Historia de la Caja de ahorros en Venezuela.
tgonzalezEnsayo8 de Noviembre de 2016
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Un viejo adagio afirma “aquel que no conoce su historia, corre el riesgo de cometer los mismos errores”. Si usted cree que ahora son tiempos difíciles para mantener una Caja de Ahorros, mejor no se queje. En esta primera entrega conoceremos porque ahorrar nunca ha sido fácil para los venezolanos
Más allá de los fantásticos entierros de morocotas en las viejas paredes de tapia, la historia del ahorro en la Venezuela republicana es tan accidentada como algunos de los episodios que han marcado su destino. Al principio, la voraz guerra de independencia dilapidó los primeros intentos de ahorro adelantados por criollos y españoles residentes del nuevo mundo.
En aquellos tiempos, atesorar los ingresos previendo continencias futuras, era una costumbre propia de las Cofradías religiosas Solían guardar el dinero cobijado bajo el manto de las divinidades pero conforme la república o el rey, según el caso, requerían insumos para continuar la guerra, no había otra salida que entregarlo todo.
Generalmente los religiosos no eran los únicos que sufrían los consecuencias de la batallas entre realistas y patriotas. Aquellas primeras cajas de ahorro coloniales también permitían aportes importantes provenientes de familias con alcurnia. Fueron muchas las fortunas importantes que se perdieron durante esos días.
Aunque mucho se habla, y con razón, del espantoso genocidio cometido a los aborígenes venezolanos, también conviene señalar que al menos ellos también se beneficiaron de las incipientes Cajas de Ahorro coloniales.
Ciertos pueblos indígenas disponían de la “Caja de Comunidad” administrada por las autoridades eclesiásticas. Según la bibliografía más difundida, así se permitían pagar los tributos, al tiempo que mantenían a las viudas y huérfanos indigentes. Incluso, cuando había excedentes, se dedicaban a la construcción de la “escuela de indios”, instalada en el propio poblado.
Más adelante, a raíz de las consecuencias de la separación de la Gran Colombia y la posterior Guerra Federal, no mejoraron las condiciones para instalar un sistema de ahorros. Mientras la economía mundial estaba a punto de cambiar para siempre gracias a la Revolución Industrial, los intentos de acrecentar los hábitos ahorristas en los venezolanos carecían de éxito. No sería hasta 1843, en tiempos de dura crisis económica, cuando se funda la Caja de Ahorros de Caracas, con sedes en La Guaira y Puerto Cabello.
La Caja de Ahorros de Caracas se le atribuye al impulso civilizador de Martín Tovar. Igualmente sabios de la talla de José María Vargas o Agustín Codazzi tuvieron a su cargo la administración de la precursora institución, responsabilidad que asumieron sin recibir ninguna remuneración. De acuerdo al Diccionario de Historia de la Fundación Polar para 1845 dicha Caja de Ahorros contaba con 1.277 cuentas. Los balances registraban 30.162 pesos en depósitos contra 23.771 pesos por cobrar, a un interés entre el 5% y el 7%
La fundación de las Cajas de Ahorro de Valencia (1843) y Maracaibo (1845) poco contribuyó a la creación de un sistema x más o menos estable. Salvo la nueva Caja de Caracas (1869), tras 1848 solo la Caja de Ahorros de La Guaira funcionaba regularmente. Entonces la actividad quedó circunscrita a las asociaciones gremiales o de “auxilio mutuo”, hasta que en 1878 aparece otra Caja de ahorros en Maracaibo. Luego vendrían la Caja de Ahorros de Táriba y más tarde el Banco Maracaibo
Salvo las numerosas y valiosas “Sociedades de Auxilio Mutuo” que florecieron entre los finales del siglo XIX y los comienzos del XX poca fue la evolución de la cultura del ahorro en Venezuela. Sin embargo, en 1928 se generan cambios importantes gracias a la creación del Banco Obrero y su respectiva Caja de Ahorros, enfocada al sector vivienda. Comenzaba de esta manera una nueva etapa en la historia económica venezolana.
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