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Mitos Y Leyendas


Enviado por   •  10 de Diciembre de 2014  •  700 Palabras (3 Páginas)  •  173 Visitas

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El jinete sin cabeza

El silencio de la noche era interrumpido por el aullar de los perros y el terror hacía sentir más intensos los latidos del corazón, los niños se acurrucaban con sus madres y ellas murmuraban una plegaria. Los golpes de la herradura de un caballo en el empedrado, se hacían sentir en el cráneo de los temerosos vecinos y el relinche de la bestia se metía en los oídos con dolor, el jinete era un charro vestido de negro con botones muy gigantes como si fueran de plata llevaba en la mano un machete lleno de sangre, pasaba sin hablar porque era un jinete sin cabeza, estaba el cuerpo completo pero sin nada sobre los hombros.

No crean que nada mas los niños le tenían miedo sino, también jóvenes y viejos, mujeres y hombres en las noches de luna llena después de las 11 de la noche, nadie asomaba la mirada por los callejones empedrados del viejo barrio minero, los dueños de las pulquerías se daban prisa para echar afuera a los parroquianos antes de la hora papal, al salir de la pulquería caminaban esu borrachera canturreando tras pies, caro pagaban sus parrandas pues ellos mismo decían ¿Verdad de Dios vi, un hombre sin cabeza, hasta la borrachera se les bajaba cuando la escuchaban, un lastimero lamento. Luego el venir de un caballo que no galopaba más bien parecía como si avanzara bailando sacando chispas con sus cascos del viejo empedrado y el fuego de sus ojos los hacían ver más negro y a la luz de la luna reflejaba su tenebrosa silueta. Estos sucedía desde a principios de siglo o quizás desde mucho tiempo atrás, en las calle de observatorio en las calles de la palma muchos fueron testigos primero escuchaban un alarido que casi desgarraba el alma seguido de una fuerte corriente de aire como si este huyera descolorido por el angosto callejón, después se sentía la presencia del jinete sin cabeza el infortunado testigo sentía un escalofrío que recorría todo su cuerpo con sudor en el rostro y piernas paralizadas. El jinete se perdía en la oscuridad escuchándose nuevamente el doloroso alarido que más que un ser humano parecía venir del mismísimo infierno, la conseja popular decía que todo fue por una mujer.

Una noche de luna llena el jinete enamorado encontró a su rival ante la ventana de su amada, así te quería encontrar traidor y tu eres una traidora, sacaron sus machetes en mortal duelo, cada uno trataba de defenderse y se tiraban sin piedad, clavaban las espuelas a sus nerviosos corceles y los filos de sus machetes estaban ensangrentados, después el rival mortalmente herido, desapareció en la noche, pero antes su machete de acero había encontrado el cuello del amante burlado, su cabeza había rodado por el suelo ante el balcón de la ingrata, el permaneció montado por mucho tiempo, a paso lento el caballo camino por el oscuro callejón, yéndose en la nada, en las sombras de la noche la cabeza se perdió, tal vez el diablo se la llevo al infierno, por eso se dice que en las noches de luna llena el jinete del caballo negro, no busca a su rival, sino busca su cabeza para descansar en paz, esa paz que les es negada a las almas en pena.

Los primeros dioses

Los primeros dioses. Los antiguos mexicanos creían en la existencia de un dios Tonacatecuhtli quien junto con su esposa Tonacacihuatl tuvieron 4 hijos, Tlantlauhqui, Tezcatlipoca, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli.

Sus cuatro hijos se convirtieron en los cuatro dioses que crearon la tierra después de 600 años de haber nacido, primero crearon al sol y después a la tierra, también crearon al primer hombre y primera mujer para que le dieran forma a la recién creada tierra., cada uno llevando diferentes tareas.

Del primer hombre y la primera mujer nacieron los macehuales, los cuales se encargaron de poblar la tierra, después los dioses se encargaron de crear los días, los cuales estarían agrupados en años, después d esto crearon el infierno y el cielo. Por último los dioses crearon al dios y a la diosa del agua, para que enviaran lluvias para regar las tierras, y para que pudiera existir la vida.

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