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Historia Futbol

Andres2001hot9 de Junio de 2015

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PERO ALGUIEN TRAJO EL FÚTBOL: HISTORIA DEL FÚTBOL TARAPAQUEÑO1

Bernardo Guerrero Jiménez*

Al igual que en el resto de América Latina, los deportes y el fútbol específicamente, fueron introducidos en el norte grande de Chile por los ingleses. Desde fines del siglo XIX, tanto en la pampa salitrera como en los puertos, la sociedad civil se organiza, ya sea por el influjo del trabajo o por el del ordenamiento barrial, en clubes deportivos. Este trabajo entrega antecedentes sobre la historia de esta práctica deportiva en Tarapacá.

Palabras claves: Identidad, Historia, Deporte.

The same as in the rest of Latin America, sports, and specifically, soccer, were introduced in the north of Chile by the English. Since late XIX century, sports clubs app.ear in the pampas as well as in the ports where the civil society organizes itself through work activities or neighbourhood settling. This article provides evidence about the history and sport practice in Tarapacá.

Key words: Identity, History, Sport.

INTRODUCCIÓN

Las ciencias sociales en Chile no han abordado de modo sistemático el tema del deporte. A pesar de la visibilidad de esta práctica masiva y de su exposición mediática, los sociólogos entre otros, han reflexionado poco o nada sobre este fenómeno. Lo anterior contrasta, por ejemplo, con lo que ocurre en Europa, y en especial en Inglaterra y Francia. Tres son las posibles causas de esta desatención. Vamos por parte.

Una, la primera y la más socorrida, por lo tanto la más débil, es la que afirma que Chile no es un país futbolizado. Esta afirmación adquiere validez si comparamos nuestra condición futbolera en relación a nuestros vecinos del Atlántico. En efecto, Argentina, Uruguay y Brasil aparecen para el común de los chilenos como países futbolizados. A juzgar, por las medallas de oro logradas en Atenas por los tenistas Massú y González, tendríamos que afirmar que somos más “tenizados” que otra cosa. Pero tampoco hay estudios sobre el llamado “deporte blanco”. Más aun si Marcelo Ríos, fue número uno del mundo.

La segunda es la explicación que afirma que la sociología en Chile fue siempre una sociología de lo político, que ha reflexionado sobre el Estado, los partidos políticos, los movimientos sociales. Y cuando ha problematizado sobre la sociedad civil lo ha hecho mirándola desde su relación con el Estado. Y lo anterior no es casualidad. Chile y desde los años ‘60, del siglo pasado, con las experiencias de los gobiernos desarrollistas, Frei y luego del gobierno revolucionario de Allende, que culminó con el golpe de estado de 1973, se convirtió en un laboratorio social, económico y político que llamó la atención de la sociología de la época. Fue tanto, que por mucho tiempo se creyó que la sociología era, por definición, sociología política.

Recién en estos últimos años, los llamados temas emergentes han ido variando la agenda temática de la sociología. Temas como género, lo étnico, medio ambiente, consumo y tráfico de drogas, consumo, la juventud, por sólo nombrar algunos, empiezan a discutirse como fenómenos radicados en la sociedad civil. A ello habría que agregar que a partir de los años ‘90 del siglo pasado, cuando la sociología vuelve a abrirse como oferta académica, las regiones logran ofrecer una malla académica con énfasis en lo regional. Aquí, lo étnico, la religiosidad popular, la historia de la región, entre otros fenómenos ocupan un lugar importante en el mapa académico. Esto sucede tanto en el norte como en el sur. Y son de una u otra manera, desafíos a la sociología metropolitana.

La tercera es la que tiene que ver con la mirada ilustrada de la sociología que ve “lo popular” como un fenómeno poco digno de ser considerado. Lo popular para esta mirada tiene que ver con el mal gusto, la ordinariez, lo masivo. Y será considerado siempre y cuando, esta realidad tenga una explicitación política clara y se dirija contra el Estado. Para esta sociología ilustrada y metropolitana, el deporte entre otros temas, es marginal o en el mejor de los casos, realidades que los antropólogos deben estudiar. Hay por lo tanto una mirada despreciativa además sobre la Antropología, que según el canon clásico, obviamente arbitrario, y sin ningún sustento en la realidad, debe estudiar lo exótico, lo folklórico, etc. De este modo, el fútbol o el box, por sólo nombrar dos disciplinas, deberían ser preocupaciones de los hijos de Malinoswki o de Geertz, y no de los descendientes de Marx o Weber. Lo “serio” (entiéndase, lo político y lo económico) sería tema de los sociólogos y lo “lúdico”, de los antropólogos.

Más allá de la caricatura, lo cierto es que el deporte al igual que otros temas llamados marginales o no canonizados por el discurso oficial, han logrado en países como Uruguay, Brasil o Argentina adquirir cierta visibilidad. La situación en Chile está muy lejos de parecérsele y eso no pasa por la condición futbolizada o no. Pasa, ya lo he dicho, por una especie de indiferencia, rayana en el desprecio, por los fenómenos populares.

Argentina y Brasil se han constituido en vanguardias respecto al tema del deporte. Eduardo Archetti en el primero, y Roberto Da Matta, en el segundo, han logrado situar el tema del deporte como campo académico. Publicaciones, reuniones temáticas, entre otros foros, constituyen aportes cruciales para entender el fenómeno deportivo más allá del sentido común periodístico. En nuestro país el aporte de Eduardo Santa Cruz (1996), Andrés Recasens (1996), de jóvenes historiadores como Sebastián Salinas (2004), están lentamente abriendo caminos para la constitución de un campo académico, que ayude a entender las prácticas deportivas.

La sociología regional, y en este caso del norte grande no es tan distinta a lo que sucede en la escena nacional. Es el caso del autor de este artículo que ha avanzado en la línea de las relaciones entre deporte e identidad cultural, en una ciudad que no se puede entender sin el eje deportivo. Me refiero a la ciudad de Iquique (Guerrero: 1992, 2002, 2003, 2004). En Arica un grupo de historiadores de la Universidad de Tarapacá, reflexionaron sobre el fútbol en los aymaras de la ciudad de Arica (Ruz, Gutiérrez, Gálvez: 1999).

Llama la atención, no obstante, que la historiografía metropolitana o regional, no haya visto el tema del deporte. El mundo deportivo surgido en el ciclo salitrero no ha sido de interés. Importó más el obrero organizado en federaciones que en clubes deportivos, aunque fuera el mismo obrero que transitaba entre una u otra institución.

Y no es que no existan fuentes para el estudio del mundo deportivo. Las hay. Y muchas. La prensa, material importante en la labor del historiador, contiene páginas enteras con noticias referidas a esta actividad. Los clubes poseen, además, actas de sus reuniones. En fin, hay toda una producción de datos. Lo que no existe es interés.

LOS CLUBES DEPORTIVOS: INVENTO DE LA SOCIEDAD CIVIL

Los clubes deportivos han funcionado en forma independiente del Estado y de la iglesia tanto católica como protestante. Su función ha sido subsidiar al primero en lo que respecta a la creación de redes sociales, llenando de contenidos festivos al ocio, movilizando recursos materiales y éticos bajo el estandarte de sus divisas. Los clubes como el Maestranza FBC han logrado además subsidiar a la Iglesia, en tanto han introducido, sin el ánimo de competir con ella, sentidos de vida, proyecciones y sobre todo institucionalizando un sentido del nosotros. Instituciones arraigadas en el mundo popular que han visto en el deporte, y en este caso en el fútbol, un espacio de recreación y también de realización personal y colectiva.

Un mapa deportivo en la ciudad y en la pampa del norte grande, nos señalaría cientos de clubes deportivos esparcidos tanto en el desierto como en el puerto. Y en ellos cabían todas las sangres y todos los colores, todas las clases sociales y todas las naciones, con excepción tal vez de los chinos.(2) Y cada uno de los deportes practicados remitía a grupos sociales. La hípica, el polo, la esgrima, el cricket, por sólo nombrar cuatro actividades, informaban de la diversión de los ricos. El fútbol, el box y el básquetbol, de los pobres. Para evitar una mirada reduccionista habría que decir que en estas tres últimas prácticas, los ricos como los pobres encontraban sus puntos de reunión. En el año 1903, en Iquique, por ejemplo, el 1 de noviembre, se funda el club “Ciclista”, y a juzgar por la composición de su directiva, estamos frente a una institución de la clase alta. Y por otro lado, a una mixtura de apellidos que ya nos da noticia acerca del espíritu cosmopolita de la ciudad: Corbini, Besio, Rojas, Chinchilla, Tarsetti, etc. El 14 de noviembre de 1926, se funda el “Juvenil Obrero”, compuesto, en su mayoría, por obreros y pescadores artesanales. Uno de sus fundadores Evaristo Cobb era, precisamente, pescador.

El deporte sólo tuvo cobertura en la prensa. A ella le debemos el material con que contamos. Las crónicas deportivas de fines del siglo XIX y de todo el siglo XX, nos permiten contar con una panorámica que informa de la magnitud social y cultural del fútbol, la rayuela, el box, el básquetbol, el béisbol, el atletismo, entre tantos otros deportes. Si se pudiera medir la cantidad de energías morales, económicas y políticas que mueve este mundo y si se la compara con los indicadores que producía la economía regional, tendríamos una balanza de pagos sumamente equilibrada. El mismo espacio que se le concede al deporte en la prensa de la época, es similar o quizás superior, a la que se le brindaba a la realidad internacional.

En los años ‘30

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