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La monotonía en el arte


Enviado por   •  27 de Enero de 2017  •  Ensayos  •  710 Palabras (3 Páginas)  •  548 Visitas

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Podemos caer en la monotonía; podemos entrar en una galería, pararnos frente a una obra y esperar, ella nos fascine, pero nada sucede; tomamos un poco más de distancia, intentamos otra perspectiva y con un aire de extrañeza, pasar al siguiente cuadro, la siguiente obra, y la historia se repite y se repite; al final, el fascinante mundo del arte puede parecernos una farsa, un invento de quien pretende explicarla, una falsificación de la subjetividad; entonces buscaremos algo más allá que nos fascine, saturaremos nuestros sentidos con historias increíbles; y así, vivimos saturados de fascinación, necesitando cada vez un poco más, para al final, volver a ese sentimiento de vacío. Y ese sentimiento no es reciente, es parte de la vida, la monotonía de estar vivo se intensifica con el pasar de los años. Recuerdo con melancolía la primera vez que vi el mar, y los ojos brillaban; el alma sentía desbordarse y la fascinación ante la sensación de infinito; el plano horizonte azul que se extiende como un coloso, y la fuerza del mar se manifiesta sobre la arena con una irónica delicadeza que deja un leve rastro de sedimentos; apenas la primera vez, los ojos se maravillaron, y paulatinamente el sentimiento va decayendo, como en todo.

Entonces, para que está el arte, para que la colgamos de estantes en una galería, en un espacio cerrado; quizá como muestra de que intentamos todavía buscar esa fascinación en nosotros? falso, exponemos porque esperamos tocar una pequeña fibra, la fibra que logra borrar la memoria que nos sume en la monotonía, esa pequeña fibra que nos impulsó a pintar, posiblemente, nosotros mismo observaremos nuestras obras y sentiremos esa monotonía, razón por la cual, necesitaremos volver a pintar, porque esa fibra nos impulsará a borrar nuevamente la memoria; olvidarnos del último cuadro, y quizá, algún día, olvidarnos de lo que esperamos llamen, gran obra; a quien le importa la gran obra, el artista quiere vivir en esa constante infancia, motivado por la resistencia del ser que no desea ceder al aprendizaje, a la experiencia; y retorna cada día a ese lecho de fascinación, sin recuerdo, sin experiencia, sin conocimiento; instrumento solamente del vago instinto que nos usa para un día más, manifestarse.

Y qué arrogancia llamarnos artistas, pero que le vamos hacer, si todos los nombres que nos han puesto, los que con esfuerzo hemos intentado adoptar, nos han abandonado, o ni siquiera eso, ni siquiera nos han abandonado, jamás han sido nuestros; jamás han sido nuestros los títulos que preceden las formalidades, tampoco nuestros los puestos que hemos pretendido ocupar para ganarnos un poco lo que el coloquio llama “vida”; mientras nosotros hemos sentido que en ese constante intento de “ganarnos la vida” la hemos ido perdiendo.

Valor, coraje, es lo que hacía falta, para levantarnos y ponernos a título propio ese sobrenombre que, a algunos inquieta,

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