Lo Malo De Las Marchas

Lo malo de las marchas

• Que las peticiones más relevantes tienen que ver con temas cuya implantación o puesta en marcha es, en cualquier caso, de largo plazo. El “éxito” del movimiento, por su parte, se mide en el corto o cortísimo plazo. Si no se ven resultados palpables aquí y ahora, la adhesión al movimiento decrece y su fuerza disminuye.

Este efecto se acrecienta en la medida que las demandas estudiantiles suponen cambios más radicales o sustanciales. Por ejemplo:

- pasar de una educación superior pagada (la séptima más cara del mundo) a una ciento por ciento gratuita.

- Mejorar significativamente la calidad de la enseñanza de un momento a otro y sin admitir un proceso de evaluación del desempeño del profesorado que permita la opción de despidir a los profesores manifiestamente incompetentes por las razones justificadas que sean: desidia, no querer actualizar sus conocimientos y métodos de enseñanza, no admitir la introducción de las nuevas tecnologías en las salas de clases o en los sistemas de enseñanza, evaluación, calificación, etc.

- Mejorar la infraestructura de los establecimientos de educación en plazos inferiores a los técnica y/o financieramente posibles.

• La extensión e intensidad del movimiento con marchas que durante varios meses eran casi a diario producen un natural desgaste en la población y pérdida de visibilidad en los medios de comunicación (los acontecimientos que suceden a diario, rutinariamente, no son noticia).

Lo anterior sin mencionar los desmanes que inexorablemente se producen al final de cada marcha a manos de encapuchados.

• El cambio de los líderes del movimiento que más reconocimiento y simpatía habían despertado en la población por otros dirigentes desconocidos y que vienen con un discurso mucho más radical no ayuda a la consecución de los objetivos primarios del movimiento y únicamente aumenta el desgaste de la movilización estudiantil. (los dos principales líderes, Camila Vallejos y Giorgio Jackson, fueron reemplazados). De hecho, hoy en día hay un quiebre reconocido en la dirección del movimiento.

• Las demandas centrales del movimiento estudiantil chileno se orientan a la educación superior y, principalmente, a la universitaria. Sin embargo, existe un consenso unánime (y las mediciones como la prueba SIMCE así lo demuestran) que los principales déficit de la educación chilena no están en la enseñanza superior, sino en la infantil (prebásica), primaria (básica) y secundaria (media).

No se puede impartir enseñanza de alta calidad a personas que por su deficiente base académica no son capaces, por ejemplo, de superar puntajes mínimos en las pruebas de admisión a las universidades. No se puede enseñar

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