ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La Politica

lalo19424 de Octubre de 2014

7.965 Palabras (32 Páginas)200 Visitas

Página 1 de 32

ENSAYO SOBRE LA ETICA POLITICA

1.- Introducción:

En la antigüedad el concepto de “Filosofía”, era imperial y totalitario; representaba el intento de conocimiento total en forma reflexiva y con una metodología precisa.

El devenir de la historia de la humanidad cambió esta concepción y el pensamiento fue desbrozando y separando de la filosofía, órdenes del conocimiento del hombre que se han constituido en ciencias particulares con métodos propios, a fin de lograr el dominio de situaciones humanas; físicas; químicas; sociales; políticas y administrativas. Pero el solo hecho de aceptar que el hombre posee un alma (posición claramente argentina por ser occidental y cristiana) que a su vez viva en forma gregaria; necesite de la solidaridad como elemento fundamental de la convivencia; padezca de sed de justicia terrena (dejando de lado el juicio de Dios); viva en un hogar con sus seres queridos, y todo esté incluido en una Nación; hace que muchos de los conocimientos científicos que pretende conducir este complejo sistema de valores, tambaleen frente a concepciones más profundas que son el motivo de este análisis.

El hombre, la sociedad y las naciones no caminan hacia sus destinos trascendentes por el pensamiento axiomático de los tecnócratas, sino por los hombres lúcidos que poseen ideales trascendentes, y fuerte culturización contemporánea, con sólidas bases en la historia de la humanidad y fundamentalmente de su propio pueblo.

En política siempre se vuelve a la historia, y jamás debe separarse el

cuerpo del alma de nuestro prójimo, hermano del pueblo, e integrante de la Nación que debemos conducir a su destino manifiesto. Como dice Aristóteles en “La Política”, los elementos diversos que juegan en ese componente del destino universal que es la Nación: la ciudad, su origen, la familia, los bienes, su economía; y nosotros como hombres profundamente influenciados por el cristianismo, agregamos la posibilidad de elegir nuestro destino, naturalmente, dentro de la armonía inevitable del universo.

Lucio Anneo Séneca, dos veces nuestro por ser español y cristiano, dice en sus cartas a Lucilio de la utilidad de la filosofía en frases no superadas: “Es tarea más difícil llevar a la práctica los propósitos, que concebirlos. La filosofía debe ser nuestra defensa, ella nos exhorta a obedecer a Dios de buen grado y resistir la fortuna con férrea obstinación. Si quieres consagrarte al estudio, tienes que ser pobre o semejante a pobre. Si vivieres según la naturaleza nunca serás pobre; si vivieres según la opinión, nunca serás rico”.

Obviamente, quién gobierna está más cerca de reverenciar a la filosofía que a la ciencia, utilizando esta última como el auxiliar necesario de la primera y no suplantándola.

Infinidad de veces, se puede agregar, hay hombres que han ejercido el poder sin haber sido filósofos y en verdad lo han hecho muy bien, quien lo puede negar. Pero el transitar por la vida nos obliga a reflexionar: …seguro que formalmente no eran filósofos, pero la intuición del dirigente que nace tal, independientemente de su preparación

formal, lo induce a actuar como un filósofo. Tiene en claro el objeto antológicamente, lo trata gnoseológicamente, procede con ética; y su sensibilidad lo lleva a realizar con estética.

A los hombres que conducen a hombres, en sus diferentes escalas de importancia, se les dice “políticos”, y los políticos son los que intentan practicar la política.

Han pasado muchos años, quizá más de dos mil quinientos y no hemos podido superar aquella definición de Herodoto y Aristóteles: “La política es el conocimiento de cuanto se refiere al Estado y su gobierno”. Siendo el Estado la forma de gobierno que se da una nación a sí misma, no importa cual, es palabra mayor suponer que se tiene el conocimiento de cuanto se refiere al mismo y al manejo de sus intereses.

El secreto más protegido de aquellos que fueron elegidos por la providencia para regir los destinos de su pueblo, reside en no ignorar jamás la realidad; acompañarla, suavizarla o enervarla es la sabiduría del gobernante.

He aquí el fragmento de una carta de gran trascendencia por su importancia sin tiempo: “Creo que así como la naturaleza da a los hombres rostros diversos, así también los dota de distinta inteligencia y variado temperamento. De aquí se distingue que cada uno se conduzca conforme a su propia inteligencia y peculiar temperamento. Como por otra parte varían los tiempos y el orden de las cosas, realiza sus deseos a la medida de sus esperanzas, aquel hombre cuya manera de actuar se acomoda a las circunstancias y, por el contrario, fracasa el que no concilia sus acciones con el

tiempo y las exigencias de las cosas. De donde bien puede resultar que dos hombres actuando de diversa manera, obtengan el mismo fin si es que cada uno ha sabido conformarse con la realidad en la que le ha tocado bregar, ya que existen tantas condiciones reales como países o Estados se consideren. Pero como los tiempos y el orden dado de las cosas cambian de continuo, en general y en particular, en tanto que los hombres no mudan su temperamento ni sus modos de proceder, ocurre que algunos tendrán buena fortuna durante un tiempo y adversa en otro. En verdad, quien fuese tan sabio para conocer los tiempos y el orden de las cosas, acomodándose a ellos tendría buena fortuna o, por lo menos, se guardaría de la adversa; tal hombre vería ser cierto aquello de que el sabio manda a las estrellas y a los hados. Para verificar esta opinión entiendo que bastan los ejemplos mencionados y sobre los cuales la fundo y así espero que lo uno sostenga a lo otro. Ayuda a darle reputación a un gobierno nuevo, la crueldad, la perfidia y la irreligiosidad en aquellos países en los que la humanidad, la fe y la irreligiosidad están hace mucho tiempo abandonadas; de otro modo ayuda la humanidad, la fe y la religiosidad, allí donde la crueldad, perfidia e irreligiosidad han reinado por un tiempo; porque así como las cosas amargas disgustan y las dulces empalagan, los hombres se fastidian con lo bueno y se afligen con lo malo. Estas razones entre otras abrieron Italia a Aníbal y España a Escipión; cada uno se encontró así con el tiempo y las cosas adecuadas a su

manera de obrar. En esos mismos tiempos, no habría tenido tanto provecho en Italia alguien semejante a Escipión ni en España alguien semejante a Aníbal, como el uno y el otro obtuvieron en sus respectivas regiones”.

La sabiduría, la humildad, la paciencia, la oportunidad, la sensibilidad humana, la vocación de servicio, considerar subalterno el hecho de poseer bienes materiales y actuar con un profundo sentido de la realidad con estilo propio y diferenciado, es lo que distingue a la personalidad del que puede ser gobernante.

El párrafo anterior, que tiene absoluta vigencia en los tiempos que vivimos, pertenece a una carta enviada por Nicolás Maquiavelo a Piero Soderini quien gobernaba con un magistral desconocimiento de la realidad en Florencia en febrero de 1513.

Todos los occidentales, y los argentinos no somos la excepción, tenemos fuertes influencias greco-latinas. Nos han formado en la filosofía griega y en el derecho romano, ello nos ha llevado a ignorar por cientos de años las tradiciones americanas puras. Estamos conociendo hoy, muchas cosas que nuestros antepasados no tuvieron la suerte, siquiera, de vislumbrar.

En América antes de la conquista, existían estructuras filosóficas que rigieron durante siglos a pueblos tan adelantados como los Incas, Aztecas y Mayas. Existía un objeto que conocer, la verdad última, que era la fortaleza de la unión de la Nación; los fragmentos de esa verdad que llegaban a los estratos inferiores del Pueblo, y luego la doctrina emanada de esa profunda concepción filosófica que construía

pacientemente el andamiaje de un estado fuerte, poderoso e increíblemente justo, en la comparación coetánea con la Europa tantas veces irresponsablemente admirada por nuestros dirigentes.

La integración de culturas, la amalgama de las religiones, con una América que había preparado la llegada del cristianismo en un lecho de flores exquisitamente cultivadas por la fina sensibilidad del aborigen de estas tierras; mucho de esto fue olvidado en una cultura de tipo enciclopedista que tenía sus ojos puestos en Europa. Hoy ha llegado la hora de resolver lo hondo, lo trascendente y lo inmanente de una formidable cultura que entrelaza las filosofías de occidente dando una nueva perspectiva del mundo y del hombre; y si esto es así, porque no también en sus formas de gobierno.

La acumulación de conocimientos es la realización positiva de la humanidad; jamás despreciaremos nuestros legados históricos pero, entiéndase bien, ni los de allá ni los de aquí.

¿Qué americano no está harto de que le digan como tiene que vivir?, todos, absolutamente; naturalmente que se debe excluir de esta afirmación a los torpes de siempre que esperan órdenes foráneas para gobernar a sus pueblos, aprendiendo en universidades extrañas a nuestro sentir y con tópicos alejados de nuestra realidad. Pero existen, y debemos estar prevenidos contra su accionar perverso y disolvente.

Volviendo al análisis filosófico, el dualismo que se daba en Europa entre el soberano y Dios, es mucho más perfecto en América. Sobre un plano espiritual superior, en América la divinidad del

soberano se borra, y es otro el dios que aparece: un dios abstracto, inexpresable, único; un dios tan semejante al de los Cristianos que autores tan advertidos en la materia como Gracilazo de la Vega y Bartolomé de las Casas no vacilan en declarar, el uno que los Incas

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (50 Kb)
Leer 31 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com