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Literatura


Enviado por   •  9 de Octubre de 2014  •  613 Palabras (3 Páginas)  •  143 Visitas

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Universidad Virtual Del CNCI

Proyecto Modular 3

Literatura

Adriana Yaneth González Flores

Lizi Domínguez Gutiérrez

Montemorelos N.L. 18 de septiembre de 2014

Leyenda.

La mujer herrada

Vivía en la ciudad de Méjico un buen sacerdote, acompañado de su ama de llaves.

Un herrero, el mejor amigo del buen capellán, desconfiaba instintivamente de la vieja ama de llaves, y así hubo de decírselo al cura, instándole repetidas veces para que la despidiera, aunque el sacerdote no llegó nunca a hacer caso de tales advertencias y consejos.

Una noche, cuando ya el herrero se había acostado, llamaron a su puerta

Violentamente, y al abrir encontróse con dos hombres de color que llevaban una mula. Aquellos hombres rogaron al herrero que pusiera herraduras al ani¬mal, que pertenecía a su buen amigo el sacerdote, quien había sido llamado in¬opinadamente para emprender un viaje.

Satisfizo el herrero el deseo de los desconocidos herrando la mula; y, cuando se alejaban, tuvo ocasión de ver que los indios castigaban cruelmente al animal.

Intrigado e inquieto pasó la noche el herrero, y a primera hora del día siguiente se encaminó a casa de su buen amigo el sacerdote. Largo rato estuvo llamando a la puerta de la casa, sin obtener respuesta, hasta que el capellán fue a franquearle el paso con ojos soño¬lientos, señal evidente de que acababa de abandonar la leche aquel instante.

Enterado por el herrero de lo que sucedió aquella noche, le manifestó que él no había efectuado viaje alguno ni tampoco dado orden para que fueran a herrar la mula. Después, ya bien despierto, se rió el buen capellán muy a su gusto, de la broma de que había sido objeto el herrero. Ambos amigos fueron al cuarto del ama de llaves, por si ésta estaba en antecedentes de lo ocurrido.

Llamaron repetidas veces a la puerta, y como nadie les contestara, forzaron la cerradura y entraron en la habitación.

Un vago temor les invadía al f ranq aear el umbral y una emoción terrible experi¬mentaron al hallarse dentro del cuarto.

El espectáculo que se ofreció ante sus ojos era horrible. Sobre la carne ensangrentada, yacía el cadáver de la vieja ama de llaves que ostentaba,

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