LA CUEVA PERPETUA

LA CUEVA PERPETUA

Dentro de los mitos que he escuchado acerca de Arequipa, este que les relataré a continuación es el que mas despertó mi interés, se sitúa en la parte alta de Cayma, en la faldas de unos de nuestros tres guardianes estoy hablando del majestuoso Chachani.

Cuentan que desde épocas que se pierden en la memoria de los abuelos, de la existencia de una cueva, en realidad no era solo una eran varias, que se ubicaban en las faldas de esta montaña de nieves perpetuas y que relatan atrapaban a la gente , curiosos y arriesgados que se aventuraban en su interior.

Algunos la llamaban la garganta del chachami, nombre ganado y marcado para siempre por comentarios de la gente que pasaban cerca de ahí y pobladores cercanos, que ayudados por los extraños cantos que se escuchaban en la zona, como llamados, probablemente por acción de viento que atravesando las cuevas se organizaba en una secuencia de notas generando estos canticos, algunos mencionaban que eran como lamentos, otros como llamados y otros como una advertencia, atrayendo la curiosidad de los arrieros, que circulaban por la zona de paso a la sierra interna de Arequipa.

Por supuesto también estaban los que habiendo escuchado sobre el famoso tesoro de los Jesuitas enterrado en las inmediaciones de las faldas del ya mencionado Chachani como guardián del mismo, se acercaban a dichos parajes, con la intención de hacerse ricos de la noche a la mañana, se arriesgaban adentrándose, venciendo el temor y el miedo a las cuevas y a los sonidos que aparentaban ya estando dentro de las mismas a una advertencia, siendo presos una vez al interior de las cuevas que se adentraban en las entrañas del chachani de un estado extraño, diríase cataléptico, dormidos, en el que parecían como muertos; pues no se movían ni respiraban, no obstante su sangre se mantenía caliente, aun cuando el corazón no les palpitaba mas.

Era como si la montaña les hubiera quitado la vida, pero a la vez conservara su cuerpo congelado, pero inexplicablemente caliente e incorrupto, como advertencia para aquellos que osaban ingresar a sus entrañas a tratar de conseguir algo que no les pertenecía. Convirtiéndose a la vez en guardianes de aquello que fueron a usufructuar.

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