Movimientos Sociales

Los movimientos sociales componente fundamental para consolidar la democracia en El Salvador. En las décadas anteriores, la vigencia de un sistema político profundamente antidemocrático y represivo influyo en el talente de los movimientos sociales salvadoreños, cuyas características se inscribieron en formas de luchas combatidas, contestarías. La lucha social estuvo regida por una estrategia que privilegiaba la confrontación contra el sistema, lo cual era congruente con la existencia de una dictadura militar y el conflicto armado.

Dadas las nuevas realidades políticas y sociales abiertas por los Acuerdos de Paz, se trata de pensar nuevas formas organizativas y modalidades de acción que incidan en la modificación de las instituciones vigentes dentro de la actual transición política.

En definitiva se deben delinear las posibilidades de construir un nuevo marco institucional en el que no solo se hagan presentes los intereses y las metas de la ampliación ciudadana y participación política de la sociedad, sino también que permita el impulso de nuevas políticas progresistas y liberadoras que superen las políticas tradicionales de una mera democracia formal restringida.

Para que se consolide la democracia es necesario crear sistema de partidos competitivo y pluralista, pero al mismo tiempo es necesario el fortalecimiento de la sociedad civil, de los movimientos sociales, de las organizaciones populares, de las ONGs. Solo así se podrá enfrentar las tareas de democratización. El fortalecimiento de la sociedad civil es un aspecto fundamental de la transición y de la consolidación democrática. Todo esto supone definir el rol de los viejos y de los nuevos movimientos sociales.

La experiencia de las transacciones a la democracia o de los procesos de apertura política en América Latina muestra que la acción intensa de los movimientos sociales sobre los sistemas políticos y sus actores ha sido determinante en la transformación de los marcos institucionales.

La historia de los movimientos sociales en El Salvador nos muestra que estos se encausaron fundamentalmente en estas dos tendencias, donde la dinámica fue la de surgimiento, ruptura, disolución y recomposición de diversas organizaciones, ya sea en el apoyo al intento de creación de un bloque de centro, ya sea con opción mas consecuente con los intereses objetivos de las mayorías pobres. En la actualidad esto se combina con el hecho de que gran parte de la población, y de los sectores populares, no solo no están organizadas, sino tampoco han alcanzado un nivel de conciencia critica ni mucho menos una opción consecuente con su precarias condiciones de vida.

Este bajo desarrollo de la sociedad civil en la actual etapa que vive El Salvador plantea un obstáculo fundamental para orientar la misma hacia la democracia real, sobre todo cuando todavía se plantea el dilema de la construcción de un estado de derecho y un modelo de desarrollo con justicia social. Una sociedad civil débil y desarticulada, con bajo nivel organizativo, representa un problema para todas aquellas fuerzas sociales que buscan la transformación y democratización del actual sistema político.

La importancia y alcance de esta afirmación se puede valorar mejor si se considera el hecho de que un sistema político solo puede elaborar y procesar aquellos problemas que son planteados a través de demandas organizadas de la sociedad. De que resulta decisivo, en la transformación y profundización de la democracia, el que exista una demanda social organizada independientemente del estado y de los partidos políticos. Las demandas provenientes solo del gobierno o de los partidos probablemente tenga que ver con la resolución de problemas de gobernabilidad y de estabilidad que con la transformación democratizadora de las instituciones sociales y políticas vigentes.

Además, la experiencia en los partidos latinoamericanos muestra

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