La natación y yo

La natación y yo

Quiero expresar mi sentir hacia la natación, un deporte tan bello.

La primera vez que me enfrenté al agua, el temor me invadía, las rodillas me temblaban, era algo nuevo para mí.

Mis primeras prácticas fueron a los siete años de edad, tengo que decir que no fueron las mejores puesto que mi entrenador me castigaba por no seguir instrucciones, me gritaba por no realizar los entrenamientos, y yo, muerta de miedo solo me quedaba pasmada, esperando la hora del descanso para poder desplazarme a la orilla de la piscina. Esto se repetía continuamente, hasta que un buen día decidí armarme de valor y realicé el entrenamiento como se debía, desde ese día todo cambió.

Poco a poco fui adquiriendo la confianza, el valor y el coraje que se requieren para practicar un deporte; e incluso hice del agua mi mejor amiga.

Ahora, a mis 19 años, puedo decir que la natación es parte de mí. Espero con ansias los días de entrenamiento. Nadando me olvido de todo, solo somos el agua y yo.

Bajo el agua me siento tan liviana, tan fuerte y tan veloz.

En este deporte, cada día de practica representa un reto, siempre estoy buscando perfeccionar la técnica de los cuatro estilos (crawl, dorso, pecho y mariposa) busco romper mi marca de tiempo y aumentar el número de repeticiones de una serie. Y si al final de un entrenamiento termino exhausta y adolorida, no importa, la satisfacción sigue, pese al dolor y cansancio.

Amo ver mi uniforme y equipo colgados en el closet, como esperando a ser usados.

El olor a cloro de la alberca no solo queda impregnado en mi equipo, sino también en mi piel y admito que se ha vuelto uno de mis olores preferidos por todo lo que representa para mí.

Cuando el entrenador marca una salida con clavado desde la plataforma con poyete, me siento grande, siento que vuelo.

Para mí, ser nadadora significa ser libre, ser feliz.

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