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Globalizacion


Enviado por   •  31 de Mayo de 2013  •  12.423 Palabras (50 Páginas)  •  171 Visitas

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Portada :: Opinión :: LA IZQUIERDA A DEBATE

02-08-2001

Capitalismo, imperialismo, mundialización

Samir Amin

CLACSO

El discurso dominante impuso, desde hace veinte años, el uso del término mundialización (a veces escrito en "franglés", "globalisation") para designar, de manera general, los fenómenos de interdependencia a escala mundial de las sociedades contemporáneas. El término nunca es relacionado con las lógicas de expansión del capitalismo, y menos aún con las dimensiones imperialistas de su despliegue. Esta falta de precisión deja entender que se trata de una fatalidad, que es independiente de la naturaleza de los sistemas sociales -la mundialización se impondría a todos los países de la misma forma, sea cual sea su opción de principio, capitalista o socialista-, y que actúa entonces como una ley de la naturaleza producida por el estrechamiento del espacio planetario.

Me propongo demostrar que este tipo de discurso es un discurso ideológico destinado a legitimar las estrategias del capital imperialista dominante en la actual fase. Por lo tanto, los límites objetivos de la mundialización pueden ser reconsiderados a la luz de políticas diferentes a las que hoy son presentadas como las únicas posibles y cuyos contenidos y efectos sociales también serían diferentes. La forma de la mundialización depende entonces, en definitiva, de la lucha de clases.

1. La mundialización no es un fenómeno nuevo, y la interacción de las sociedades es sin duda tan antigua como la historia de la humanidad (Arrighi, 1994; Bairoch, 1994; Braudel, 1979; Gunder Frank, 1978; Szentes, 1985; Wallerstein, 1989). Desde hace por lo menos dos milenios las "rutas de la seda" vehiculizaron no solamente las mercaderías sino que también permitieron las transferencias de conocimientos científicos y técnicos, y de las creencias religiosas que marcaron -por lo menos en parte- la evolución de todas las regiones del mundo antiguo, asiático, africano y europeo. Las formas de estas interacciones y sus impactos eran sin embargo diferentes a las de los tiempos modernos -los del capitalismo. La mundialización no es separable de la lógica de los sistemas que vehiculizan su despliegue. Los sistemas sociales anteriores al capitalismo, que califiqué en su momento de tributarios, estaban fundados en lógicas de sumisión de la vida económica a los imperativos de la reproducción del orden político-ideológico, en oposición a la lógica del capitalismo que invirtió los términos (en los sistemas antiguos el poder es la fuente de riqueza, en el capitalismo la riqueza funda el poder, escribí en relación a esto). Este contraste entre los sistemas sociales antiguos y modernos establece una diferencia mayor entre los mecanismos y los efectos de la mundialización en la antigüedad y aquellos propios del capitalismo.

La mundialización de los tiempos antiguos ofrecía "oportunidades" a las regiones más atrasadas para que éstas pudieran acercarse a los niveles de desarrollo de las más avanzadas (Amin, 1996). Estas posibilidades fueron o no aprovechadas según los casos. Pero esto dependía exclusivamente de determinaciones internas propias de las sociedades en cuestión, sobre todo en cuanto a las reacciones de sus sistemas políticos, ideológicos y culturales a los desafíos que representaban las regiones más avanzadas. El ejemplo más ilustrativo del notable éxito de este orden es provisto por la historia europea, región periférica y atrasada hasta bien entrada la Edad Media en comparación con los centros del sistema tributario (China, India y el mundo islámico). Europa recuperó su atraso en un período breve -entre 1200 y 1500- para afirmarse, a partir del Renacimiento, como un centro de nuevo tipo, potencialmente más poderoso y portador de nuevas y decisivas evoluciones respecto a todos sus predecesores. Atribuí esta ventaja a la mayor flexibilidad del sistema feudal europeo, precisamente, porque era una forma periférica del mundo tributario.

2. En contraste, la mundialización de los tiempos modernos asociada al capitalismo es por naturaleza polarizante (Amin, 1997). Con esto quiero decir que la pro p i a lógica de la expansión mundial del capitalismo produce una desigualdad creciente entre quienes participan del sistema. Es decir, que esta forma de mundialización no ofrece una posibilidad de rattrapage que será aprovechada o no según las condiciones internas propias de los países en cuestión. El rattrapage de los atrasos requiere siempre la implementación de políticas voluntaristas que entran en conflicto con las lógicas unilaterales de la expansión capitalista; políticas que, en función de esto, deben ser calificadas de "políticas antisistémicas de desconexión". Este último término que he pro-16 puesto no es sinónimo de autarquía o un absurdo intento de "salir de la historia". Desconectar significa someter los vínculos con el exterior a las prioridades del desarrollo interno. Por lo tanto, este concepto es antagónico al que es preconizado y que llama a "ajustarse" a las tendencias mundialmente dominantes, ya que este ajuste unilateral se traduce para los más débiles en una acentuación de su "periferización". Desconectar significa transformarse en un agente activo que contribuye a moldear la mundialización, obligando a ésta a ajustarse a las exigencias del desarrollo propio.

La demostración de esta tesis reposa en la distinción que propongo realizar entre el mecanismo general a través del cual se expresa la dominación de la ley del valor, propia del capitalismo, y la forma mundializada de esta ley. En el capitalismo lo económico se emancipa de la sumisión a lo político y se transforma en la instancia directamente dominante que comanda la reproducción y la evolución de la sociedad. De esta forma, la lógica de la mundialización capitalista es, ante todo, la del despliegue de esta dimensión económica a escala mundial y la sumisión de las instancias políticas e ideológicas a sus exigencias. Por lo tanto, la ley del valor mundializada que comanda este proceso no puede ser reducida a la ley del valor que opera a nivel mundial tal como ella opera en el plano abstracto del concepto de modo de producción capitalista. La ley del valor, analizada a ese nivel, supone la integración de los mercados a escala mundial solamente en las dos primeras de sus dimensiones: los mercados de productos y de capital tienden a ser mundializados, mientras que los mercados de trabajo permanecen segmentados. En este contraste se expresa la articulación, característica

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