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JUÁREZ, EJEMPLO PARA LA NIÑEZ


Enviado por   •  16 de Enero de 2014  •  508 Palabras (3 Páginas)  •  467 Visitas

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Haciendo un poco de historia, quiero recordar aquel glorioso 21 de marzo de 1806, en donde el herrero destino comenzaba a forjar el temple de Benito Juárez, un temple visionario, decidido, tenaz y persistente.

Desde su más tierna edad, la vida de este patricio oaxaqueño fue un ejemplo vivo de amor, valentía y perseverancia, ya que desde sus primeros años reveló la grandeza de la que estaba hecho, demostrándonos que su firmeza se consolidó en la adversidad.

Desde niño aprendió de la miseria, la orfandad y venció a la ignorancia logrando con el paso de los años obtener el título de abogado para incursionar en una exitosa carrera política.

Don Benito Juárez se distinguió por su manera de ejercer su responsabilidad, fue disciplinado, modesto y humilde, y al mismo tiempo dominante y enérgico.

En una ocasión, Miguel Méndez, quien se dirigía a un grupo de jóvenes liberales al que pertenecía Juárez, no se equivocó cuando frente a sus compañeros expresó:

«Y éste, que ven ustedes reservado y grave, que parece inferior a nosotros, será un gran político, se levantará muy alto, llegará a ser uno de nuestros más grandes hombres y gloria de la Patria».

Y efectivamente señoras y señores, fue muy acertado aquel joven, porque hablar de Benito Juárez, es hablar de México, ya que ambas significan fe y un sentido del deber que no se doblega ante ningún sacrificio ni aun ante la muerte.

Hablar de Juárez, es abrir un gigantesco paréntesis para vislumbrar una titánica trayectoria que nos hereda y a la vez nos compromete, pues su obra no fue una tarea circunstancial o transitoria; por el contrario, fue una tarea ardua y difícil, ya que traicionado y calumniado combatió no sólo al invasor extranjero, sino también a los traidores de la nación.

Salustio decía que “recto es servir a la Patria con hechos hermosos”. Juárez la sirvió como constructor de la nación, cimentando su imagen en la estabilidad justa y perdurable de las leyes que habían de convertirse en poderosos muros del edificio patrio.

Por eso, hoy estoy convencido de que no sólo he venido a participar en este evento a parafrasear lo que expresan los grandes historiadores y los excelentes oradores. He venido aquí porque al salir de este recinto, intentaré hacer vida, acción y pensamiento, lo que este pastor de la esperanza nos legó.

Y qué hermoso sería que niños, jóvenes y adultos permitieran que Juárez siguiera vivo en los corazones y en las mentes de cada uno de nosotros… Que fuéramos fieles al ejemplo de sus virtudes, que lucháramos como el soldado y defensor más esforzado y firme de sus leyes. Que trabajáramos con calidad y excelencia para trazar nuevos rumbos de progreso y bienestar.

Concluiré mi humilde participación, osando retomar lo que expresó un colega de la elocuencia, Ignacio Manuel Altamirano, cuando se dirigió ante la

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