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LA ARMADURA DE LA ORACIÓN


Enviado por   •  5 de Febrero de 2020  •  Apuntes  •  1.511 Palabras (7 Páginas)  •  153 Visitas

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LA ARMADURA DE LA ORACIÓN

Tomado del libro: Libere el poder de Dios a través de la oración

Por: Charles Capps

Editorial Peniel

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Note que en Efesios el apóstol Pablo no dice: “Sé fuerte en tu propia fuerza”, sino “con el gran poder del Señor”. Es el poder de Dios. No es algo que nosotros tenemos que desarrollar. El pasaje agrega: “pónganse toda la armadura de Dios”, o como dice en griego, la armadura completa de Dios.

¿Conocería usted la armadura de Dios si la viera? Son las ropas de Dios y Él está vestido de justicia. Él nos dio sus vestiduras para que las usemos. Nuestro problema ha sido que cuando nos preparamos para orar, nos quitamos nuestra coraza de justicia y la arrojamos a un rincón diciendo: “Señor, soy tan indigno, no soy tan bueno”.

Puedo imaginarme cómo se siente Dios frente a semejantes declaraciones. Él probablemente dice: “¡Puedes creer lo que estás diciendo! Envié a mi Hijo. Él sufrió y murió para que ustedes sean justos. Les di mis ropas para que las usaran, pero mis ropas están ahí, en un rincón. Después me dicen cuán indignos son porque no tienen nada con qué vestirse”. Eso debe afligir el corazón de Dios después de todo lo que Él ha hecho para vestirnos con su justicia. Sea obediente y póngase su armadura. ¡La necesita!

¿Alguna vez observó que también dice: “pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno”?

Alguno podría decir:

– Sí, pero yo simplemente no puede hacerlo.

¡Perdóneme, pero La Palabra dice que usted puede!

– Sí, pero vea usted, soy tan indigno que no sé.

Recuerde que usted ha hablado por usted mismo. No tiene puesta toda la armadura de Dios, porque le falta la coraza de justicia.–

Sí, pero no me siento justo, quiere decir que no debo serlo.

Es posible que usted no sienta como si se estuviera vistiendo cada mañana antes de ir al trabajo, pero créame, ¡es lo que usted debe hacer! Dios nos ha dicho que nos pongamos todas sus ropas. Si usted no se siente justo, es porque no tiene puesta la coraza de justicia.

La Iglesia ha sido demasiado consciente del pecado. Necesitamos llegar a estar conscientes de la justicia. No existe ningún cristiano que no sepa lo que es el pecado; sin embargo, ¿cuántos saben que es la justicia de Dios? Renueve su mente con el hecho de que usted es la justicia de Dios en Cristo. Cuando esto se convierta en una revelación en su espíritu, el pecado dejará de ser un problema para usted. Será como dijo Pablo: “El pecado no tendrá dominio sobre ti”.

La espada del Espíritu

También menciona “La espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios”. Nosotros llamamos a La Biblia nuestra espada, pero en realidad La Biblia no es la espada. Puede ser la sustancia con la que la espada fue hecha, pero no es la espada hasta que sale de su boca. No hay vida en La Biblia hasta que La Palabra sale de su boca. Usted puede poner La Biblia sobre alguna persona que esté enferma, pero La Biblia no lo sanará. No hay poder en el libro en sí. El poder es liberado cuando usted cree y dice La Palabra.

Usted respira vida en ella, y el Espíritu de Dios se levanta en usted cuando se atreve a decir: “Padre, tu Palabra dice que mi necesidad será suplida según tus riquezas en gloria. Yo he dado, y ahora me es dada a mí; medida buena, apretada, remecida y rebosante. En el nombre de Jesús, la recibo”.

Ore La Palabra de Dios

“Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos.” Cuando usted ora La Palabra de Dios, ora la perfecta voluntad de Dios. Esa oración derribará la fortaleza de Satanás.

La Palabra de Dios es viva y poderosa, más poderosa que cualquier lengua que pudiera hablar contra usted. Esa es la espada de dos filos de la que Él habla. Una traducción dice: “La Palabra de Dios es una cosa viviente”.

Usted puede orar de esta manera: “Yo soy redimido (a) de la maldición de la Ley; y en el nombre de Jesús, me rehúso a inclinarme ante la enfermedad o la dolencia. Todo germen de enfermedad y todo virus que toca este cuerpo mueren instantáneamente, en el nombre de Jesús”.

Luego haga esa misma confesión de fe todos los días, no únicamente cuando sienta hacerlo. Su cuerpo es como un niño. Hará todo lo que usted le permita hacer, y a veces preferirá estar enfermo

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