ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

MII - U1 - Actividad 1. Argumentación.


Enviado por   •  21 de Octubre de 2013  •  535 Palabras (3 Páginas)  •  2.031 Visitas

Página 1 de 3

Nombre: Claudia Berenice Velázquez De la Torre.

Matricula: A07105178.

Lectura y Redacción II.

MII – U1 – Actividad 1. Argumentación.

Tutor: Alan Adrián Leal Ávila.

Fecha: 17. Sept. 2013.

NOVELA

Todo el día, sentados en el patio, en un banco, estaban los cuatro hijos idiotas del matrimonio Mazzini-Ferraz. Tenían la lengua entre los labios, los ojos estúpidos, y volvían la cabeza con toda la boca abierta.

El patio era de tierra, cerrado al Oeste por un cerco de ladrillos. El banco quedaba paralelo a él, a cinco metros, y allí se mantenían inmóviles, fijos los ojos en los ladrillos. Como el sol se ocultaba tras el cerco al declinar, los idiotas tenían fiesta. La luz enceguecedora llamaba su atención al principio; poco a poco sus ojos se animaban; se reían al fin estrepitosamente, congestionados por la misma hilaridad ansiosa, mirando el sol con alegría bestial, como si fuera comida.

Otras veces, alineados en el banco, zumbaban horas enteras imitando al tranvía eléctrico. Los ruidos fuertes sacudían así mismo su inercia, y corrían entonces alrededor del patio, mordiéndose la lengua y mugiendo. Pero casi siempre estaban apagados en un sombrío idiotismo, y pasaban todo el día sentados en su banco, con las piernas colgantes y quietas, empapando de glutinosa saliva el pantalón.

“En cuanto a la herencia paterna, ya le dije lo que creí cuando vi a su hijo. Respecto a la madre, hay allí un pulmón que no sopla bien. No veo nada más, pero hay un soplo un poco rudo. Hágala examinar detenidamente.

Con el alma destrozada de remordimiento, Mazzini redobló el amor a su hijo, el pequeño idiota que pagaba los excesos del abuelo. Tuvo así mismo que consolar, sostener sin tregua a Berta, herida en lo más profundo por aquel fracaso de su joven maternidad.

Como es natural, el matrimonio puso todo su amor en la esperanza de otro hijo. Nació éste, y su salud y limpidez de risa reencendieron el porvenir extinguido. Pero a los dieciocho meses las convulsiones del primogénito se repetían, y al día siguiente el segundo hijo amanecía idiota.

Esta vez los padres cayeron en honda desesperación. ¡Luego su sangre, su amor estaban malditos!

Hacía tres horas que no hablaban, y el motivo fue, como casi siempre, los fuertes pasos de Mazzini.

“¡Mi Dios! ¿No puedes caminar más despacio? ¿Cuántas veces…?” “Bueno, es que me olvido; ¡se acabó! No lo hago a propósito.”

Ella se sonrió, desdeñosa. “¡No, no te creo tanto!”

“Ni yo jamás

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (3.4 Kb)  
Leer 2 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com