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Generación Literario Del '98


Enviado por   •  8 de Octubre de 2012  •  3.463 Palabras (14 Páginas)  •  492 Visitas

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Generación literaria, contexto histórico-social y literario

Generación del 98

Se ha llegado a definir el término “generación” como una unidad cronológica conforme a la cual debiera computarse la historia. Se señala que debemos distinguir entre una generación que acepta su herencia de sus antecesores -generaciones acumulativas- que conserva y enriquece el legado cultural; y otra, que rechaza esa herencia y busca una respuesta espontánea, original: son generaciones eliminatorias o de combate. De este tipo es la Generación del 98.

A pesar de los numerosos cambios políticos y sociales que afectaron a España durante la primera mitad del siglo XX, la creación cultural fue testigo de un nuevo renacimiento, entró en una fase desacostumbrada de actividad creadora, surgió un esplendor que provocó que algunos estudiosos hablaran de este periodo como “La edad de plata”, que tiene sus inicios en 1898 y termina con el estallido de la guerra civil en 1936.

El primer cambio lo inicia la pérdida de las últimas colonias de España, y en general, la conclusión de un largo periodo de decadencia que tuvo su origen en el siglo XVII. Un amplio grupo de escritores reaccionó en contra de estos acontecimientos, en una búsqueda constante de las causas y las soluciones para volver a construir lo que en tiempos fue España. Se les conoce como “La Generación del 98” y en este grupo se encuentran muchas figuras importantes de la literatura española. Sin embargo, sus actividades no se limitaban únicamente a la literatura, sino que se extendían desde el campo de la ciencia, la medicina y la historia hasta la realización de ensayos.

Algunos miembros de esta Generación alcanzaron un lugar en la literatura universal, como es el caso del escritor vasco Miguel de Unamuno, autor de la obra analizada, quien en su “Sentimiento trágico de la vida”, ofrece las reflexiones y los temas básicos del Existencialismo. Otro escritor de origen vasco, Pío Baroja, gran novelista realista, crea su narración con increíble simplicidad, naturaleza y dinamismo. Azorín nos describe Castilla y su gente, la “belleza de lo ordinario”. El gallego Ramón María del Valle Inclán nos proporciona la musicalidad de su prosa, la que experimenta la primera estética modernista y el “esperpento”. El andaluz, Antonio Machado, inició su poesía contemporánea con una profunda meditación temporal.

En casi todos los escritores de la generación del 98 es fundamental la preocupación por España y sus problemas.

Las características de la “Generación del 98” son las siguientes:

• Pesimismo patriótico:

• La Patria no debe ser alabada de puertas afuera.

• España debe ser conocida en sus bellezas olvidadas.

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• La europeización: La cultura española pierde su carácter tradicional y se deja influenciar según modelos extranjeros, especialmente alemanes, ingleses y franceses.

• El Autodidactismo: Se refiere a que los escritores de esta generación son autodidactas; llevan a la prensa y al libro sus ideas y sus doctrinas.

• La Rebeldía: Toda la labor de la generación del 98 está caracterizada por un noble deseo renovador.

• El Estilo: Los escritores de la generación 98 estudian concienzudamente el lenguaje, aprovechando el origen etimológico de las palabras. Es de sobra sabido que había una gran diferencia entre los autores del 98 en cuanto al estilo se refiere, pero a la vez tenían en común una actitud crítica e interrogativa, y muchas ganas de modernizar y liberalizar España.

Autor:

Unamuno, Miguel de

(Bilbao 1864- Salamanca 1936), filósofo y escritor español, considerado por muchos como uno de los pensadores españoles más destacados de la época moderna. Nacido en Bilbao, Unamuno estudió en la Universidad de Madrid donde se doctoró en filosofía y letras con la tesis titulada Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca (1884), que anticipaba sus posturas contrarias al nacionalismo vasco de Sabino Arana. Fue catedrático de griego en la Universidad de Salamanca desde 1891 hasta 1901, en que fue nombrado rector. En 1914 fue obligado a dimitir de su cargo académico por sus ataques a la monarquía de Alfonso XIII; sin embargo, continuó enseñando griego. En 1924 su enfrentamiento con la dictadura de Miguel Primo de Rivera provocó su confinamiento en Fuerteventura (islas Canarias). Más tarde se trasladó a Francia, donde vivió en exilio voluntario hasta 1930, año en que cayó el régimen de Primo de Rivera. Unamuno regresó entonces a su cargo de rector en Salamanca, que no abandonaría hasta su muerte. Aunque al principio fue comprensivo con la sublevación del ejército español que enseguida encabezó el general Francisco Franco, pronto les censuró públicamente: en un acto celebrado en la Universidad de Salamanca, su comentario “venceréis, pero no convenceréis”, provocó la respuesta de los sublevados. Sus últimos días los pasó recluido en su domicilio de Salamanca.

Unamuno fue poeta, novelista, autor teatral y crítico literario. Su filosofía, que no era sistemática sino más bien una negación de cualquier sistema y una afirmación de “fe en la fe misma”, impregna toda su producción. Formado intelectualmente en el racionalismo y en el positivismo, durante su juventud simpatizó con el socialismo, escribiendo varios artículos para el periódico El Socialista, donde mostraba su preocupación por la situación de España, siendo en un primer momento favorable a su europeización, aunque posteriormente adoptaría una postura más nacionalista. Esta preocupación por España (que reflejó en su frase “¡Me duele España!”) se manifiesta en los ensayos recogidos en sus libros: En torno al casticismo (1895) y Vida de Don Quijote y Sancho (1905), donde hace del libro cervantino permanente modelo de idealismo, y Por tierras de Portugal y España (1911). También son frecuentes los poemas dedicados a exaltar las tierras de Castilla, considerada la médula de España. Más tarde, la influencia de filósofos como Arthur Schopenhaner, Adolf von Harnack o Sören Aabye Kierkegaard, entre otros, y una crisis personal (cuando contaba 33 años), debida a la fatal enfermedad de su hijo Raimundo y a las aprehensiones sobre su propia salud, contribuyeron a que rechazara el racionalismo, al que contrapuso la necesidad de una creencia voluntarista de Dios y la consideración del carácter existencial de los hechos.

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