LAS HUELLAS DEL MALTRATO INFANTIL

Las huellas del maltrato infantil

He observado el comportamiento de mis compañeros de aula y noté que algunos de ellos son agresivos, lo cual lo manifiestan maltratando a otros compañeros con carácter dócil y pasivo; otros no prestan atención a las sesiones de clase, por lo que desaprueban algunas materias; otros no asisten a clases o se evaden de ellas. Además, algunas veces observé a algunos vecinos castigar físicamente a sus hijos; otras veces, éstos niños son agredidos verbalmente, causándole al menor siempre el llanto.

Ante esto me pregunto: ¿Cómo reconocemos a un niño que está siendo maltratado? ¿Qué consecuencia trae esto para ellos? ¿Qué podemos hacer al respecto?

Empezaré definiendo el maltrato infantil. Se entiende por maltrato infantil las acciones violentas que ejerce un adulto hacia un menor. Este es un grave problema social, con raíces culturales y psicológicas, que se puede producir en familias de cualquier nivel económico y educativo. Según esta definición, distinguimos varias formas de maltrato:

a. Negligencia, que se expresa en desprotección, descuido y/o abandono.

b. Maltrato físico, que es una forma de castigo corporal, no obstante, incluye el encierro o privación intencional de cuidados y alimentos. Dentro de esta también está el abuso sexual, que consiste en persuadir a un niño a que participe en actividades sexuales.

Estas formas de violencia, pueden identificarse a través de indicadores de conducta expresados por el menor, como ausencias reiteradas a clase, bajo rendimiento escolar y dificultades de concentración, depresión constante, docilidad e incluso pensamientos de autoeliminación; y son indicadores físicos las marcas de castigos corporales, alteración en su crecimiento y desarrollo, falta de higiene y arreglo personal.

En los niños, el efecto de la violencia es devastador. Al respecto, José María Semelas, psiquiatra y psicopedagogo español, afirma: “Los niños que sufren maltrato van acumulando trastornos de ansiedad, se convierten en personas depresivas, con un aumento considerable de la conducta agresiva. Puesto que en la adultez, tienen posibilidad de padecer trastornos psiquiátricos y conductas suicidas”. De esto podemos considerar que un padre y la madre agresivos constituyen un peligro real para la salud y la vida del menor.

En conclusión, el maltrato infantil acarrea devastadoras consecuencias tanto en la dimensión física y psicológica, trayendo mayores problemas en la adultez.

La mejor manera de ayudar a estos menores es capacitando a padres y maestros, en la identificación de casos de maltrato. Es decir, proporcionarles habilidades que les permitan fácilmente reconocer estos casos, como pueden ser: la observación sensible, actitud receptiva y escucha atenta para que nuestros padres y maestros puedan reconocer este problema en otros niños y ayudarlos comunicando a las autoridades adecuadas en forma oportuna.

Además, es importante que los centros de salud y la escuela trabajen en la sensibilización a padres y profesores, en la adquisición de estrategias que les permitan llevar una relación de respeto, tolerancia, comprensión, frutos del amor a sus hijos y alumnos, así evitar incurrir en el maltrato. Trabajar, también, con los menores en la estimulación de su confianza y autoestima, y promover el conocimiento de sus derechos es una manera de contrarrestar este problema.

Sin embargo, considero que los estudiantes, niños y adolescentes tenemos una misión que cumplir frente este problema. Si nosotros, quienes podríamos ser víctimas o hemos sido víctima de maltrato, no expresamos nuestra voz de denuncia y repudio por este tipo de acciones que atentan contra nuestros derechos, somos indiferentes al problema y, con ello, no contribuimos a la solución de este. Por ello, creo que los estudiantes debemos

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