Marco Tulio Cicerón II

preocupaba era lo que su esposa Helvia pensaría sobre los gastos al comprar la grasa de buitre, pero su doctor muy astuto solo había gastado dos sestercios el bote y le aseguraba que curaba cualquier inflamación. Marco Tulio Cicerón II solo pensaba en lo que diría su esposa a la cual le tenía una admiración ya que para él y para cualquiera era excelente tener a una esposa tan ahorrativa y administradora como Helvia.

Poco después fue visitado por su padre Marco Tulio Cicerón quien era un romano chapado a la antigua. Pero este inmediatamente se dio cuenta de que Marco Tulio su hijo no estaba haciendo más que tirarse a la cama para no enfrentar lo que estaba sucediendo, ya que Helvia estaba embarazada y con su hijo a punto de nacer. Esto es en nuestros tiempos “normal” pues que joven de su edad va tener la madurez necesaria para enfrentar el nacimiento de su primogénito. Al final el padre de Marco Tulio lo hace levantarse de la cama y salir a enfrentar lo que estaba pasando pues ya había demasiado movimiento en el aposento de las mujeres y esto era más que una clara señal de que Helvia estaba a punto de dar a luz. Llegan a donde estaba Helvia , ansiosos por saber que era ya que en esos tiempos era lo que más importaba o por lo menos al padre de Marco Tulio Cicerón II, pero la tan mencionada y vieja con bigote Liria la sirvienta favorita de la señora Helvia la cual había sido su niñera los miraba y recibía como intrusos, pues en su época no estaban acostumbrados a que un hombre acompañara a una mujer para dar a luz . Y esto como era de esperarse irritaba cada vez más tanto al padre como al hijo. Que al final como era de esperarse hicieron valer su mandato en la casa y por fin entraron en los aposentos de las mujeres donde se encontraba su esposa, esperaron un rato mientras Marco Tulio Cicerón II platicaba con su esposa la cual se encontraba acostada acompañada de sirvientas.

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