Otra Noche

Otra Noche.

Escuchaba el sonido de mis latidos como tambores de guerra, la sangre corría furiosa e herviente por mis venas, la adrenalina nublaba por completo toda razón existente en mí, la luz del plenilunio bañaba completamente mi cuerpo desnudo, la sensación de cómo cada músculo se desgarraba y crecía era simplemente exquisita, mi cuerpo crecía y se cubría con pelo negro, tan negro como la oscuridad misma, mi mirada cambiaba, de ser solo ojos mortales a los de una bestia con ansias de cacería, a una mirada penetrada por la luz de la luna llena, mi cambio solo se veía terminado por el reflejo de la luna blanca en mis colmillos tan blancos como perlas y en un aullido tan profundo, que el corazón del hombre más valiente y temerario se quebraría como un frágil cristal,

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