Miguel Angel
BARTEAGA19 de Febrero de 2013
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La creación de Adán
Hoy quiero hacer un análisis breve de un cuadro precioso que está en los frescos de la Capilla Sixtina: La Creación de Adán.
Fue pintado por Miguel Ángel alrededor del año 1511; ilustra un episodio bíblico, en el cual Dios da vida a Adán, el primer hombre.
El cuadro se compone de dos mitades bien claras: la zona derecha, en la que está Dios, y la zona izquierda, en la que se ubica Adán. Dios es representado como un anciano vestido con una túnica y barba blanca. Está envuelto por una túnica púrpura que comparte con varios querubines; con su brazo izquierdo abraza a una mujer, que normalmente se dice que es Eva. Con su brazo derecho, extendido, pretende dar vida a Adán. Los dedos de ambos no contactan, sino que están separados por una mínima distancia. Adán está tumbado en una posición prácticamente idéntica (según el Génesis: Dios creó al hombre a su imagen y semejanza), pero contrasta con Dios en que ofrece una imagen mucho mas terrenal, recostado sobre una zona de tierra.
El fresco, como se ve, es fácil de entender; sin embargo, me interesa un análisis algo más pormenorizado que elaboró en 1990 un doctor llamado Frank Lynn Meshberg. En su artículo, publicado en el Diario de la Asociación Médica Americana, expone que el fresco es una representación muy fiel de la anatomía del cerebro humano. Miguel Ángel, parce ser, escondió un mensaje oculto en el fresco; sin embargo, dio algunas pistas en los sonetos que escribió; entendió que su habilidad no residía en sus manos, sino en su cerebro. Decía que el regalo más grande que Dios había dado al hombre es su intelecto; para muestra, un soneto:
After the divine part has well conceived
Man’s face and gesture, soon both mind and hand,
With a cheap model first at their command,
Give life to stone, but this is not achieved by skill.
In painting, too, this is perceived:
Only after the intellect has planned the best and highest,
Can the ready hand take up the brush
And try all things received.
Entrando ya en el análisis del cuadro, hay que mirar la silueta de la túnica púrpura que envuelve a Dios:
La línea trazada en la imagen izquierda corresponde a la cara externa del hemisferio derecho del cerebro, y la imagen derecha correspondería a la cara interna del hemisferio izquierdo. Atención a la comparación con una imagen de un atlas de anatomía:
La similitud es evidente, ¿no?. Por último, para que no parezca que la comparación se centra sólo en una vaga silueta, os traigo otra imagen. La imagen superior corresponde a un dibujo sencillo del cerebro con algunas estructuras señaladas (sulcus cinguli: surco cingular, pituitary gland: glándula pituitaria, pons: puente, spinal cord: médula espinal). La imagen inferior es un trazado del contorno de la zona del fresco en la que Dios aparece representado.
Ahora, con una imagen detallada del fresco, estamos en posición de ver cómo se corresponde casi exactamente la silueta cerebral con la pintura.
El surco cingular se extiende desde las caderas del ángel que hay frente a Dios, a través de sus hombros y bajando por su brazo derecho, y abarca también la frente de Eva. La tela verde que se ve en la parte inferior es una representación impresionante de la arteria vertebral; se trata de una arteria que sigue un curso ascendente por el cuello, haciendo muchos giros y retorciéndose,
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