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Leyendas Mexicanas


Enviado por   •  2 de Marzo de 2013  •  1.145 Palabras (5 Páginas)  •  802 Visitas

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1) El charro negro

Un hombre alto, de aspecto elegante, de impecable traje negro compuesto por una chaqueta corta, una camisa, un pantalón ajustado y un sombrero de ala ancha deambula en la profundidad de la noche en los solitarios tramos que unen los pequeños pueblos del México rural sobre el lomo de un caballo enorme y de color azabache. Quienes han tenido trato con él lo presienten el Diablo. No ignora a los hombres, a los que ofrece amable conversación, pero su clara preferencia son las mujeres, a las que seduce con mirada elocuente y palabras cálidas. Nada malo puede decirse del charro negro si el viajero se limita a permitir su compañía hacia su lugar de residencia; si se acerca el amanecer, se despedirá cortésmente y se marchará con tranco lento, al igual que si el sendero que recorre lleva a las cercanías de una iglesia. Pero si, por el contrario, la mujer cede a sus ofertas de aligerar el viaje y condesciende a montar el caballo, esa acción será el principio del fin: una vez sobre el animal, la infortunada descubre que es imposible apearse. Es entonces cuando el charro negro vuelve su montura y se aleja, con rumbo desconocido, sin hacer caso de los ruegos o los gritos de su víctima, a la que no se vuelve a ver jamás.

2) El carro de las brujas

El avistamiento de un carro rojo en el que circula un grupo de mujeres bellísimas a gran velocidad (algunos dicen dos, otros tres, quizás hasta cinco) se produce generalmente en la carretera que une el Distrito Federal con Cuernavaca, pero con el tiempo el carro rojo es visto con irregular frecuencia en sitios de México muy alejados entre sí. Sólo si se es varón se tienen posibilidades de toparse con el carro y las hermosas mujeres que vociferan su alegría dentro de él, las que sugerirán tentaciones imposibles de resistir mientras con palabras y gestos invitan al hombre, en algún recodo del camino inaccesible a otros ojos, a subir. Si lo hace, pocas jornadas después su cuerpo aparecerá, sin vida, al costado de la carretera, con signos de haber sido objeto de algún tipo de ritual: inequívocos símbolos de cultos olvidados o de liturgias sangrientas se hallan esparcidos por la piel de la víctima, como si hubiese sufrido el destino de las bestias sacrificadas en los aquelarres. Hay quienes afirman que el color escarlata que recubre al carro se fabrica con la sangre de los incautos.

3) La casa de los tubos

En la localidad de La Escondida, en Monterrey, muy cerca de la iglesia de Cristo de la Montaña se yerguen las ruinas de aquello que los lugareños llaman la casa de los tubos. La leyenda, en este caso, comienza con una buena intención: el padre de una joven, afectada por la parálisis, decide construir para su hija una mansión de extraño diseño cilíndrico, cuyas habitaciones y pisos estarían unidos por rampas para que así la circulación de la silla de ruedas en la que se desplazaba su hija no se viese afectada por los obstáculos comunes a los hogares corrientes. Desde el principio el proyecto fue teñido por la desgracia: dos trabajadores murieron durante la construcción en accidentes inexplicables, el plan avanzaba lentamente y los lugareños veían al edificio como una extraña torre de Babel cuya presencia era claramente ominosa. La tarde en la que la joven fue llevada a la casa

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