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Leonardo Da Vinci


Enviado por   •  28 de Noviembre de 2014  •  2.824 Palabras (12 Páginas)  •  233 Visitas

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“LEONARDO DA VINCI, HOMBRE SABIO Y MISTERIOSO, HASTA NUESTROS DÍAS”

INTRODICCÓN

Dentro de la experiencia académica, Historia del Arte, se nos ha solicitado elaborar un ensayo sobre un personaje del Renacimiento, que nos atrae; reflexionando y respondiendo a su vez esta interrogante. ¿Por qué te atrae ese personaje?

Es sabido por muchos que Leonardo Da Vinci, personaje renacentista, es muy conocido por todos, pero sus obras, su ingeniería, su arquitectura y sus inventos que han transformado la visión del Silgo XV, entre ellas la técnica del “sfumato” o la técnica del manejo de luz, entro otras. Da Vinci era y es, por sus obras, listo, introvertido, meticuloso, pensador, sin duda un gran personaje del cual se habla hasta nuestros días y se seguirá hablando por muchos más. Su vida es toda una proeza, ya que fue un genio quien no solo se especializo en los temas de pintura, sino que fue desde chico un joven introvertido que buscaba la razón de todas las cosas que le rodeaban, desde los pájaros que veía pasar a su alrededor hasta el funcionamiento del mismo cuerpo humano.

Leonardo hizo innumerables iniciativas en su vida, aunque algunas nunca las concluyó, ya que no solo se dedicaba a una sola cosa, sino que a su vez cambiaba de profesión, a veces trabajaba como pintor, algunas veces como arquitecto, otras como inventor, pero la verdadera naturaleza de Leonardo era la ciencia, la madre de la vida.

Sin duda alguna Leonardo es una de las más grandes mentes de la humanidad, una mente reservada, calmada, reflexiva y teórica; lo cual le ayudo a lograr crecer en un momento de nuestra historia, fechas en las que se comenzaba el auge de las artes y la ciencia, una época de vida y títulos de nobleza, tiempos en el que surge la Enciclopedia, la época mejor conocida como, el RENACIMIENTO.

“LA VIDA DE UN GENIO”

“Nació Leonardo en 1452, un sábado primero de abril a las tres de la madrugada, en una aldea llamada Anchiano, aledaña a la pequeña ciudad de Vinci, situada entre Florencia y Empoli, en la región Toscana de lo que actualmente es Italia”1.

No era extraño que un funcionario del gobierno regional, llamado Piero, sedujera a una humilde moza de taberna de nombre Caterina, y tuvieran un hijo con ella.

A pesar de ser hijo ilegitimo, el niño fue bautizado y se le puso el nombre de Leonardo; aunque sin otro apellido más que el de la madre –el cual se desconoce-, dado que el reconocimiento del padre era solamente un echo social, pero no legal.

Se dice que Caterina no era apta para amamantar al bebe, por lo que sevio obligada a solicitar leche de cabra para alimentarlo, lo que creo una leyenda en región, asociándose mágicamente con su especial talento, pues en la cultura europea siempre se ha identificado la figura de la cabra con la del diablo, por lo que un niño alimentado con leche de cabra algo tiene de diabólico o demoniaco, lo que hace pensar en aquella magia ancestral que los griegos llamaban daimonikós y atribuían a la presencia en las personas de un espíritu de genialidad (daimon), lo que indudablemente existía en Leonardo.

“Leonardo no era un niño común, y seguramente ese genio ya habitaba en él desde sus primeros años. Se cuenta que desde muy pequeño fue introvertido en grado extremo y gustaba dar largos paseos por el campo en completa soledad”2.

Así vivió Leonardo hasta la edad de cinco años, pero la situación económica y social de su madre, Caterina, cambio al contraer nupcias con Accattabriga di Vacca, un humilde campesino que la acepto como esposa a pesar de su condición de madre soltera, pero también por la poderos influencia del abuelo paterno de Leonardo, Antonio da Vinci, quien también el matrimonio de su hijo Piero con una muchacha de 16 años llamada Albiera Amadori.

Así que todo estaba en su lugar para la familia de Vinci; pero, al para algún tiempo, el matrimonio de Piero y Albiera no se presentaba como algo sólido, además de que no había descendencia, por lo que Maese Antonio, ordeno a su hijo Piero que reconociera legalmente a su hijo ilegitimo, Leonardo, lo que se realizó cuando el niño tenía seis años de edad. Pero el abuelo paterno no solamente proporciono la legitimidad de Leonardo, sino que decidió adoptarlo físicamente, y arregló las cosas para que el niño fuera a vivir a la residencia familiar, en la ciudad de Vinci, junto con él y su esposa Lucia.

Leonardo se convertía en el vástago de una familia encumbrada, por lo menos en los parámetros provincianos, pues la familia da Vinci no era propiamente rica, aunque si poseía un gran prestigio social.

Esta nueva posición fue providencial para Leonardo y determinaría su futuro, pues, además de darle un estilo de vida cómodo y seguro, le permitía tener acceso a la cultura.

Desde muy pequeño, Leonardo fue extraordinariamente meticuloso y un gran observador.

“Leonardo estudiaba apasionadamente, ansioso por descubrir y experimentar, siempre llevaba consigo un cuaderno, donde hacia apuntes y dibujos de sus observaciones, anotaba sus ideas y describía sus proyectos”3.

Leonardo entro al taller como aprendiz en un programa concebido a seis años, lo que era un tiempo demasiado largo desde la perspectiva de Piero, pues eso significaba la renuncia definitiva a tener un hijo notario, como el mismo y sus ancestros. Así que Piero se negó a sufragar los gastos de hijo mientras estuviera dedicado al arte, lo que n amilano al joven aprendiz, quien tuvo que aprender, antes que nada, el arte de mantenerse solo.

En 1468, a la edad de dieciséis años, Leonardo estaba ya perfectamente integrado a la vida florentina.

“Además de que el mismo encarnaba el ideal de belleza masculina en ese tiempo y ese lugar, pues era un muchacho alto, esbelto y armónico en sus líneas; era rubio y sus ojos tenían un tono de azul profundo, además de que era un buen bailarín, un estupendo músico y cantante”7, por lo que se hacía notar en las continuas francachelas a las que asistía, manifestándose también como un joven libertino y aprendiz de sibarita, lo que era muy bien visto en aquellos tiempos en los que la veleidad de la vida corría al parejo con las más refinadas experiencias de la cultura.

Aquí comienza la etapa más prolífica de Leonardo, bajo los auspicios de un guerrero y comerciante sin escrúpulos.

A pesar de la relativa independencia de que gozaba en el

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