Nociones De Sociocriminologia
Emiliaocampos3 de Septiembre de 2013
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NOCIONES DE SOCIOCRIMINOLOGIA
Son un conjunto de teorías muy variadas que intentan dar una explicación del delito y del comportamiento antisocial que tienen en cuenta factores bio-psico-sociales, resaltando los aspectos socioeconómicos, pero sobre todo las áreas delincuenciales , la asociación diferencial, la dicotomía de valores, los valores subterráneos, el conflicto social, la subcultura criminal, la anomia, la reacción social, etc.
Factores socioeconómicos del delito
Entre los fines de la sociedad se encuentra la armonía en común, basada en el bienestar social, con equilibrio en el derecho de los hombres; sin embargo la realidad es lo contrario, ya que cada día se incrementan conductas desviadas y delictuosas, catalogadas como dañinas, porque afectan directamente a la sociedad y son motivadas por factores que se encuentran implícitos en el ambiente donde nace y se desarrolla el ser humano.
Uno de los factores de riesgo más graves y que propicia la producción de delincuentes desde su temprana edad, es su aspecto social y económico, que le motiva el deseo de alcanzar lo que no tiene”, lo que aunado al desequilibrio emocional, psicológico y físico en que se encuentra, produce un “ser conflictivo” que responde con agresividad a todo aquello que sea legal.
Ello muestra la necesidad de buscar nuevas y más efectivas formas para controlar y erradicar a fondo la delincuencia, realizando una transformación o cambio en las normas sociales, quienes “caminan” a la luz de los valores, para que sociedad y Estado se fijen un fin común: “tratar de que exista el bienestar social así como una efectiva y adecuada prevención del delito, mediante el análisis profundo de sus causas”, que ayude a mantener el orden y seguridad jurídica.
Garófalo explica que la causa o factor de la conducta criminal tiene su gestión en el ambiente social y en contribución a las condiciones naturales del individuo; para él, la criminalidad es un fenómeno social.
La escuela positiva, estudia el delito de acuerdo a tres factores: su génesis natural, sus efectos jurídicos y los remedios eficaces. Esta escuela tiene su fundamento en otras ciencias, tiene una base filosófica en Comte y otra científica en Darwin; es una escuela determinista que dice que “las circunstancias llevan al hombre a delinquir, luego, no hay responsabilidad moral ni social, por lo que todos son culpables y la pena debe ser proporcional a la peligrosidad del delito”.
En la escuela ecléctica se combinan la escuela clásica y la positiva, diciendo que “el delito es un fenómeno social, naturalmente causado”.
Según Durkheim, cuando habla de la “anomia” menciona que una sociedad estable presenta otro matiz distinto a aquellas sociedades cuyo propósito más importante es el lograr prosperidad económica. Para este doctrinista, en la sociedad estable, los objetivos precisos ayudan al individuo a respetar la autoridad colectiva; las metas económicas son más claramente definidas y están al alcance de las aspiraciones del individuo
Pobreza y Delito
La insuficiencia de medios económicos con que cubrir las necesidades, sobre todo si son elementales, ha sido comúnmente acusada de aumentar el número de delitos y de conductas antisociales en general.
La desproporción entre lo que se necesita y la capacidad para alcanzarlo tiene consecuencias mucho más complicadas que las que se podría pensar en un primer momento.
Ya el siglo pasado, Von Mayr creyó descubrir una estrecha relación entre el precio del trigo y el número de hurtos; para él cada aumento en el precio se manifiesta en un hurto más; y al revés, cuando el precio descienda. Si se compara los índices comerciales -que no depende de un solo dato sino de la combinación de varios- es hoy posible comprobar una relación proporcional entre tales índices, por un lado, y los delitos contra la propiedad, y la prostitución como por otros.
Burt considera que existe, como causa de delincuencia, una que podría llamarse pobreza relativa o sea la insuficiencia de los medios en relación con los deseos y las ambiciones; así se dan delitos que obedecen al ansia de figuración, al lujo desmedido, más que a la pobreza tal como usualmente se la entiende.
La pobreza relativa se da en quienes tienen lo suficiente para mantener su vida, pero sienten que hay un abismo entre lo que poseen y lo que desearían poseer; la codicia es entonces el impulso principal para cometer delitos. Esta situación es particularmente notoria hoy, en una sociedad consumista, en que la propaganda impresiona mucho y en que cada uno quiere tener y aparentar mas que los otros. Esta pobreza relativa se da, obviamente, también en las sociedades ricas en que los pobres constituyen, a veces, una minoría muy pequeña.
Parmelee destacaba al decir que la pobreza opera a a través de la mala habitación con todas sus consecuencias dependientes, de la desnutrición, disgregación de la vida familiar, carencia de descansos adecuados, pocas posibilidades de progreso cultural, enfermedades que no son bien combatidas.
Crisis Económicas y Delito
Este es otro método para determinar la relación entre situación económica y delito; tiene la ventaja de permitir mayores comparaciones, ya que generalmente las investigaciones abarcan ciclos enteros influyendo momento de auge y de crisis; así se puede seguir en verdaderas ondas en la marcha de la economía y del delito.
Pero no baya a creerse que la incidencia en la mayor criminalidad sólo se encuentra en los momentos de depresión y de desempleo; el auge en el empleo completo tiene su propia delincuencia.
La depresión conduce directamente al desempleo. Este, a su vez, produce migraciones internas y externas en busca de trabajo; así, la crisis actual a través del aumento de la movilidad, efectuada en las peores condiciones.
Es natural y explicable que las necesidades primarias urgentes conduzcan a muchos a cometer delitos de los cuales, de otro modo, se hubieran mantenido alejados. En relación con estos fenómenos y tentaciones, hay que observar que parece más peligrosa que la pobreza continuada, la que se presenta como consecuencia de cambios bruscos, sobre todo en sectores sociales enteros que estaban acostumbrados a ciertos bienestares.
Lugar preferente merecen las repercusiones psicológicas de la crisis. Los obreros parados se vuelven nerviosos, irritables, prontos a la reacción violenta o totalmente abatidos; pero aún en el abatimiento, y a través de mecanismos fáciles de comprender, suelen presentarse momentos explosivos; se despiertan sentimientos de repudio hacia la sociedad; el padre y el marido pierden su autoridad de tales, toda vez que no pueden cumplir sus funciones de mantenedores del hogar; los suelen separarse, mientras uno busca trabajo lejos del hogar; éste se coloca en vías de deshacerse, porque los hijos se lanzan a la calle, donde integran pandillas infantiles y juveniles dedicadas a robar para obtener lo que el hogar no les da.
Dorothy Thomas, en sus investigaciones llegó a las siguientes conclusiones:
1- No hay ninguna relación estrecha entre la tendencia de todas las ofensas acusables y los delitos sin violencia contra la propiedad, y el ciclo de los negocios.
2- Los delitos violentos contra la propiedad aumentan en los períodos de depresión.
3- La conexión entre los delitos contra las personas y el ciclo de los negocios es muy pequeña.
Otros tipos de crisis que provocan también grandes cambios en la delincuencia; no se trata tanto de carencia de empleos, de baja producción o de saturación del mercado, si no de cambios radicales en la estructura económica de la nación.
Prosperidad y Delito
Desde antiguo, pudo comprobarse que las condiciones sociales tienen influencias contradictorias; si a la pobreza, la crisis periódica, la desocupación le favorecen la aparición de ciertos tipos de delitos, es también verdad que la prosperidad, social e individual, provocan el incremento de otros tipos delictivos.
Ya Lombroso hacía notar que el buen salario ocasionaba que los obreros debieran más y cometieran, por tal razón, más delitos violentos. También observó que la riqueza posee su criminalidad peculiar pues ofrece determinadas oportunidades y especiales incentivos entre los cuales no deben descuidarse las mayores probabilidades de impunidad.
El simple sentido común nos inclina a creer que las estafas y los fraudes en general, aumentan en los períodos y entre las personas prósperas; allí se presenta la oportunidad para cometerlos. Por otra parte, es en las clases económicamente más poderosas donde se dan delitos típicamente capitalistas, tales como: destrucción de materia prima para lograr alzar de precio, propaganda desleal, trusts y monopolios, etc.
Barnes y Teeters han demostrado, además, que es en las etapas de auge cuando florece las pandillas de delincuentes; eso puede explicarse porque existen más oportunidades de dinero fácil y menos desconfianza de parte de las personas que poseen bienes; confianza que sufre agudos retraimientos durante los períodos depresivos.
El hecho de que el delito descienda durante las épocas de prosperidad y se dé en menos proporción en la clases acomodadas y ricas pueden corresponder a una tendencia general de la realidad; pero también se debe, sin duda, en buena parte, a fallas estadísticas, la que no se refieren a delitos realmente cometidos si no a los condenados judicialmente; ahora bien: ya sabemos que la policía y los Jueces son menos estrictos en épocas de prosperidad; y de los ricos que comenten delitos difíciles de descubrir y probar y cuentan con defensores
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