto de la pintura futurista, firmados por Balla, Boccioni, Carrá y Russolo), a la música (1910: Manifiesto de los músicos futuristas, firmado por Pratella), a la escultura (1912: Manifiesto de Boccioni, en el que se afirma que la escultura debe convertir el infinito plástico aparente y el infinito plástico interior), al teatro (1915: Manifiesto del teatro futurista sintético, firmado por Marinetti y Settimelli, y Manifiesto de la escenografía futurista, firmado por Prampolini; el primero recomendaba 2 sorprender al público con cualquier medio, p. ej. con la 1 concisión, reduciendo las escenas al tiempo fulminante ( de pocos segundos) e incluso a otras formas artísticas todavía por nacer, pero destinadas a nacer en el futuro.

Esta gran cantidad de programas revela una exasperada proyección hacia el futuro; y si por un lado expresa la voluntad de romper con la tradición, por el otro demuestra una cierta incapacidad de realizarse en formas menos hipotéticas y más actuales. Uno de los aspectos más llamativos del futurismo es, en suma, lo veleidoso, que se enmascara de triunfalismo para rechazar el mito de la derrota propio de cierto romanticismo y del decadentismo. Los fu turistas cultivan, por el contrario, el mito de la victoria: victorias tal vez ficticias, coronadas no por una gloria aristocrática y solitaria (como en D'Annunzio), sino por el escándalo en los cafés, en la calle, en las salas de conferencias.

De todos modos el futurismo fue, buena o mala, una escuela de polémica y de moral; y si usó con eficacia la técnica publicitaria, admitiéndola de golpe en la expresión artística, lo hizo con una finalidad básicamente pedagógica. Pero ello no impidió a los futuristas transformar, con el tiempo, los temas iniciales de la máquina, la velocidad, la técnica en exaltación de la violencia, del imperialismo, de la guerra, «higiene del mundo», y, por lo menos con Marinetti, del fascismo.

En el ámbito literario, el futurismo italiano tuvo sus mejores exponentes, además de en Marinetti, en A. Palazzeschi, C. Govoni y A. Soffici; pero los resultados más importantes del movimiento se alcanzaron, probablemente, en el campo de las artes figurativas, con la introducción (sobre todo por obra de Boccioni) de un nuevo sentido del espacio que tuvo consecuencias importantes en la vanguardia europea contemporánea y posterior: cubismo, dadaísmo, surrealismo.

Filippo Tomasso MARINETTI: (Alejandría, Egipto, 1876 -Bellagio, Como, 1944) escritor italiano. Poeta, novelista y fundador del futurismo, pasó su juventud en París, donde publicó sus primeras obras, escritas en francés. El 20 de febrero de 1909 publicó en «Le Figaro» el primer manifiesto del futurismo, que arremete contra los valores tradicionales, exaltando el dinamismo de la vida moderna, los mitos de la máquina y de la guerra y la violencia como afirmación de la individualidad.

En el siguiente Manifiesto de la literatura futurista (Manifesto della letteratura futurista, 1910) teorizó poéticas y medios expresivos adecuados para lograr la dinámica de la sensación, del movimiento, de la materia, mediante el desquiciamiento de la sintaxis y la puntuación, las palabras en libertad y los caracteres de imprenta dispuestos de maneras sugestivas e inusitadas.

Los resultados más notables de la aplicación directa de este programa son la novela Mafarka el futurista (Mafarka il futurista, 1910) y, en lo poético, Zang Tumb Tumb. Adrianópolis, octubre de 1912 (Zang Tumb Tumb. Adrianopoli, ottobre 1912, 1914), descripción fonosimbólica de un episodio de la guerra de Africa. Inspiró y redactó otros manifiestos, como Teatro de variedades (Teatro di varietá, 1913), Teatro sintético (1915) o Guerra, la única higiene del mundo (Guerra sola igiene del mondo, 1915). Su nacionalismo y su belicismo le llevaron a apoyar la guerra de Libia (La batalla de Tripoli, La battaglia di Tripoli, 1912), posteriormente la intervención en la 1ª guerra mundial y finalmente la dictadura fascista, de la que recibió honores y cargos oficiales.

Marinetti fue sobre todo un hábil organizador cultural, sensible a las nuevas relaciones con el público nacidas con los mass media; algunas de sus mejores capacidades son reconocibles en la inventiva lúcida y agresiva de los «manifiestos», que se elevaron, gracias a su escritura, a la categoria de género literario.

-2-El desarrollo del futurismo

El futurismo tuvo un desarrollo raudo, coincidente con otras tendencias vanguardistas, en tan apretado y sucesivo tiempo como nunca antes se pudieron apreciar las variaciones e intenciones del arte

Pogolotti estuvo tres años con los futuristas turineses, coincidentes con la segunda hornada del movimiento y con una variación, la “poética de la aeropintura” (Mino Samenzi). Vivió esa experiencia pictórica también desde una acendrada curiosidad y una elaboración intelectiva. Presenció el vértigo de las vanguardias. El futurismo tuvo un desarrollo raudo, coincidente con otras tendencias vanguardistas, en tan apretado y sucesivo tiempo como nunca antes se pudieron apreciar las variaciones e intenciones del arte. En pocas décadas, precipitados por hechos y derrumbes, cataclismos bélicos y movimientos políticos extremos, el futurismo quiso expresar la dinámica interna de la materia, el constructivismo una integración de creatividad y producción, el cubismo asir la dureza de los objetos en el espacio-tiempo, el abstraccionismo exaltar una autoconciencia completa del lenguaje y la representación de ámbitos mentales interiores. Todo, a pesar de ellos, trascendido, estremecido por luchas sociales, partidistas, movido por intereses en ocasiones confluyentes en sus objetivos iniciales pero llevados a puntos trágicamente antagónicos en su desarrollo y profundización.

El futurismo nació “literario” en 1909, en los primeros meses se abrió a la pintura y a finales de 1910 e inicios de 1911 a la música (Francesco Balilla Pratella), mientras Filippo Tommaso Marinetti, líder y popularizador del movimiento, intervenía en el plano teatral. Lo marcó una progresiva transgresión de los límites genérico-artísticos tradicionales, con referencias concomitantes a otros niveles sensoriales (la vitalidad caótica primaria de la materia) y la ambición de una obra total de anexión del ambiente. Una visión de las máquinas en su dinamismo, la simultaneidad de movimientos y la ambición por captarlos, la ciudad como una continua trama de estructuras retadoras del equilibrio y del espacio. Una connotación emotiva que semejó un estallante accidente de la perspectiva y la dimensión tradicionales, sucesión de fases en el trazado con una agilidad imprevista. Se proponía “una reconstrucción futurista del Universo”, como esclareció su manifiesto augural.

En términos ideológicos tuvo una inicial vinculación con elementos contestatarios (Los funerales del anarquista Galli, de Carlo Carrá, reproducido en revistas continentales e insulares de América) que, arrollada por acontecimientos e intereses de la convulsa Europa de entreguerras, llegaría a definiciones opuestas. En términos artísticos continuaba el debate de un tema que desde mediados del XIX había evidenciado la enemistad entre poesía y tecnología. Las vanguardias del XX se propusieron subsanarlo o replantearlo desde nuevos ángulos, resolver un dilema que en períodos de restauración exigía definiciones. Del irracionalismo romántico a la evolución de las ciencias quedaba establecido un “progresismo” de nuevo tipo, una conciencia de la realidad maltrecha, para rectificarla desde los terrenos del arte. El futurismo se apropió de significados que ya venían debatiéndose. Sus amados automóviles, fábricas y aeroplanos, la velocidad como negación del sentimentalismo romántico, eran nuevas modalidades de un mismo afán. El “maquinismo” optaba por diferentes emblemas para integrar la “belleza nueva” exaltada en el primer Manifiesto del Futurismo, con una fe iconoclasta también reclamada por otras tendencias vanguardistas. Marinetti lanzó un grito diferenciador asumido como herejía: “En su desplazamiento veloz, un automóvil de carrera con un capó adornado de gruesos tubos semejantes a serpientes de hálito explosivo, es más bello que la Victoria de Samotracia.”

Con la irreverencia frente a la complacencia en el arte, a tanta pintura comercial y relamida que se amparó en el llamado “buen gusto” característico de finales del XIX, buscaban una diferenciación para darle a su trabajo un giro que se fue radicalizando hacia definiciones cada vez más autónomas de lenguaje y estilo. Todo ello implicaba

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