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Marvel


Enviado por   •  22 de Septiembre de 2014  •  Síntesis  •  399 Palabras (2 Páginas)  •  161 Visitas

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Era una buena respuesta, una respuesta sincera.

—Yo nunca he querido la guerra. Derroté una vez a los yunkios y me apiadé de su ciudad en vez de saquearla. Me negué a apoyar al rey Cleon cuando marchó contra ellos. Hasta ahora, con Astapor bajo asedio, contengo mi mano. En cuanto a Qarth... Nunca he hecho daño alguno a Qarth...

—Directamente, no, pero Qarth es una ciudad de mercaderes aficionados al tintineo de la plata, al brillo del oro. Cuando acabasteis con el comercio de esclavos, el golpe se dejó sentir desde Poniente hasta Asshai. Qarth depende de sus esclavos, igual que Tolos, Antiguo Ghis, Lys, Tyrosh, Volantis... La lista es larga, mi reina.

—Pues que vengan. En mí encontrarán un enemigo más duro de pelar que Cleon. Prefiero morir luchando a permitir que vuelvan a encadenar a mis hijos.

—Tal vez haya otra opción. Creo que sería posible convencer a los yunkios para que respeten a vuestros libertos, siempre que vuestra adoración acceda a que la Ciudad Amarilla entrene esclavos y comercie con ellos sin interferencias de hoy en adelante. No tiene por qué correr más sangre.

—Excepto la de los esclavos que los yunkios entrenarán y con los que comerciarán —replicó Dany. Pero sabía que había buena parte de verdad en lo que le decía. «Tal vez sea el mejor final al que podemos aspirar»—. No me habéis dicho que me amáis.

—Lo haré si ello os place, esplendor.

—No es así como responde un enamorado.

— ¿Qué es el amor? ¿Deseo? Ningún hombre que sea hombre puede miraros y no desearos, Daenerys. Pero no es el motivo por el que me casaría con vos. Antes de que llegarais, Meereen estaba agonizando. Nuestros gobernadores eran ancianos de polla mustia y viejas de coño arrugado y reseco como la arena. Les gustaba sentarse en la cima de sus pirámides para beber vino de albaricoque y hablar de las glorias del Antiguo Imperio mientras los siglos transcurrían y la ciudad se desmoronaba en tomo a ellos. Las tradiciones y las precauciones nos aplastaban hasta que vos nos despertasteis con sangre y fuego. Ha llegado una nueva era; ahora son posibles cosas nuevas. Casaos conmigo.

«No es desagradable a la vista y tiene lengua de rey», pensó Dany.

—Besadme—ordenó.

Él le cogió la mano otra vez y le besó los dedos.

—No, así no. Besadme como si fuera vuestra esposa.

...

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