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Henry Dunant, Cruz Roja Y Masoneria


Enviado por   •  27 de Diciembre de 2012  •  1.010 Palabras (5 Páginas)  •  1.632 Visitas

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Henry Dunant, Masón

Henry Dunant (1828-1910). Fundador de la Cruz Roja. Premio Nobel de la Paz. Iniciado en la logia Concorde de Ginebra. Hijo de una familia privilegiada, Dunant, era llevado por su madre a visitar a los necesitados. En aquellas visitas a los pobres y enfermos, Henry palpó la aspereza del sufrimiento. Especialmente penosas les resultaban las visitas a los huérfanos de la finca La Monnaine. Poseía una sensibilidad extrema.

“El muchacho sabía que, al final de aquellos encuentros, él regresaría a su opulencia mientras los niños de orfanato y uniforme chapotearían en la soledad y penuria. Comprendía que la “caridad cristiana” era tan solo un parche para mitigar malas conciencias y perpetuar la injusticia. Con los años, fue germinando en Dunant el sentido de lo universal. Sentimiento que lo conduciría al seno de la logia”. En un ambiente donde la religión calvinista dominaba todos los aspectos de la vida (hasta la opresión), los niños crecían sin adolescencia y pasaban, sin transición, a la etapa adulta. Nuestro personaje compensaba esta vida desquiciada con una fantasía desbordante, que años más tarde, lo llevaría de la gloria al olvido.

Mientras Henry Dunant se hacia adulto, emprendió con otros socios una empresa misma que fracasaría por diversas circunstancias, lo que lo llevo a buscar el apoyo de Napoleón III. Durante la búsqueda del Emperador, Dunant se encontró con su destino… En medio de batallas campales, el sensible Dunant, se topo con carros atestados de heridos siembra de gemidos y bañados en sangre. En el ambiente militar, los heridos eran catalogados, solo carne vencida, nada de que preocuparse.

Sin empresa, y sin ayuda de amigos influyentes, Henry Dunant continúa su indagación sobre el paradero del Emperador, entre colinas y bosques inéditos para él, llega a Solferino (Italia) el 24 de junio de 1859 en medio de una batalla entre franceses e italianos contra los austriacos que ocupaban el país; ahí encontró al anochecer miles de heridos abandonados a su suerte. Sin pensarlo mucho, y a la voz de: Tutti fratelli (todos somos hermanos) emprendió de manera improvisada, el auxilio de los heridos sin distinción de nacionalidad, raza o uniforme. Entre problemas cotidianos en los que se encuentran sus problemas empresariales y el socorro a los heridos, Dunant avizora que es necesaria una sociedad que se ocupe del asunto a nivel mundial. Emprende una cruzada para lograr su objetivo que acaba por ser extenuante. Regresa a Ginebra.

Entre tanto, poco a poco se va conociendo su esfuerzo realizado en Solferino, se le reconocen sus méritos con diversas condecoraciones y reconocimientos; mismos que jamás mencionará en sus memorias… El masón trabaja para lo ignorado… Durante un año, pasa horas reclinado sobre las hojas y la tinta. El libro Recuerdos de Solferino va tomando cuerpo. Su idea de organización universal, en consonancia con el espíritu masónico. Una gran organización que combata los horrores de la guerra por encima de razas, nacionalidades, dogmas y religiones”.

Se unieron a él cuatro ciudadanos de Ginebra para realizar esta ambiciosa idea y fueron: El General Guillaume-Henry Doufour; el abogado Gustavo Moynier

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