La Escuelita De Iruya

En la escuela de Iruya y considerando los textos de Viñao y Terigi, podemos decir que la cultura escolar que la conforma, como suele suceder, es singular y está muy caracterizada por los actores que la componen y el espacio donde esta escuela se encuentra emplazada.

Se trata de una escuela pequeña, con unos cuantos alumnos, dos docentes permanentes junto a varios maestros especiales los cuales son dirigidos por una directora. Hablamos hasta acá de una estructura escolar básica en cuanto a la organización institucional.

Sin embargo salen de lo tradicional ya que se manejan por un sistema de plurigrado donde se definen dos subgrupos. Las docentes tienen divididas las áreas de enseñanza y se asignan las tareas a partir de un proyecto didáctico que abarque los contenidos que cada uno de los chicos debe aprender específicamente.

Las docentes y los niños manejan un discurso autóctono y un léxico determinado que es propio del lugar.

Los roles están bien definidos y los modos de comunicación se mantienen, si bien, con la delimitación de la autoridad, pero manteniendo un lenguaje cordial.

Se puede observar que sosteniendo un lenguaje comunicacional propio del lugar, los saberes curriculares son adaptados para conseguir y procurar que estos sean útiles en la vida cotidiana de los alumnos, pero no deja de ofrecerse el conocimiento de otras realidades posibles, promoviendo así el saber desde lo próximo hacia lo lejano y posibilitando a los niños el ir más allá de los contextos cotidianos.

Queda evidenciado en este caso, que más allá de la supuesta cultura escolar debida, impuesta por quienes rigen y deciden las normas de educación, la cultura escolar específica de esta escuela está adaptada por sus docentes y directivos según lo que ellos consideran más apropiado para sus alumnos.

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