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La ciudad explícita


Enviado por   •  25 de Octubre de 2015  •  Ensayos  •  3.163 Palabras (13 Páginas)  •  150 Visitas

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La ciudad explícita.

En tiempos de la urbanidad de consumo, Montevideo sublima la mirada sensible que detiene el tiempo y construye desde la pausa.

Hace 25 años  proyectamos el conjunto Cuareim. Sería oportuno detenernos a recordar, como testimonio de un tiempo pasado y como eventual argumento de algún futuro.

Deberíamos recordar lo que nos parecía obvio e inequívoco, el manejo de certezas y la militancia en una creencia que impulsaba a hacer lo que había que hacer. Ese axioma hueco, indulgente, que delata pero que libera.

También recordar la enorme confianza que teníamos en el proyecto de arquitectura como clave de la construcción del futuro. En aquel tiempo, una idea tan romántica como motorizadora.

Esta convicción era suficiente para perseguir una pretendida excelencia en los proyectos. Esa excelencia lo convertiría en instrumento infalible para el éxito. Épico y heroico. Hermoso.

No era una excusa para nuestra pulsión de construir el cien por ciento del universo. Era una convicción validada por la cultura de la época, y que sosteníamos vocacionalmente.

 Los tiempos han cambiado, mucho.

El conjunto Cuareim, en la ciudad de Montevideo, fue uno de los primeros proyectos de porte que  incursionó en el reciclaje de grandes instalaciones industriales con nuevo destino residencial.

En su momento, el caso fue tomado como emblemático respecto a una forma de concebir la sustitución en zonas donde los desusos comenzaban a generar grandes vacios de actividad en la ciudad de fines del siglo XX.        

El Cuareim reciclaba una antigua fábrica de Cervezas, transformando una manzana de la Aguada en un conjunto de 150 viviendas de categoría media, a partir de un concurso impulsado por el entonces ente de Estado promotor de la vivienda de interés social (el BHU). En aquel tiempo, a la luz de impulsos europeos que resultaban insoslayables, una nueva manera de entender el contexto patrimonial se ponía en práctica desde esta operación, en esta latitud de América.

Su historia heroica y particular constituye la excepción notoria que concretaba en la producción de la época. Ella puede verse como avance de una mirada ávida de virtudes en el patrimonio construido (lejos ya del concepto patrimonio-monumento) y sobre las concepción del medio urbano como recurso proyectual. Cabe esta afirmación a la luz de las magras decisiones políticas y económicas centrales que en ese tiempo podían impulsar esta ciudad lenta, con escasa inversión, y donde el surgimiento de líneas de crédito inmobiliarios o programas de promoción, lograban con pocas actuaciones, esbozar el futuro de la ciudad.

Como decíamos, este proyecto surge de un concurso impulsado por el BHU, en promoción de viviendas de calidad media en zonas centrales de la ciudad y en una modalidad novedosa en aquel momento: llamado a concurso con proyecto y precio. En este marco, se construyeron en Montevideo varios conjuntos habitacionales. Los proyectos mayoritariamente, combinaban aspectos técnico-arquitectónicos típicos de su época: una realidad material austera, edificios de ladrillos y revoques, formalizaciones rústicas. Exploraban tipologías de conjuntos cerrados de patios y calles centrales. También eran dimensionados por las reglas municipales de obra nueva, según el sector que ocupaban en la ciudad y las exigentes restrictivas dimensionales que el BHU exigía para sus emprendimientos.

Recordemos la década del ochenta. El advenimiento  de un posmodernismo expresado en una iconografía clásica y básica, sucedía en esta latitud sin recelo y se asumía sin implicancia cultural alguna. En lo práctico, se manifestaba como reinterpretación y en clave de “nuevos formalismos”, los que eran  validados desde su apariencia geométrico formal, pero más que nada atentas a la ineludible referencia a obras notorias. Siempre a mano aparecían las últimas reflexiones de Rossi, algunas dosis de los hermanos Krier, tal vez algo de una narrativa voluptuosa de M. Graves. Y sin desconocerlo, algunas presencias menos panfletarias de Hertzberger y las incipientes provocaciones de un Eisenmann imbuido en su retórica genética, tal vez lejos de la presencia posmoderna de escuela.

Estudio de arquitectura

El equipo de proyecto estuvo integrado por arquitectos experientes, y estudiantes. Los arquitectos fueron formados en la generación del ladrillo, en las referencias regionales de sus cogeneracionales, como Rogelio Salmona, Togo Diaz, Justo Solsona. Ellos  sostenían la certeza de que el ladrillo era el material local por excelencia. La manera de entender su comportamiento entonces, significaba hacer arquitectura Propia. Vale recordar la profusa construcción de la década del 70, los conjuntos cooperativistas, los conjuntos habitacionales promovidos desde el mismo BHU que también adoptaban el lenguaje rojizo de esta mampostería. El ladrillo incorporado como material primordial de una generación entera, garantía de perdurabilidad y factor expresivo, a su vez campo de investigación en la técnica operativa y búsquedas estructurales de trascendencia (E.Dieste) que parecían elevar el material a un pedestal indiscutible e identificatorio, ineludible.

A su vez, el equipo era conformado por una serie de estudiantes, que ya no comulgabamos exclusivamente con  la escuela ladrillera. Éramos vocacionales atentos a los nuevos lineamientos operativos de un Proyecto ya más complejo y abierto. A diferencia de las generaciones anteriores, la mirada exploradora se servía de eventualidades resultantes de un mayor número de factores. La realidad se mostraba permisiva, y el instrumental formal enriquecía la exploración. Además de expresivas y estéticas de por sí, las resultantes resonaban en una concepción urbana. Esta generación es formada en el fulgor de la IBA (Internationale BauAusstellung Berlin 1987), donde tanto la planta nueva como la planta “reciclada” inducían a la manifestación lingüística. Estas miradas perseguían los criterios geométricos y estéticos de una constelación de ejemplos inevitables.

Proyecto y preexistencia

Ese era el sujeto del proyecto. Quienes pensamos y nos involucramos con la idea, nunca pudimos eludir la imponencia de lo existente. Era estado de conciencia y sensibilización respecto a lo patrimonial, o más bien, respecto al recurso. No había en nosotros reflexiones de profunda conciencia en la pureza arquitectónica de unas preexistencias a rescatar, ya fuera por estilos, o por afirmación simbólica. Lo que era indiscutible era la mole construida.

Las bases del concurso prohibían a texto expreso, la reutilización de materiales o componente arquitectónico alguno, salvo en clave testimonial de algún detalle “rescatable”.

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