LA NIÑA DE LA IGLESIA

Ulises condujo ansiosamente el taxi a casa. Fue muy tarde. Fue un día particularmente pesado ese día y lo único que quería era ir a casa con su esposa y comer algo e irse a la cama.

De repente, mientras caminaba por una calle vacía, vio a una niña que levantaba la mano para indicarle que se detuviera. Con una mirada molesta, Ulise fingió no verla y se fue porque no quería seguir trabajando. Sin embargo, unas cuadras más adelante, se arrepintió de recordar a su hermano, quien había muerto antes en un violento ataque, todo porque caminaba solo de noche. Estaba muy preocupado, dio media vuelta y volvió con ganas de encontrar a la niña. Afortunadamente lo fue. La niña se sentó tímidamente en el asiento trasero, y cuando la miró de cerca, Ulises notó que era muy hermosa y muy pequeña. No puede tener más de dieciséis años. "¿Adónde la llevo, señora?" Ya es demasiado tarde y no es bueno estar solo. "Por favor, llévame a la iglesia más cercana". Tengo que llegar al volumen final de la noche. Para su sorpresa, Ulises acudió a una famosa parroquia. Allí salió la niña y le pidió que la esperara hasta que terminara la misa. Así lo hizo y cuando salió de la fiesta, volvió al taxi y le pidió que la llevara al cementerio.

-¿cementerio? ¿No quieres que te lleve a casa?

"No te preocupes, vivo muy cerca. Ulises fue al cementerio y antes de irse vio como la niña se había quitado una medalla de oro que estaba colocada alrededor de su cuello.

"Aquí señor. No tengo dinero para pagarte, pero si le das esta medalla a mi padre, él te pagará lo que debes. esta es la dirección. El taxista miró la joya por un momento y cuando levantó la vista un segundo después, la niña ya no estaba. No la escuché salir del carro ni abrir la puerta,

Llegó a casa confundido, pensando que debía estar cansado. Al día siguiente, se dirigió al domicilio designado para entregar la medicina y cobrar el dinero. La abrió un anciano que estaba confundido por lo que había sucedido la noche anterior. "En realidad, este es el relicario de mi hija, se lo di con mi propia mano", insiste, "sin embargo, no puede ser como lo que me dices".

"¿Por qué dice eso, señor?" “Porque mi hija murió hace unos años”, admitió el anciano con nostalgia. Y lo que más me rompió el corazón fue que éramos tan pobres que no podíamos hacer una misa de despedida. Dicen que el espíritu de la niña envió al taxista con su padre, para decirle que por fin había ido a misa y que ya podía descansar en paz.

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