Más Allá Del Detalle

Los temas económicos inundan los noticieros, las tertulias radiofónicas y televisivas y las páginas de los periódicos, sea en, o fuera de, las páginas económicas. El desempleo, la corrupción, las stock options, los recortes, las pensiones, la deuda, los intereses, la reforma laboral, los desahucios, el rescate, las preferentes, el déficit, la fluidez del crédito … son asuntos de importantes consecuencias en las vidas de tantas personas.

Leo y escucho, y aquellos que hablan y escriben parecen agitarse en el interior de un pozo, el sistema en el que se encuentra confinada la humanidad. Sus juicios y debates versan sobre encajes internos de un sistema que raramente cuestionan. Modernos Ptolomeos, tal vez, ajustando artificios económicos que pudieran variar los resultados. Insensibles, sin embargo, a considerar otros sistemas posibles.

He escogido tres ideas que caracterizan la esencia del sistema: rabioso individualismo, cruel competitividad, lamentable indiferencia. La humanidad es arrojada al enfrentamiento: se espera que el más fuerte, saque mayor provecho de las circunstancias, y se comprende que el poderoso no tenga consideración con el débil.

Según las reglas del sistema, los poderosos pueden decaer, pero es un acontecimiento infrecuente que un privilegiado pase a formar parte de la legión de necesitados. Los débiles pueden prosperar, pero también es un acontecimiento infrecuente que un desvalido pase a engrosar las filas de los poderosos. Aquellos que han conseguido posiciones de privilegio en la pirámide (individuos, empresas, o países) tienen muchas posibilidades de mantener las ventajas y, en general, no parece importarles demasiado los sufrimientos de los desamparados. Lamentable indiferencia.

Y en la base de todo, un exacerbado culto al individualismo económico, a lo privado, a la competitividad inmisericorde. Todo ello planificado por los poderes mundiales frecuentemente con extrema brutalidad, para su perpetuación, alimentado por los individualmente privilegiados, para su provecho, y aceptado, con esperanza, por los que mantienen la ilusión de participar, algún día, del festín

Cuando visualizo la humanidad países, ciudades, familias, individuos, interaccionando y acarreando sus expectativas, esperanzas, ambiciones y temores, comprendo la complejidad del conjunto y la dificultad de organizarlo. Sin embargo, si sumásemos el esfuerzo que se dedica a sacar provecho individual, el talento consagrado a acumular riqueza y poder, el ingenio entregado a desarrollar máquinas de guerra y métodos de destrucción, y la lucidez aplicada a perfeccionar los procedimientos de manipular la sociedad y mantener los privilegios de los poderosos. Pues bien, si juntásemos todo ese talento, y lo dedicásemos a articular una humanidad cooperativa, colaborativa, en la que compartir fuera tan importante como tener, seguramente sobraría capacidad para planificar y gestionar tal

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