La Comunicación
MariaZavarce132 de Mayo de 2015
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Ensayo General sobre la Comunicación
Hay personas que se caracterizan por tener desarrollado un “don de gentes” que les permite tratar con los
demás con habilidad y gracia. Esta clase de personas, que destacan entre el resto por sus dotes expresivas,
por su carisma y por su gran influencia persuasiva, consiguen sus objetivos motivando y/o convenciendo
a los demás por el uso de las palabras apropiadas, de los gestos y, sobre todo, conociendo la situación o
contexto en el que se lleva a cabo dicha comunicación. El buen comunicador basa, no obstante, su éxito
en una cosa muy sencilla: sabe discriminar, juzgar certeramente aquello que precede a la comunicación
(quién es el otro, cómo es, que espera de mí); aquello que acompaña a la comunicación, como, por
ejemplo, las condiciones en que tiene que desenvolverse, es decir, el contexto comunicativo (informal o
formal, ritualizado o no, privado o de carácter público, etc.); y, finalmente aquello que puede acaecer
después de la comunicación: lo que con ella se puede ganar o perder, ya sea de naturaleza social
(reconocimiento o prestigio ante el interlocutor); de carácter cognitivo (se me entiende); o emocional (se
me acepta, me quieren); o, incluso, de carácter propiamente comunicativo (resulto un actor atractivo,
provoco placer o gusto por la comunicación).
1.2 Interdisciplinariedad: aprender comunicación a partir de otras ciencias.
La relación entre conocimiento y comunicación es parecida a lo que sucede entre experiencia y
comunicación, es decir, gracias a que sabemos comunicarnos se facilita la tarea de conocer casi cualquier
cosa. Sería muy difícil imaginar una situación en la que la gente adquiera, utilice, comparta y desarrolle
sus conocimientos (vulgares y/o científicos) sin la presencia y participación de procesos comunicativos.
Si se sabe algo es porque antes se ha aprendido y generalmente ese aprendizaje se sitúa en un ámbito de
comunicación: alguien lo dijo, lo explicó, lo advirtió, etc. Es verdad que en algunos casos alguien puede
aprender por sí sólo, sin necesidad de comunicarse con nadie (ni leer, ni documentarse). Pero con tan sólo
observar y reflexionar es difícil llegar a dominar algo.
No se puede aprender nada si previamente no se tienen (se manejan) conocimientos previos; aprender a
conducir y obtener el carné requiere previamente prácticas con el automóvil acompañadas de un
instructor que nos habla y nos enseña qué hacer y cómo; estudio del código de circulación que resultaría
imposible sin saber leer previamente y conocer el idioma; someterse a un examen teórico y práctico que
sería imposible de superar sin haber adquirido destrezas y conocimientos previos, etcétera.
Por eso, nos podemos plantear cómo es el conocimiento existente que tenemos previamente sobre la
comunicación, a fin de reconocerla como objeto de estudio o de reflexión científica. Dicho conocimiento
procede habitualmente de distintas disciplinas científicas. Podría ser interesante reflexionar ahora sobre la
respuesta a una pregunta como esta: ¿Qué han dicho de la comunicación las ciencias que se han ocupado
de estudiarla?
Hasta ahora (comunicándonos) hemos aprendido muchas cosas de la comunicación, conocimientos
procedentes de disciplinas científicas, algunas veces, y otras, conocimientos cuyo origen está en la
sabiduría popular y en la tradición cultural a la que pertenecemos.
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