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La Globalizacion

rosa11011 de Junio de 2013

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Trabajo final

Comercio internacional

La globalización

Introducción

En la actualidad, el término globalización está ampliamente difundido y el proceso que designa se discute acaloradamente en todo el mundo. La opinión pública se siente directamente afectada por ella en su vida cotidiana. Los políticos la mencionan repetidamente en sus discursos y es uno de los objetos preferentes del debate político. Los académicos se esfuerzan por analizarla y entender sus implicaciones. Las empresas preparan sus estrategias productivas en función del nuevo fenómeno, supuestamente imparable e irreversible. Algunos sectores de la sociedad civil se oponen a ella y manifiestan su postura con protestas públicas ampliamente difundidas por los medios de comunicación.

A continuación se trataran diferentes aspectos de este fenómeno, como ha incidido en los países en desarrollo y como ha repercutido en directamente en la República Dominicana

Tema I

Incidencia de la globalización en los países en vía de desarrollo

La globalización ha sido descrita como el proceso de instauración de un nuevo orden económico mundial, el de la economía global de un mundo sin fronteras. Este artículo pretende aclarar qué sentido tiene la noción de globalización y cuáles son algunas de sus implicancias para los países en vías de desarrollo a través de una exposición y análisis breve de algunas de las ideas fundamentales de Kenichi Ohmae, uno de los más conspicuos e influyentes propugnadores de la globalización y de sus grandes ventajas

La globalización es la característica principal del ciclo histórico inaugurado por la caída del muro de Berlín, en noviembre de 1989, y la desaparición de la Unión Soviética, en diciembre de 1991.

La globalización se puede ver como un proceso de acercamiento físico entre los países y los pueblos del mundo en términos de comunicación, comercio y cultura, aunque en principio la globalización pretende entenderse en todos los países del globo, e incluirlos en un intercambio equitativo de materias mundiales; crea una brecha importante entre los actores poderosos y los subdesarrollados. Los países en vías de desarrollo al contrario de los países desarrollados temen a la globalización por lo que no aprovechan los beneficios industriales y por lo tanto tampoco los beneficios económicos que esta representa.

Una de las estrategias que los gobiernos de los países en vía de desarrollo pueden seguir es la negociación de tratados de libre comercio con un país o un bloque más grande, como EEUU o la UE, para aprovechar las ventajas de un mercado más espacioso. La ampliación del mercado externo estimula la economía local y permite mejorar tanto el empleo como los ingresos fiscales. Y produce efectos positivos adicionales en la medida que también facilita la inversión extranjera.

Para la Globalización, cada país se dedica a producir aquello en lo que tiene más ventaja comparativa puede exportar sus excedentes de producción y con el ingreso de divisas, importar todos los otros bienes que necesita para el consumo, así, al final todos los consumidores del mundo se benefician porque cada uno se dedica a producir donde tiene mayor eficiencia a costos más bajos.

Las compañías se fusionan para obtener capital y poder competir unos con otros. La reubicación de las industrias está motivada por factores que les facilitan reducir sus costos, como lo son los laborales, que en los países subdesarrollados existe un desnivel que no existe en los que se encuentran desarrollados, al igual que los costos impositivos son menores debido a las exenciones de estos que les son otorgados a las zonas francas y también los costos ambientales en donde en países desarrollados podrían verse limitados por las fuertes medidas que rigen a través de los tratados de integración.

Con la Globalización, los países en vía de desarrollo pueden obtener una serie de beneficios como: aumento de empleo, transferencia tecnológica, calidad y precio de bienes y servicios, así como la presión a desarrollar instituciones educativas, sociales y políticas que mejoren la productividad y la institucionalidad.

Los países subdesarrollados en donde hay muy pocas ventajas competitivas, deben esforzarse aún más por prepararse, ser más cualificados mentalmente, ya que la globalización es una clara tendencia de los países desarrollados a la reubicación de sus industrias en los no desarrollados, para reducir así sus costos de mano de obra, que normalmente tienen un costo más bajo. Deben prepararse más, aprender a relacionarse sin importar el idioma, ni las fronteras y ser más competitivos.

Hoy en día la globalización es inevitable y es una meta que, de manera individual, cada cual debe proponerse alcanzar. Todos tenemos que responder a ella, tanto individual como institucionalmente, en otras palabras, el rechazo a la globalización no es una opción en el mundo actual. Para los países en vía de desarrollo, entonces, el reto es cómo y de qué forma aprovechar sus elementos positivos y reducir los efectos negativos

La globalización mata al mercado nacional, en particular los de los países en desarrollo, que es uno de los fundamentos del poder del Estado nación. Anulando al mercado, modifica el capitalismo nacional y disminuye el papel de las empresas locales y de los poderes públicos.

Las empresas locales, incluso los Estados, ya no disponen de los medios para oponerse a los mercados. Quedan desprovistas de instrumentos para frenar los formidables flujos de capital, muchas veces puramente especulativos, o para oponerse a la acción de los mercados contra sus intereses y los intereses de los ciudadanos. En general, los gobiernos se someten a las consignas de política económica definidas por organismos mundiales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o la Organización Mundial de Comercio, que ejercen una verdadera dictadura sobre la política de los Estados.

La globalización no se reduce a la simple apertura de fronteras; traduce sobre todo el creciente poder de los mercados financieros, el retroceso de los Estados nacionales y las dificultades para establecer poderes supranacionales capaces de orientarla hacia el interés general.

Favoreciendo el libre flujo de capitales y las privatizaciones masivas a lo largo de los dos últimos decenios, los responsables políticos han permitido la transferencia de decisiones capitales (en materia de inversiones, de empleo, de salud, de educación, de cultura, de protección del medio ambiente), desde el ámbito público nacional hacia el ámbito privado internacional.

Es por eso que actualmente más de la mitad de las doscientas primeras Si consideramos la cifra de negocios global de las doscientas principales empresas del planeta, vemos que aquella representa más de un cuarto de la actividad económica mundial. Sin embargo, esas doscientas firmas emplean menos del 0.75 por ciento de la mano de obra del planeta.

Mediante las fusiones, se multiplica el número de firmas gigantes, cuyo peso es a veces superior al de los Estados. La cifra de negocios de General Motors es superior al Producto Interno Bruto de Dinamarca; la de Exxon-Mobil supera el de Austria. Cada una de las 100 empresas multinacionales más importantes vende más de lo que exporta cada uno de los 120 países más pobres del planeta. Las 23 multinacionales más poderosas venden más de lo que exportan algunos gigantes del sur del planeta, como India, Brasil, Indonesia o México. Esas grandes firmas controlan el 70 por ciento del comercio mundial y amenazan con asfixiar o absorber a millares de pequeñas y medianas empresas en el mundo.

Los dirigentes de las multinacionales y de los grandes grupos financieros y mediáticos mundiales detentan la realidad del poder y, a través de sus poderosos lobbies, se imponen sobre las decisiones políticas, confiscando en su beneficio la economía y la democracia.

Cada vez más países que han vendido (muchas veces malvendido) sus empresas públicas al sector privado internacional se han convertido de hecho en propiedad de los grandes grupos multinacionales, que actualmente dominan sectores enteros de la economía del sur, sirviéndose de los Estados locales para ejercer presión sobre los foros internacionales y obtener las decisiones políticas más favorables a su dominación global.

En América Latina, la pobreza alcanzaba en 1980 al 35 por ciento de los hogares; en 1990, al 45 por ciento, o sea que pasó de 135 a 200 millones de personas. En 1998, más de 50 millones de personas, que antes pertenecían a las clases medias, habían pasado a la clase de "nuevos pobres".

La desigualdad aumenta entre países ricos y pobres, en materia de acceso a medicamentos y de investigación para el tratamiento de enfermedades prácticamente ausentes en los países desarrollados. Aunque el mundo ha progresado mucho en materia de una mejor salud para todos, esos avances son relativizados por el peor de los escándalos: la gravísima desigualdad en el acceso a la salud. La señora Brundtland, directora general de la Organización Mundial de la Salud, constata que "más de mil millones de personas abordan el siglo XXI sin haber gozado de la revolución sanitaria: sus vidas siguen siendo breves y marcadas por la enfermedad" (1).

La globalización es cada vez más excluyente. En nuestro planeta, el quinto más rico de la población dispone del 80 por ciento de los recursos, mientras el quinto más pobre dispone de menos del 0.5 por ciento.

El número

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