Introducción Mientras No Se Haga Un Justo Reparto De Las Tierras No Podremos Alcanzar Un Verdadero Desarrollo Del Campo Y El Mismo Siendo Tan Necesario Para Alimentar A La Creciente Población Que Poseemos, Se Hace Cada día más Indispensable, Y Por Con
harrysilva18 de Mayo de 2013
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Introducción
Mientras no se haga un justo reparto de las tierras no podremos alcanzar un verdadero desarrollo del campo y el mismo siendo tan necesario para alimentar a la creciente población que poseemos, se hace cada día más indispensable, y por consecuente se hace necesaria una revolución agraria más que nunca antes. El gobierno Bolivariano de la República de Venezuela conciente de esta problemática dicto la nueva ley de tierras y de desarrollo agrario, para así enrumbar a Venezuela al siglo 21.
Los pensadores clásicos han caracterizado la existencia de un problema agrario en las sociedades capitalistas del siglo pasado, al percibir que la concentración de la propiedad de la tierra, originaria de los resquicios del feudalismo y de la oligarquía rural, se transformó en obstáculo al desarrollo de las fuerzas productivas en el campo y en la industria.
De esa forma, las élites burguesa-industriales recién llegadas al poder, a partir de la revolución francesa, comprendieron la magnitud de este problema agrario, de la concentración de la propiedad como una traba al desarrollo mismo del capitalismo, y trataron de buscar una solución sencilla. Propusieron la distribución, la democratización de la propiedad de la tierra
Plantear la construcción del socialismo en una sociedad donde abunda el latifundio, sin asumir el costo político de atacar la propiedad privada para realizar una reforma agraria real es vil y cobarde. Cuando se habla de desarrollo endógeno se plantea como eje fundamental la redistribución de la población y el regreso al campo, que asegure soberanía alimentaria, y convierta a los trabajadores en propietarios. La extinción del latifundio, además de un acto de justicia con el explotado de siempre, permitirá quebrar la base económica de la extrema derecha y construir fronteras vivas que impidan la penetración del enemigo.
Pensamientos de Bolívar, Zamora y Robinson
Latifundio, explotación agraria de gran extensión, caracterizada por el ineficaz uso de los recursos disponibles. El concepto ‘gran extensión’ debe enmarcarse en las características físicas, sociales y territoriales del espacio geográfico en que se encuentre: en Europa puede tener algunos cientos de hectáreas, mientras que en Latinoamérica superará con facilidad las diez mil.
El latifundio está asociado a ciertas características: bajos rendimientos, subutilización de la tierra, baja capitalización, bajo nivel tecnológico, explotación de la mano de obra y bajo nivel de vida de los trabajadores. Es una pieza más en un engranaje social complejo, y a su alrededor suelen aparecer minifundios y campesinos sin tierra, en una sociedad estratificada y con dificultades para el desarrollo económico. Se han ensayado distintas fórmulas para solucionar este problema, con claras implicaciones políticas, sociales, económicas y territoriales, que van desde el cambio en la estructura de la propiedad hasta la modernización de la explotación.
La historia de los pueblos latinoamericanos está marcada por un conjunto de hechos, vivencias y experiencias de rebeldía en contra de las imposiciones de las oligarquías y los factores de poder externos. Venezuela forma parte de un continente que fue sistemáticamente violentado y explotado por los europeos a partir de la invasión (no “descubrimiento”) de estas tierras que luego llamaron América, y que se inició con la llegada de Colón en 1492.
Estas luchas y resistencias cruzan toda la historia, hasta el día de hoy. Por un lado, las clases explotadoras defienden modelos de desarrollo y de democracia que excluyen a las mayorías de sus beneficios. Por otro lado, las mayorías populares luchan por construir alternativas verdaderamente democráticas, que permitan alcanzar una verdadera democracia al servicio de los intereses del pueblo.
En correspondencia con las ideas de uno de los grandes pensadores de
América, el maestro Simón Rodríguez, se cree en la necesidad de desarrollar ideas y organizaciones originales, a partir de la realidad del pueblo. Sólo así se puede resistir las embestidas del poder y del capitalismo salvaje y el secuestro de las identidades culturales.
Cuando se habla de fenómenos como el latifundio, necesariamente hay que invocar al Libertador Simón Bolívar quien con una visión por demás precisa de esta problemática, en uno de sus tantos decretos específicamente el producido el 14 de diciembre de 1825 expreso:
“Se devolverán a los naturales, como propietarios legítimos, todas las tierras que formaban los resguardos y sus títulos, cualquiera que sea que aleguen para poseerla los actuales tenedores”. Y continúa el indicado decreto: “Las tierras pertenecientes al Estado se repartirán entre los naturales del país, bajo desmesura y amojonamiento, adjudicándoseles en propiedad”... “Si al cabo de un año después de hecha la adjudicación y amojonamiento de las tierras, los beneficiarios con ellas no hubiesen emprendido el trabajo que demanda la estación del tiempo, y no den muestras de dedicación al trabajo, se les separará de la posesión”.
Se puede inferir sin lugar a dudas la intención del Libertador en cuanto al sentido, razón y propósito de lo que él concebía como fin social del uso de la tierra, como factor de desarrollo y crecimiento de un país. Es tan patente lo afirmado que una vez hecha la respectiva adjudicación, si el beneficiario no se dedicaba al trabajo requerido por la tierra, le era separada la posesión de la misma. Simón Bolívar también emprende la lucha por darle la libertad al pueblo venezolano y además de ser el padre de la independencia y de la integración latinoamericana, Bolívar es el precursor del pensamiento social revolucionario en nuestro continente.
En su proyecto, la victoria militar no era más que el comienzo de una verdadera revolución social, que debía permitir eliminar los groseros privilegios de las minorías y “la odiosa diferencia de clases”, elevando a todos los y las habitantes al rango de ciudadanos. Finalizada la guerra, trató de aplicar en la Gran Colombia sus ideas libertarias. Entre otras cosas, decretó la libertad de los esclavos y esclavas, así como también la devolución de sus tierras a los pueblos indígenas. Quiso también desarrollar la Reforma Agraria como consolidación de su política económica y social, pero los generales leguleyos de la época encontraron la fórmula para evadir su mandato. El Libertador quiso repartir el campo entre sus soldados, los héroes de la emancipación, los cuales eran pueblo, porque este simplemente era quien conformaba el ejército, decía:
"los ejércitos se componen de hombres de carne y hueso, que necesitan de todo, y, por consiguiente, con pasiones que se deben satisfacer"
En el mensaje de Bolívar al Consejo de Estado en Angostura señalaba:
"Los soldados del ejército libertador eran demasiado acreedores a las recompensas del Gobierno, para que hubiese podido olvidarlos. Hombres que han arrastrado todos los peligros, que han abandonado todos los bienes, y que han sufrido todos los males no debían quedar sin el justo galardón que merecen su desprendimiento, su valor y su virtud. Yo pues, a nombre de la República he mandado distribuir todos los bienes nacionales entre los defensores de la patria. La ley, que fija los términos y la especie de esta donación, es el documento que con mayor satisfacción tengo el honor de ofrecer al consejo. El premio del mérito es el acto más augusto del poder humano”
En su más excelsa obra doctrinaria, el Discurso de Angostura reafirma su pensamiento:
"Hombres que se han desprendido de todos los goces, de todos los bienes que antes poseían, como el producto de sus virtud y talentos; hombres que han experimentado cuan cruel es una guerra horrorosa, padeciendo las privaciones más dolorosas, y los tormentos mas acerbos; hombres tan beneméritos de la Patria, han debido llamar la atención al Gobierno. En consecuencia he mandado recompensarlos con los bienes de la Nación “, y luego dice: "Si he contraído para con el pueblo alguna especie de mérito, pido a sus Representantes oigan mi súplica como el premio de mis débiles servicios. Que el Congreso ordene la distribución de los bienes Nacionales, conforme a la Ley que a nombre de la República he decretado a beneficio de los militares venezolanos”
Esta era la justicia del Libertador, una justicia que abarcaba todos los aspectos, desde el ámbito político hasta los predios sociales y económicos, Bolívar hablaba de los militares porque estos eran en su mayoría integrantes de la clase mas desposeída, el campesinado nacional. Sin embargo, no faltaron las trampas de algunos connotados generales, conocedores de las leyes, tales como el General Santander, para dar al traste con las súplicas de Bolívar, se inventaron la entrega de unos bonos adquiridos a precio irrisorio por los generales y así los
grandes fundos y bienes confiscados a los españoles pasaron a manos de los grandes burócratas y caudillos de la emancipación.
El Libertador al darse cuenta de tal artilugio hizo intentos en revertir la situación y le escribe a Santander:
“La ley de repartición de bienes es para toda Colombia, y ahora, bien y mal, es para todos. Mas han hecho cierta reforma en la ley, según se asegura, aunque no he visto la ley. Se manda entregar vales de bienes nacionales a los militares, para que los compren en remate al mejor postor”.
También se dirige a ministro Gual a través de Briseño Méndez para pedirle al congreso la corrección de tan aberrante entuerto, le expresa:
"Siendo el objeto de la ley hacer propietarios a los militares para recompensarlos,
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