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noemicaceres21 de Mayo de 2015
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Una mirada histórica sobre
la formación de profesores en Chile
En un acercamiento a las fuentes primarias, que
dan cuenta de la historia educacional en Chile, es posible
reconocer que principalmente en el siglo pasado, diversos
estudios sistematizaron y describieron importante
información y datos que expresan las iniciativas y políticas
orientadas a preparar personas para el mundo de la
educación. Es así como se destacan, por ejemplo, los libros
Escuelas públicas de Chile a fines de la era colonial, de José
Manuel Frontaura (1892); La instrucción pública en Chile
desde sus orígenes hasta la fundación de la Real Universidad
de San Felipe, de José Toribio Medina (1905); Historia
elemental de la pedagogía chilena, de José María
Muñoz Hermosilla (1918); Historia de la enseñanza
en Chile, de Amanda Labarca (1939); Desarrollo
educacional de Chile, de Fernando Campos Harriet
(1965); Doctrina y praxis de los educadores representativos
chilenos, de Julio César Jobet (1970); La
formación del profesorado en Chile, de Cristián Cox
y Jacqueline Gysling (1990); Profesores para Chile:
historia de un proyecto, de Beatrice Ávalos (2002),
como también, Historia de la educación chilena, de
Fredy Soto Roa (2000), y La educación primaria popular
en el siglo XIX: una práctica de política estatal,
de Loreto Egaña (2000), entre otros.
De acuerdo con Fredy Soto (2000, 7), “Chile
durante gran parte del siglo XVI es un campamento
en armas, con una economía de subsistencia…
Fue una sociedad que primero debió afirmarse en
la tierra y luego preocuparse de otros menesteres,
donde la educación no tuvo prioridad”.
Por otro lado, los maestros de primeras letras
fueron religiosos y seglares, ya que difícilmente la
educación podía pasar al margen de la Iglesia, naciendo
las escuelas al lado de conventos, doctrinas
o misiones.
Los primeros religiosos que llegan a Chile
son los mercenarios, luego los franciscanos, los dominicos,
la Compañía de Jesús y los Hijos de San
Agustín, siendo una institución muy importante
dentro del nacimiento de la educación en Chile las
misiones jesuíticas.
Entre las escuelas conventuales, particulares
o reales no había diferencias en cuanto a métodos,
enseñanza y costumbres, puesto que todas tenían
como objetivo formar jóvenes cristianos y súbditos
obedientes. Asimismo, a diferencia de otros
países de América, en Chile no hubo condiciones
para que las mujeres accedieran a la educación
(Soto, 2000, 11).
En definitiva, tal como señala Núñez (1997),
durante la época colonial la educación formal
tuvo un escaso desarrollo. Unas pocas escuelas
de primeras letras estuvieron a cargo de los cabildos
o de la Iglesia, que mantuvo también algunos
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Universidad de La Sabana | Facultad de Educación
ISSN 0123–1294 | Educ.Educ. Vol. 13, No. 3 | Septiembre-diciembre de 2010 | pp. 397-417
colegios y seminarios y enseñaron la doctrina católica y
rudimentos de la cultura occidental, en forma de transmisión
autoritaria.
A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, y como
expresión de la ideología de la Ilustración, se fundaron la
Universidad de San Felipe y otros centros. A comienzos de
la época de la Independencia se creó el Instituto Nacional,
como organismo de educación secundaria y superior, dedicado
a formar las élites para el nuevo Estado.
La preocupación de las autoridades de Chile en los
primeros años de vida independiente no estuvo en la
educación; sin embargo, en la medida en que el país se va
desarrollando, los gobiernos acrecientan su interés por ella.
La Constitución de 1833, que regiría hasta 1925, reconoció
la libertad de enseñanza y asignó al Estado una
fuerte responsabilidad en el desarrollo y supervigilancia
de la educación nacional.
Respecto de la formación de profesores, por ejemplo,
Ávalos (2002) refiere que la primera forma institucional de
formación docente en el Chile independiente surgió con el
establecimiento de una escuela normal masculina de preceptores
en 1842, bajo el liderazgo del educador argentino
Domingo Faustino Sarmiento. Posteriormente, en 1854,
se abrió la primera escuela normal para mujeres, dirigida
por la congregación de Monjas del Sagrado Corazón de Jesús,
que aunque con una formación bastante incipiente,
cercana a una escuela primaria superior, igualmente fue
importante como símbolo de la necesidad de contar con
docentes preparados para su tarea.
Ya en esa época, se presentaron formas de perfeccionamiento
de maestros, al fijarse en 1844 las funciones de
los Visitadores Provinciales de Instrucción Primaria, quienes
debían reunirse por veinte días, en los meses de enero
de cada año, con los maestros de su jurisdicción, constituyéndose
las denominadas Conferencias de Maestros,
que fueron bastante exitosas, de tal manera que en 1854
se impusieron por decreto como Ejercicios de Maestros, a
los cuales podían asistir docentes de escuelas públicas y
particulares, cuyo primer director fue Domingo Faustino
Sarmiento (Soto, 2000, 153).
En 1851, Manuel Montt asumió la Presidencia de la República,
y la Universidad de Chile ya se había creado en el
año 1842, como primera universidad pública, sobre la base
de la antigua Universidad de San Felipe, adoptando
la tuición del naciente sistema educativo del país.
También en 1842 se fundó la Escuela Normal de
Preceptores, la Escuela de Artes y Oficios y un conservatorio
de bellas artes; sin embargo, aún no se
promulgaba la ley de instrucción primaria y secundaria,
y uno de los puntos más críticos era la calidad
de los docentes y sus bajos sueldos (Soto, 2000, 27).
Posteriormente, un nuevo impulso tomó el
perfeccionamiento de docentes a partir de 1868,
cuando se creó la Comisión Visitadora de Escuelas
de Santiago, que luego se denominó Conferencias
Pedagógicas, cuyo énfasis estaba puesto en
la lectura y discusión de temas sobre preparación
profesional respecto de contenidos de asignaturas
y metodologías de la enseñanza (Soto, 2000, 154).
En el período comprendido entre los años
1842 y 1880 se aplicaron dos planes de estudios en
la enseñanza normal. El de 1842 es el plan inicial, y
como tal es parte de la fundación de la enseñanza
normal, y el segundo representa una continuidad
respecto del plan inicial, pero es el comienzo del
crecimiento interno de la enseñanza normal, con
una cobertura mayor, avalada por la Ley Orgánica
de Educación aprobada por Manuel Montt en
1860 (primera ley sobre instrucción primaria), que
afianzó la gratuidad de la enseñanza primaria y
fomentó la cobertura escolar.
Vale comentar que, en parte debido al carácter
unitario del Estado como por la influencia
cultural y educativa francesa, el sistema educacional
chileno se organizó en forma centralizada.
Hacia el año 1885 el gobierno de la época se
interesó por las ideas pedagógicas del modelo
alemán, por un lado para mejorar el contenido y la
forma de la enseñanza escolar, como también
la formación docente, razón por la que contrató a
un contingente de profesores alemanes, quienes
al alero de la pedagogía herbartiana realizaron
una reforma de los estudios y métodos de las escuelas
normales.
La influencia alemana marcó también el
sello del Instituto Pedagógico, que fue la primera
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La formación de profesores en Chile: una mirada a la profesionalización docente
Gladys Contreras-Sanzana | Alejandro Villalobos-Clavería
institución dedicada a la formación de profesores para
el nivel secundario, fundada en 1889 por el educador Valentín
Letelier. La dirección del Instituto fue entregada al
alemán Federico Johow, y en su primera planta docente
participaron profesores alemanes.
A mediados de 1890, el Instituto Pedagógico pasó a
formar parte de la Facultad de Filosofía y Humanidades
de la Universidad de Chile, hecho que marcará toda una
concepción en Chile respecto al nivel universitario que
le corresponde a la formación docente, la que resistirá embates
posteriores en que se tratará de modificar este estatus.
De acuerdo con Iván Núñez, las instituciones educativas
principales eran la universidad y los llamados “liceos”,
que tenían carácter humanístico y preparatorio para el
ingreso a la universidad. Es interesante reconocer que hacia
1842 solo había 2.000 estudiantes secundarios; en 1852
eran 4.268 y en 1908, 7.190 estudiantes.
Las escuelas primarias del Estado se destinaban
principalmente a enseñar las primeras letras a niños de
las clases pobres,
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