Lectura Adolescencia

Tevoy a contar lo que me pasa: Es lunes y apenas me estoydespertando. Ya son las 6 y media de la mañana. ¡No puede ser!, el clima está marchito, ya que llueve con intensidad.Para acabarla de chingar, no he ingerido alimento alguno. Espero que mi hermana se apiade de mí y me hagaalgo pa comer:

—Liz, hazme de desayunar que ya se me hizo tarde.

—¡¿Pues qué te crees?! Hazte tú de desayunar, yo ya me voy. Me alcanzas en la escuela.

En fin, voy con el estómago vacío a la secundaria de la Pantitlán, encarnada sobre la avenida de los pantitleños # 2227, en la colonia donde abundan las banderas. Me eché a correr para poder llegar; noté que el portón ya estaba cerrado.

Es un gran pecado llegar tarde el primer día de clases, más si vas con el uniforme blanco bastante sucio para hacer honores a la bandera. Ni modo, como conozco al poli que cuida la puerta, me dejará pasar sin pedos (¿por qué decimos muchas cosas raras los mexicanos?).

Compartirán conmigo bastantes días y tardes, durante los próximos 3 años de secundaria, el poderosísimo Kiux, la fabulosa Rata, el señor de las matemáticas More, don Tortas del taller mecánico, el galán de galanes Jon, el siempre peinado exacto Gordito, el buen anarquista-rastafari-pachecoso Ganso, el facilitador de alimentos Bucio, el gran futbolista Tita, entre otros grandes portadores de ideas.

Del lado de las bellas camaradas van a estar en el salón, junto a nosotros,la Güera, Rox, Vale, Dianita, Sandy, Karo, Karencia, Aide, entre otras; todas ellas con un espíritu de superación aun mayor al nuestro (en cuanto a nociones escolares). Sin embargo, espero que no nos abandonen cuando realicemos salvajes situaciones extracurriculares (recalco el juego de la botella o semana inglesa).

Después de saludar a mis compañeros, varios con los que cursé la primaria, nos mandan al salón de clases sin hacer el menor ruido posible. Al llegar el silencio era abismal, puesto que nos intrigaba si el profesor, o la profesora, sería una víctima fácil de nuestra pubertado tal vez alguna especie de alma militarizada que nos trataría como a nuestros abuelos en la primaria.

Historia, Español, Matemáticas —creo que es la materia más canija, pero sigue vigente en las escuelas—, entre otras asignaturas,serán impartidas por profesores de diferente calibre: los “barco” y los “gachos”. Mientras que en Inglés, el profe Moy se mataba por hacernos cantar sin conseguir los resultados que deseaba, el loco de Historia, con su refresco de cola sin gas (rebajado con alcohol), nos hacía recordar cosas que ni sabíamos para qué aprenderlas, pues ya pasaron y no se podrán a cambiar.

Y así han ido transcurriendo las semanas. Después del martirio en clases, con lecturas de cajón como El Periquillo Sarniento, de Joaquín Fernández de Lizardi, Un mexicano más, de Juan Sánchez

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